La segunda Liga del proyecto encabezado por Ernesto Valverde lleva muchos sellos. El más indiscutible, verdadero hacedor de ocho de las últimas 11 ligas azulgranas, sigue siendo Leo Messi, quien continúa reinventando sus propios códigos dominantes, por más que cambie su alrededor. Valverde, que se propuso adelantar al argentino sobre el campo desde que llegó, se ha servido, con diferencia del campeonato anterior, de piezas que han conseguido, todas juntas, de la mano de Leo y con la pizarra del ‘Txingurri’, transmitir una inaudita sensación de competitividad que se se expresa muy rápido: el Barça de Valverde lleva tres derrotas en dos temporadas. ¿Qué ha ocurrido para dar continuidad a semejante dato y levantar el título con tanto margen?
Instaladas, integradas y asimiladas las bases de equilibrio y control que Valverde imprimió en el día a día, los culés han incluído matices relevantes en su manera de ocupar el campo y sacar la pelota desde abajo. Es el andamiaje de Valverde uno de esos que posibilita y fomenta que todo tipo de jugadores, de distinto perfil, logren potenciar la idea sin perder demasiado por el camino. No es casualidad que jugadores como Lenglet o Arthur se hayan convertido en piezas de primer nivel, o que Vidal y Semedo hayan podido sumar desde el banquillo en momentos y escenarios concretos. El Barça no ha perdido las virtudes de control posicional, ritmo y cadencia características para integrar por el camino un renovado dibujo -4-3-3- y jugadores nuevos con rango de titular.
La estructura de Valverde encontró en Wembley la llave de paso hacia el caudal
Arrancó Valverde entendiendo los tiempos de jugadores que de un modo u otro iban a entrar en el ‘XI’ para modificar ciertas rutinas de ataque. Coutinho fue el interior izquierdo, mientras Dembélé ocupaba el extremo de dicho costado, pero rápidamente se comprobó la discontinuidad de ese sector y las dificultades para mantener viva la constante de Valverde, constituida por jugar con líneas juntas, tomar decisiones acorde a la altura ocupada y encontrar una circulación de balón lo suficientemente continua y segura como para no perder la pelota antes de tiempo. Entonces, el Barça despegó en Wembley. Allí, el Tottenham se desdibujó tratando de robar al pie, pero el Barça hizo clic mental. Encontró en Arthur Melo la llave para cambiar de dibujo sin modificar la esencia del sistema, le vio dar muchos pases sin perderla y halló el santo grial. El equipo hizo pie en la pared para tomar impulso en la temporada. Aquel día comenzaría el proyecto 2018-2019.
Hallado el camino que a sus principales competidores les costaría toda la temporada encontrar, el Barça ya tenía la idea, la estructura y las piezas para que Leo Messi comenzara a marcar el ritmo. El argentino partió nuevamente desde la derecha, pobló el centro y siempre se asoció con los del sector izquierdo: eso no cambió. La banda derecha fue de nuevo un espacio vacío que únicamente ocupó y potenció la individualidad que durante un tramo concreto de temporada, entre diciembre y enero, mayor fluidez le dio al sistema. Si primero fue Melo, fue después Dembélé quien elevó el juego del Barcelona a un estatus superior. El francés se mostró al Camp Nou como un jugador eléctrico, lo conocido, pero también sensible en el toque, hábil en la asociación, inspirado en lo más arriesgado y con goles en cada bolsillo de la mochila.
Arthur, Dembélé y los centrales explican el camino recorrido en lo competitivo
Junto a ellos, no se terminó de despejar la duda de la banda izquierda. Fue allí, entre lesiones y adecuaciones, donde Valverde preparó un espacio para el siguiente nombre en integrar: Philippe Coutinho. El brasileño, que está finalizando mucho mejor el curso, sigue necesitando tiempo, pero parece que lo invertido va devolviendo dividendos. Coutinho sigue encontrando dificultad para recibir al pie, ordenar esa zona del campo, asociarse con un compañero y mejorar la jugada. A nivel de técnica y creatividad, es un jugador discontinuo y por eso la banda izquierda continuó siendo de Jordi Alba, una de las grandes individualidades del sistema. Sigue siendo igual de determinante al espacio para recibir de Messi y encontrarle después, no ha surgido aún el antídoto total, pero la suma de registros ha concedido al Barça un plus en los dos primeros tercios.
Por último, aunque la cantidad de fechas de un campeonato de regularidad hagan olvidar determinados flashes o secuencia determinantes, Marc André ter Stegen puede decir bien alto, como sus paradas a la escuadra, que no hay portero tan diferencial en el mundo cuando suma paradas de valor gol con incidencia en la toma de decisiones de su equipo cuando recibe al rival con las líneas alzadas. El alemán fue la última valla a derribar si por el camino, el rival se saltó a la gran pareja de centrales de la Liga 2018-2019. Si Umtiti fue capaz de erigirse como central dominante mientras Piqué tropezó más de la cuenta en la 17-18, la dupla Piqué-Lenglet es principal culpable de la recuperación defensiva del equipo, que comenzó muy poco fiable en sus constantes futbolísticas. La temporada de Piqué sólo puede catalogarse de excelsa, mientras Lenglet ha convencido, con su equilibrio y economía defensiva, a todos los más dubitativos. La defensa del área, la gestión de los mano a mano y los contragolpes, el juego directo. El Barcelona 2018-2019 ha hecho todo lo necesario, de atrás hacia delante y viceversa para que Leo Messi marque las diferencias. No ha pedido demasiado el argentino en esta ocasión peor sí le ha dado Valverde el marco adecuado para seguir haciendo historia.
Coronel 28 abril, 2019
Buen Barça anoche en el primer tiempo, en especial Coutinho, que se le vio con chispa, confianza y fino… Arrastró y creó superioridad por dentro, y pisó el pico del área, su zona de influencia y donde puede ser más determinante. Y entró dentro del rondo… En cuanto a asociación y conservar el cuerpo es el as más seguro de los de arriba, quitando a Messi… En cambio Suárez y Dembélé, no, y aquí es uno de los "debes" que sigue dejando el Barça de Valverde. Hablo de saber leer los partidos y elegir bien la acción.
Anoche el Barça en la primera parte hizo méritos para irse al descanso con más de un gol de diferencia… Correcto en la circulación, e imprimiendo un ritmo alto… Y bien en la presión tras perdida, no dando opciones al Levante. Ocasiones tuvo.
Y en la segunda mitad, a raíz del gol del Messi… el Levante con Morales a la cabeza dio un paso al frente y buscó más arriba al Barça, buscando el gol… Y el partido se abrió, con un ritmo de partido más alto, cosa que creo que no benefició al Barça.
Y llegado a este punto me asaltan varias dudas y quiero dejar una pregunta… Hubo fases donde el Levante replegó, defendiendo con un bloque muy bajo… Y el Barça en mi opinión no supo leer el partido y falló en la toma de decisiones… ¿Por qué el Barça en momentos así, cuando va ganando y no hay espacios para correr no trata de bajar las revoluciones de los partidos y conservar el cuero con Busquets, Arthur, Messi, Alba, Sergi Roberto y demás… para protegerse? Verticalizan el juego y se meten en la boca del lobo…
El Levante buscó arriba y presionó la salida de balón del Barça para que no saliera con el balón controlado y hacer daño arriba… Y cuando no, retrocedia y acumulaba mucha gente atrás y le cedía el balón al Barça… Dos líneas de 4 atrás, y cerrando el centro… Y mi regunta es ¿Por qué el Barça ahí no trata de tener el balón, controlar y bajar el ritmo del partido para protegerse?
Dicen que Arthur desaparece por momentos… Y mi pregunta es… ¿No será más un problema de la cabezonería de jugadores como Dembélé y Suárez jugadores que eligen mal y exponen en muchos momentos y se saltan la línea "Arthur, Busquets, Alba y Messi… que van al apoyo…
Dembélé u Suárez en cuanto reciben y agachan la cabeza… Y si el regate o caño sale bien, bien… Pero sino hay que correr hacía atrás… Y hay que hacerlo con Arthur y Busquets…
¿Qué opináis?