La primavera se adelantó ayer más de tres meses en el estadio de Anfield. Aunque la sensación no se extendiera más allá de la hora y media reglamentaria, el encuentro entre Liverpool y Napoli tuvo todo lo que suelen tener las eliminatorias más candentes de la Copa de Europa. Por ritmo, por alternativas entre los dos equipos y por ocasiones, consecuencia de los dos anteriores elementos, el duelo entre los equipos de Jurgen Klopp y Carlo Ancelotti fue digno de una de esas clásicas e inequívocas citas en las que la Champions se empieza a jugar con los tenues rayos del sol sobre el campo. Un espectáculo que contó con un claro personaje principal y otros dos antagonistas, dentro de un elenco de actores repleto de alternativas y buenas dotes. Mohamed Salah se disfrazó anoche de verdugo para un Napoli que, dado que de poco sirven los merecimientos en el fútbol, cayó eliminado sin haber sido inferior a Liverpool ni a PSG.
Mohamed Salah marcó la diferencia desde el costado derecho
La exhibición de Mohamed Salah merece un capítulo aparte dentro del análisis. El egipcio, desde la derecha, fue un quebradero de cabeza para el Napoli durante todo el encuentro. Emparejado con Mario Rui, por petición expresa del propio Ancelotti, cada toque del número ‘11’ fue una ventaja por sí sola para el Liverpool. Muy superior al portugués en su duelo particular, el fútbol de Salah transmitió una grandeza propia de su mejor versión de hace unos meses. Bastante fino en todas y cada una de sus decisiones, interpretando bien el momento en el que alejarse de la pelota para generar el espacio, o para acercarse a la misma con la intención de incidir de manera directa en el ataque -muchas veces posicional- de los suyos, la actuación del extremo egipcio se situó varios peldaños por encima del resto, con el beneplácito de los otros dos nombres propios de la velada: Virgil van Dijk y Kalidou Koulibaly. Y eso que Alisson Becker y David Ospina también tuvieron su (gran) momento.
El Napoli, que justo antes de empezar el encuentro era líder en solitario por encima del propio Liverpool y PSG, no salió a especular en Anfield. Armado en su 4-4-2, Ancelotti mantuvo muchas de sus consignas cada vez más habituales. Y lo cierto es que durante muchos minutos, hasta que el Liverpool encontró la forma de girar el escenario, la propuesta tuvo un primer impacto muy positivo para los intereses napolitanos. Con Fabián muy abierto hacia el sector izquierdo, como volante en una línea de cuatro conformada por Hamsik, Allan (doble pivote) y Callejón (derecha), el cuadro partenopeo tuvo la clara convicción de volcar su juego sobre dicho sector. Queriendo atacar de una forma proactiva durante el arranque, Ancelotti le quiso dar mucho protagonismo al triángulo Mario Rui-Hamsik-Fabián, con la intención de superar la presión rival y atacar sobre la parcela del Liverpool de forma muy vertical. De esta forma, aprovechando que Salah no seguía siempre al lateral izquierdo del Napoli, el papel de Mertens para caer sobre dicha zona y generar la superioridad (frente Wijnaldum, Henderson y Arnold) fue clave, pues ese mismo movimiento, que llevaba implícito el arrastre del central (Matip), aclaraba una gran zona a Insigne para amenazar.
Esta misma disposición obligó al resto de piezas a bascular mucho sobre este sector, con lo que el Napoli pretendía asfixiar al Liverpool contra la banda desde las vigilancias de su doble pivote y la implicación defensiva de Callejón, que desde este sistema queda muy alejado del área rival. Tras pérdida, si esta presión por acumulación no era lo suficientemente efectiva, Ancelotti ideó un marcaje al hombre entre Mario Rui, su lateral izquierdo, y Mohamed Salah, extremo derecho rival. Así, con el luso emparejado constantemente con el egipcio, siguiéndole prácticamente a todas partes, incluso cuando este se distanciaba de la banda para acercarse a la corona del área, el objetivo de ‘Carletto’ fue, más que anular directamente al ‘11’ del Liverpool, reservar sus fuerzas para la protección del área. Con Fabián, en este sentido, encargado de tapar las subidas laterales de Alexander-Arnold, y con Mario Rui pendiente de Salah, el Napoli pudo proteger con bastante soltura la frontal a partir de sus dos centrales, muy atentos de Mané y Firmino.
Virgil van Dijk y Kalidou Koulibaly se impusieron en las dos áreas
No obstante, como cabía de esperar, Salah se impuso con cada vez más soltura a su marcaje, y en la primera ocasión que tuvo para hacerlo, dinamitó el partido. El 1-0, que abocaba al Napoli a la eliminación, cambió por completo la película. Y fue entonces, ya la diferencia en el marcador y con Mertens algo renqueante de un choque previo con Van Dijk, cuando el Liverpool fue el equipo que Klopp diseña para este tipo de noches. Robando en campo rival, corriendo al espacio y sumando para la causa a Firmino, que durante la primera mitad había pasado muy de puntillas ante el radar de Koulibaly, el Liverpool llegó al segundo tiempo con más convencimiento por el contexto (ante un Napoli obligado a volcarse) que en el marcador. Los cambios de Carlo Ancelotti fueron enfocados a reforzar su decisión de atacar por izquierda, con Ghoulam -lateral- y Zielinski -volante-, añadiendo en la última línea el olfato y los centímetros de Milik al lado de Insigne. Y ahí sí que sí, el escenario se resquebrajó por completo. El resultado pudo ser muy distinto. Pero si no fue así es porque Ospina paró mucho, Mané falló lo imperdonable y porque este Liverpool, que sale reforzadísimo de la victoria y su consiguiente pase a octavos, cuenta con un central y un portero nacidos para disputar la Champions después del invierno.
Andrés Madrid 12 diciembre, 2018
Por lo menos en lo muy personal, el partido de anoche de Salah en Anfield, es un punto y aparte en la valoración que tenía del futbolista.
Siempre he sido de pensar que el egipcio era un jugador "de Klopp", una creación del germano. Pero la verdad es que su actuación anoche me ha hecho cambiar de opinión. Lo del egipcio anoche es de supercrack absoluto de la Champions, fisica, tecnica y conceptualmente. Primer escalón Mundial.
Con este Mohamad, el Liverpool es capaz de eliminar a cualquiera.