Inglaterra volverá a estar entre los cuatro mejores, una condición a la que el conjunto entrenado por Gareth Southgate se está acostumbrando en base a construir un tipo de encuentro que multiplica sus opciones dentro del mismo. Una virtud que está floreciendo sin necesidad de gozar de una gran generación de talentos individuales, haciendo del colectivo una fuerza que genera movimiento en base a la capacidad de reacción, la simplicidad de su propuesta y la máxima expresión de sus dos rasgos futbolísticos más optimizados: el contragolpe robando en la medular, un matiz que cambia todo su panorama táctico, y no en campo propio, y, por supuesto, el balón parado. Así remontó ante Croacia para meterse en la final four de la UEFA Nations League.
Southgate sigue reforzando su identidad futbolística
Desde la utilidad de estas dos ideas, Inglaterra se ha posicionado para reforzar su creencia en la victoria. Ante la Croacia de Zlatko Dalic, el conjunto inglés volvió a demostrar que incluso en ritmos altos no queda desguarnecida y que casi siempre suele lograr que se den escenarios donde va a poder generar ocasiones corriendo al espacio y rematando en acciones de estrategia. La primera circunstancia se dio mucho en la primera mitad. La segunda de ellas explicó los dos goles.
En esos primeros 45 minutos, sobre todo en el primer cuarto del encuentro, Inglaterra aprovechó un plan croata que no pareció tener claro el botín a recoger y el posible peaje a pagar de un planteamiento en el que todos los jugadores abandonaban su posición de partida en las fases sin balón para convertir un partido de ritmo bajo en una sucesión de presiones a todo campo, una invitación para que centrocampistas no del todo creativos como Barkley, Dier y, sobre todo, por su importancia, Fabian Delph, pudieran poner en práctica el juego en largo que característica a Inglaterra a nivel colectivo. Cabe resaltar la clave del robo inglés, logrado con continuidad, ayer y siempre, en el segundo tercio del campo, un matiz que permite, dado que quedan menos metros hasta portería, no tener que pasar por tantos pies y ser muy dañino con un pase y dos movimientos -distracción del ‘9’ y ruptura del extremo-.
Kane volivó a dejar movimientos fantásticos
Con la imponente presencia de Harry Kane a la espalda del pivote rival, atrayendo el pase más corto y dejando espacio a su espalda para que Sterling y Rushford correteen, los de Southgate podían jugar directo sobre los puntas, que fueron un auténtico incordio para el sistema defensivo balcánico, realmente irreconocible sin la presencia de Rakitic, tercer hombre ante España, y con Brozovic, Vrsaljko y Jedvaj saltando siempre a por el poseedor. Aunque no se tradujo en el marcador, el ritmo y la posición media de los 22 futbolistas favorecía a la selección inglesa. Kane volvió a dejar movimientos sublimes y sus compañeros de ataque exhibieron su conocida explosividad.
Lo que ocurrió en la segunda parte tuvo más que ver con su capacidad para producir en situaciones a balón parado, poblando el área y atendiendo bien todas las zonas de la misma para recoger posibles envíos o rechaces, así como para sumar una mentalidad afilada para sacar provecho de cualquier tipo de situación, por desfavorable en el tiempo o en el marcador que termine siendo. Southgate está logrando resultados de la manera que mejor representa su trabajo. Debe constar como virtud: son los partidos que quiere jugar su selección.
Marcos 19 noviembre, 2018
Si wilshere estuviera bien seríala guinda del pastel para esta Inglaterra que me gusta mucho