Fue el mejor Manu Trigueros, a comienzos de la temporada 2016-2017. El Villarreal venía del ciclo Marcelino García Toral, un auténtico equipazo, una de las fases defensivas más extraordinarias de las cinco grandes ligas, también un equipo en el que Trigueros dejó paso a Bruno Soriano y Tomás Pina y tuvo un protagonismo reservado. Meses después, Fran Escribá se hacía con el equipo, situaba a Trigueros junto a Bruno y, de repente, Manu pasaba a ser el centrocampista del momento en la Liga española. Hacía de todo a un ritmo altísimo. Recibía de Bruno, separándose de él, y terminaba en la mediapunta siendo uno de los dos pivotes. Con un hombre fijando por detrás y otros tantos merodeando por delante, Trigueros era muy feliz. Trigueros era un espacio, un ritmo y un momento concreto en el que se sentía muy cómodo.
No es por tanto extraño que antes y después de Escribá, con prismas diferentes, Marcelino y Calleja estén encontrando un Trigueros distinto, menos activado. Su influencia no es la misma. Y es que el mejor Trigueros es un rara avis: interior con movimientos de mediapunta, ultraagresivo en el pase y en sus acciones, pero con capacidad para controlar desde un ritmo más alto que pausado. La baja de Bruno, la salida de Rodri, la llegada de las transiciones de Calleja, dibujadas por un 4-3-1-2 que ubica a un mediapunta fijo -Fornals- y la reducida presencia de los laterales en campo contrario están resituando la relevancia táctica de Manu Trigueros en los últimos tiempos.
«Soy consciente de que no se está viendo el mejor Trigueros. Sin Bruno es todo más complicado, es una baja muy importante. A nadie se le escapa que es nuestro mejor jugador, es un problema no poder tenerlo».
En estos primeros ocho encuentros de Liga, el Villarreal, que se está acostumbrando a atacar muchos espacios abiertos, dejando de acumular gente en campo contrario, recupera muchos más balones en su propio campo que en campo contrario. Un 77% de las recuperaciones de los castellonenses se producen con el rival atacando en campo del Villarreal, es decir, más abajo que arriba. La tónica del juego es esa porque cuando un equipo toma más riesgos es en campo rival, pero en el caso del Villarreal es consecuente con las alturas medias tanto de su bloque defensivo como de sus jugadores con balón. En esa mezcla de circunstancias expuestas en el final del párrafo anterior se ha ido ubicando el nuevo Trigueros. Un jugador cuya mejor versión no es la de un iniciador. Trigueros es el paradigma de un ritmo vertiginoso pero recibiendo mucho más arriba. Sin Rodri, Bruno o Cáseres para darle el escalón posterior, Manu está realizando el pase que debería estar recibiendo.
Pases en profundidad por temporada:
– 2016-2017: 1.77 pases por encuentro
– 2017-2018: 1.61 pases por encuentro
– 2018-2019: 1.02 pases por encuentro
Esa nueva posición, que le aleja de la mediapunta y no le permite volar para acompañar la jugada, se está traduciendo en los pases que es capaz de filtrar en profundidad. Aún recibiendo más abajo y pudiendo lanzar algunas transiciones tras recuperación, Trigueros ha visto reducida su influencia en el último tercio. De los 1.77 y 1.6 pases dados en profundidad en las dos temporadas anteriores, ahora está produciendo apenas 1.02, una sensible pérdida en presencia en campo contrario.
AdrianBlanco_ 20 octubre, 2018
Todos esos datos de Trigueros representan muy bien lo que está siendo (y haciendo) este Villarreal. El equipo se para muy poco, ya de por sí, pero es que tampoco está encontrando cómo ni en quién hacerlo. Qué bien la va a venir al equipo -y especialmente al propio Trigueros- el regreso de Cáseres. O así debería de suceder, vaya.