Mauricio Pochettino diseñó su alineación con la clara intención de robar la pelota en campo rival, consciente de que dejar respirar los primeros pases del Manchester City generalmente se traduce en un control constante del equipo de Guardiola, que se junta ena gran altura y acaba robando a pocos metros de la portería contraria, y dificultando muchos los despliegues de su adversario.
El entrenador argentino ubicó a su equipo en un 4-2-3-1, en el que Sissoko, Lamela, Lucas Moura y Harry Kane se proyectaban con agresividad sobre la salida de pelota del Manchester City. La respuesta del equipo de Pep Guardiola fue muy positiva, ya que los Spurs ejecutaron esa presión de forma coral, pero el cuadro skyblue demostró que tiene totalmente asentados los automatismos que el técnico español pretendió tras su llegada, y salvó el problema con seguridad.
El Tottenham presionó bien, pero el Manchester City muestra una confianza total en su modelo de juego
Lejos de mostrar un patrón único para salvar esa presión, el Manchester City dibujó pequeños y diferentes ‘sistemas’ dentro del principal para salir de esa dificultad. Con los laterales cerrados en posición interior para atraer marcas hacia dentro y salir por fuera, con Fernandinho bajando mucho su posición para obligar a los puntas del Tottenham a hacer persecuciones más largas y generar espacios, con apoyos por dentro de los interiores o con envíos largos para castigar la espalda de la zaga de Pochettino, las soluciones fueron múltiples.
En un envío largo llegó el 0-1 del Manchester City, en una acción que se repitió en varias ocasiones durante la primera parte: Ederson buscaba pase directo para que se disputase el balón por arriba con Trippier, y con Mahrez y Sterling fijos en banda y atacando la espalda de la defensa del Tottenham, el campeón amenazó de forma constante la meta de Hugo Lloris tras ganar esa disputa. No puede decirse que el equipo skyblue dominase el choque bajo los parámetros habituales, ya que la exigencia del Tottenham obligó a atraer abajo para lanzar más directo después y por tanto, el equipo no pudo juntarse con facilidad en el último tercio de campo, pero aún así el tramo inicial de duelo fue visitante.
El Tottenham pasó a controlar el partido en la segunda mitad
En el segundo tiempo, la idea del Tottenham cobró fuerza y protagonismo. La primera línea de presión se mantuvo, pero hubo una diferencia notable cuando Pochettino cambió a su pareja de pivotes. Dier y Dembélé dieron paso a Harry Winks y Dele Alli, y estos dieron más sentido al planteamiento. Alli, proyectándose muy arriba y significando un activo más tanto para el robo como para la posterior transición al ataque, y Winks conduciendo y dividiendo las marcas del Manchester City. Entre los dos hicieron el ataque de los Spurs más profundo y por tanto, el equipo visitante tuvo más complicado desplegarse al ataque.
Guardiola tomó entonces la decisión de retirar a su delantero centro -Agüero- y meter en el terreno de juego a Kevin de Bruyne, probablemente con la intención de juntar más pases -Silva pasó a hacer de falso nueve- y solucionar el problema, pero el Tottenham siguió dominando. El Manchester City necesitó entonces resistencia, y ahí apareció otra buena noticia para el técnico español: Aymeric Laporte se convirtió en un titán en la defensa del área, clave para que el líder sacase tres puntos fundamentales ante un rival directo.
miguelito 30 octubre, 2018
Hombreeee, no podía faltar otra vez por aquí el Manchester City y el gran Guardiola!!