Mauro Icardi rompe con la vanguardia. En un momento en el que el delantero centro es de todo menos de lo segundo y cada vez menos de lo primero, el atacante argentino parece más propio de otra época. Se mueve poco y apenas interviene en el juego de su equipo, fiel a una conducta que le hace estar desconectado de lo que sucede a unos cuantos metros de su propia sombra, pero esto no es impedimento alguno para que su amenaza sea una constante dentro del área. Y algo así, por enésima ocasión, es lo que volvió a poner de manifiesto anoche en el derbi ante el Milan. Icardi participó muy poco con el balón: remató un par de veces a puerta, tocó la pelota en 15 ocasiones -hasta 22 veces menos que Donnarumma- y tan solo completó siete pases (de nueve intentos); todo ello en 93 minutos, y aun así consiguió mantenerse tan enchufado en el encuentro como para acabar decidiéndolo en el último suspiro. Una prueba más, y ya van unas cuantas, de que Icardi no entiende de modas. Pues seguramente sea único en su especie a estas alturas.
El plan del Inter mejoró mucho con la entrada de Borja Valero
El Inter quiso ser muy protagonista desde el inicio a partir de su 4-2-3-1. Con Brozovic y Vecino en mediocampo, y De Vrij y Skriniar por detrás, el cuadro de Spalletti trató de someter al Milan con el esférico. Por abajo y desde atrás, cumpliendo a rajatabla con el libreto del técnico toscano, el Inter planteó su salida desde el carril central. Sin embargo, la ejecución de la misma no resultó tan eficiente como en el esbozo de la pizarra. Con Brozovic de pivote izquierdo, asumiendo el primer pase de su equipo, el bloque medio del Milan fue cogiendo empaque por más demérito del Inter que acierto propio. En un 4-1-4-1, con Biglia entre la defensa y los otros cuatro medios, Gattuso volvió a hacer uso de su orquestada presión defensiva, en la que Kessié y Bonaventura, como interiores, eran los responsables de saltar a la misma altura que Higuaín en función de la dirección del balón. Algo que, con astucia, quiso castigar Vecino con sus desmarques a la espalda de Kessié. Pero en cambio, lentos y ejecutados a destiempo, sin asegurar previamente una línea segura de pase a Brozovic, los movimientos verticales del uruguayo solo sirvieron para atascar -aún más- la previsible salida nerazzurra.
Pero el escenario cambió por completo con la entrada de Valero. En detrimento de Nainggolan, que debió marcharse lesionado, el mediocentro español le dio otro aire al juego de su equipo. Haciéndolo mucho más profundo y fluido, el Inter dio un paso de gigante -y el Milan uno atrás- con la entrada de Valero. Asegurando un mayor control que Nainggolan con su primer toque, el Inter ganó una línea de pase más sostenible a la espalda del mediocentro rossonero. Y una vía de lo más fiable para, poco a poco, vivir cada vez más cerca de Donnarrumma. Y del propio Icardi. Porque a nivel colectivo lo mejor que dejó el Inter en la primera parte fue su entereza y su lectura para ir planteando soluciones a la aguerrida propuesta de Gattuso; si no era por dentro, que es por donde más se cubrió el Milan, por fuera, donde Perisic -izquierda- y Politano -derecha-, cada uno desde un costado, fueron la otra gran solución al ataque posicional: recibiendo al pie pero atacando con velocidad.
Donnarumma (37 toques) intervino más veces que Icardi (15)
A medida que fueron pasando los minutos, el Inter fue cada vez menos incisivo. Y eso, con un Milan que tampoco puso de su parte por revertir la dinámica, rebajó al mínimo las revoluciones de un partido completamente distinto al de los primeros 45’. Spalletti quiso dar continuidad al plan con Keita-Candreva en lugar de Perisic-Politano. Pero en un contexto cada vez más abierto, el equipo fue perdiendo cuerpo y la propuesta, firmeza. Valero se vio obligado a intervenir más abajo que hasta el descanso, siendo él quien iniciase el juego desde una parcela más próxima a Handanovic que a Donnarumma. Lo cual, tal y como sucedió en el tramo inicial, llevó al Inter a una situación sumamente espesa con la posesión. En cambio, la diferencia volvió a ser asunto del mismo de casi siempre. Con una implicación muy parecida a la de su compatriota, el punta del Milan, Icardi volvió a poner sobre la mesa su incalculable valor como delantero centro. Mató un encuentro que ya llevaba muerto durante muchos minutos, en un nuevo alarde de su fiereza como depredador del área. Porque para lo que muchos, como puede ser el caso de Gonzalo Higuaín, lo (muy) poco no es sinónimo de algo positivo; para Icardi, en cambio, es la enseña de un león agazapado.
ferpulpillo 22 octubre, 2018
¿Cuál fue el último gran delantero (y con gran me refiero a estar considerado entre los mejores jugadores del mundo) que vivió tan alejado del juego como Icardi? Porque hasta Van Nistelrooy, por citar un ejemplo, participaba bastante más que él.