De entre todas las noticias que dejó el Atlético de Madrid – Huesca, la posición, el comportamiento y la profundidad con la que Koke Resurrección suministró su alrededor deben copar un lugar preferencial en la primera plana del encuentro. El relato del partido se construyó desde muchos puntos de vista pero la esencia del mismo llevó su nombre, pues fue el verdadero artífice de la mejor versión rojiblanca de la temporada asumiendo la completa iniciativa del choque. Sumando su tercera victoria consecutiva, ninguna cita anterior del Atlético se acercó a la claridad, la buena ocupación del campo y la agresividad con balón que el once inicial colchonero ofreció en la primera mitad ante el equipo de Leo Franco.
Y es que la SD Huesca se vio claramente sorprendida por las intenciones de su oponente. Tras un mes de temporada, dos de los principales problemas del Atlético, la amplitud y ocupación de las bandas y la claridad para dominar desde los pivotes, estaban siendo aprovechadas por los rivales. Esperando en un 4-4-2 que pretendía dejar espacio en los costados y no defender demasiado abajo, el equipo visitante entendió de inicio que todo ello anunciaría de nuevo un partido espeso y trabado del Atlético asumiendo posesión, con problemas para progresar por fuera, sin superioridad en las bandas y con los puntas muy fijos y desacertados en cada intervención. Pero nada de eso ocurrió. El Atlético pegó una palmada a su presente y despertó.
Koke desarmó por completo las ideas de Leo Franco
De atrás hacia adelante, los once jugadores mostraron una activación y una actividad muy parecida. La intención de cada futbolista fue aparecer para tocar o acompañar a las jugadas en todo momento. Con Thomas junto a Koke, y Correa y Lemar a pie natural, con Costa y Griezmann mucho más incisivos entre líneas que cualquier otro partido de este curso, la pelota comenzó a rodar y acelerarse sin pasar apenas tiempo en las botas de cada futbolista. No obstante, la idea que permitió todo eso partió del canterano rojiblanco. Koke, pivote izquierdo, fue construyendo superioridades, siendo el tercer hombre en cada uno de los tres momentos de la elaboración.
A lo Toni Kroos, el vallecano se acostó a la izquierda para recibir a los lados de Cucho y Longo, generando la primera superioridad en salida. Así, la atención sobre el bloque visitante les hacía bascular las líneas, provocando un contrapeso ofensivo que permitía acumular gente en un lado para derivar sobre Thomas o en pase largo hacia Correa todo lo generado. Lateralizando su recepción, Koke solucionaba la amplitud en el primer tercio, igual o más importante que la amplitud en la última línea si lo que pretende el rival es defender el segundo pase, como hizo el Éibar, donde Koke también se abrió. De esa manera, Filipe Luis no era el hombre fuerte en salida, sino que elevaba diez metros su posición y Lemar se enfocaba en crear una línea de pase a la espalda del pivote derecho, Melero.
Griezmann y Costa se movieron sin descanso, abriendo espacios
Esta decisión, dotada de todo sentido previo y posterior en base a una movilidad y una lectura perfecta de la circulación, hacían progresar muy fácil al Atlético, sobre todo porque la proactividad de Griezmann y Costa para repartirse dos alturas distintas a la espalda de Melero y Muslo, permitió al Atlético jugar a un toque. Una vez la ventaja ponía de cara a Thomas, el Huesca retrasaba su bloque para ajustar las recepciones entre líneas, y el Atlético subía metros. Koke iba moviéndose con libertad para generar una superioridad posterior en el otro costado, el de Correa, muy agresivo por dentro, e Isaac, notable en la interpretación.
El Huesca perdía así capacidad para salir, pues lo que demandaba su rival era invertir energías constantes en tapar progresiones, necesitando a todos sus hombres en la misión. Resuelto el problema de la amplitud en los primeros pases y construida la idea de generar un lado fuerte para ocupar bien las bandas y tener siempre un jugador más en los costados, el Atlético comenzó a mezclar sus posiciones. Nadie terminaba en carriles concretos. Lemar se movía por todo el frente, igual que Griezmann y Costa, y Koke y Thomas jugaban por delante del círculo central. Al Huesca, mencionado recientemente, le costaba un mundo salir. Sus salidas dependían de acciones individuales brillantes para aguantar la pelota, esperar un compañero y permitir la llegada de una segunda línea que estaba muy lejos, recién acabada una acción defensiva de urgencia que provocaban las combinaciones locales. El Atleti de Koke no había esperado a nadie y el Huesca nunca llegó a tiempo.
AdrianBlanco_ 26 septiembre, 2018
Actuación muy positiva, de las que refuerzan, la del doble pivote Koke & Thomas. El primero gestionando el primer pase, yendo muy abajo por izquierda y asentando el bloque en campo rival, el segundo, unos metros más arriba, generando ventajas desde el pase y la conducción. Un reparto muy coherente, además, tras pérdida. 45 minutos de puro dominio. Y que, quizás, pueden ser muy útiles en el futuro más inmediato del Atlético de Madrid.