San Mamés fue testigo de uno de esos partidos más propios de una segunda vuelta, por ritmo, velocidad y desgaste, que de una primera en la que no se han jugado más que cuatro jornadas. El encuentro, que tuvo una mezcla de lo más heterogénea en cuanto a la presión de unos y la salida en corto de los otros, se cerró con un empate repleto de todo tipo de detalles. Desde la agresiva propuesta de Berizzo, que llegó al descuento de la segunda mitad con más de medio equipo presionando en campo rival, hasta la ya sabida calidad individual de los de Lopetegui, a los que les faltó una pizca de orden para, además de superar los marcajes del Athletic, darle forma a una propuesta a la que aún, como es lógico, le sobran bastantes aristas.
“Hemos tenido en la primera parte, quizás, más problemas por falta de movilidad a la hora de recibir el balón. En la segunda supimos mejorarlo y ahí está el resultado. (…) Nos faltaba un poquito más de apoyo, de mover el balón con rapidez para encontrar el espacio entre las líneas”, reconoció Sergio Ramos al finalizar el encuentro.
Lopetegui salió a la Catedral con Toni Kroos como elemento más posicional en un mediocampo que Ceballos, por izquierda, y Modric, por derecha, completaron desde los interiores. Un 4-3-3, por ponerle cuerpo, al que no se le acabó de reconocer algunos de sus rasgos más distintivos de este principio de curso. El Real Madrid dejó destellos propios de la contrastada técnica particular de sus piezas –Ramos, Kroos, Marcelo o Ceballos- para superar la presión del Athletic, pero el equipo, como colectivo, pronto se topó de bruces con una realidad que hasta ahora no conocía. A golpe de tobillo, el Madrid consiguió escapar varias veces de los marcajes rojiblancos; a muy pocos toques, eligiendo bastante bien cuándo y dónde conducir o cómo y a quién dar el pase, el plan de Lopetegui consiguió surtir efecto, a pesar del tremendo desgaste –físico y mental- que los Williams, Muniain, Susaeta, De Marcos, Beñat o Dani García consiguieron imprimir a un primer tiempo súper abierto.
Con Williams y Raúl García en punta, muy pendientes de Varane y Sergio Ramos, el 4-4-2 con el que Berizzo trató de cortocircuitar la salida por bajo del Real Madrid mereció más que un notable alto. Supurando intensidad por los cuatro costados, el Athletic obligó a los Sergio Ramos, Modric, Kroos, Ceballos y compañía a la excelencia en todas y cada una de sus intervenciones. Cualquier despiste, por pequeño que hubiese sido, podría haber resultado letal en contra de los intereses de Courtois. Y al filo de esa navaja, por hacer hincapié en el trabajo de los de Berizzo, el Madrid demostró una abrumadora tranquilidad para desarmar de la empuñadura al Athletic, agarrando la hoja con todas sus fuerzas. Un constante tira y afloja, por hacerlo más visual, en el que el Real Madrid se encontró una y otra vez con el mismo desenlace: sin una referencia clara sobre la que construir de mediocampo hacia delante, las prisas por huir del marcaje y la voluntad de ciertas piezas fueron, en realidad, consecuencia de una dispersión que acercó –y llevó- al Athletic a conseguir el uno a cero.
El Madrid debió echar mano de Casemiro e Isco en la 2ª parte
Sin el control de otros días, la entrada de Casemiro se tornó inevitable. Y el cambio, destinado a sumar a Varane un acompañante más en la corrección, devolvió al Madrid su clásica fórmula en mediocampo: con Kroos y Modric, cada uno a un lado, escoltando al brasileño. La lesión de Iker Muniain y la posterior entrada de Isco fueron, a los puntos, momentos de lo más decisivos en el desarrollo de la segunda mitad. Con la entrada del malagueño, el Real Madrid recobró un punto determinado dentro del esquema sobre el que avanzar y, sobre todo, no perderla; mientras que el Athletic, en cambio, se quedó desprovisto del dinamismo de su ‘10’, que durante los primeros 45’ sacudió en varias ocasiones la transición defensiva blanca a partir de sus recepciones entre líneas. Muniain, en dicho rol, Williams percutiendo a la espalda de los dos centrales, y con Dani García lanzando a estos dos, Berizzo cambió la estrategia, pero la intención fue la misma que ante Leganés y Huesca: el Athletic está llegando arriba con muchas piezas a la vez.
La salida de Bale, en detrimento de Lucas Vázquez, repercutió de manera negativa en el Madrid. Sin el galés –que no es que cuajara una actuación de bandera- el plan de Lopetegui se deshizo hasta acabar, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, en una batería de centros al área de los que poco, como es lógico, acabó rascando ante Yeray, Íñigo y San José. Porque hasta en el gol de Isco, que llegó de un envío lateral, la determinación que representa a día de hoy Gareth Bale se hizo notar. De su pie izquierdo, recortando desde el lado derecho, el Real Madrid volvió a llevarse a la mesa otro gol con su firma. Y lo hizo en la misma noche en la que descubrió, ante un Athletic que le apretó de lo lindo de principio a fin, empezando por Williams y acabando por las intervenciones de Unai Simón, que necesita de su ‘11’ para poder respirar. Pero también del ‘9’, del ‘20’, del ‘8’ o del ‘4’. Ahora, por otro lado, hace falta que Lopetegui encuentre en su pizarra “la jugada” que puedan compartir.
Andrés Madrid 16 septiembre, 2018
Escapa de mi capacidad analítica entender el cambio Bale por Lucas Vasquez. De hecho, es que escapa a mi capacidad de análisis el que un futbolista como Lucas juegue ayer antes que Mariano y que Vinicius, que está en el Castilla por cierto .
Lucas es un futbolista que entiendo el Bernabéu lo quiera porque "cae bien", pero futbolísticamente es un jugador simplón, que se volvió un recurso útil porque sus centros los remataba CR7. Lo siento Lopetegui, pero yo no emtender.
En fin, que ya otra vez por debajo de Messi, Otra vez.