James Rodríguez ha nacido para noches como la de ayer en el Sánchez-Pizjuán. El colombiano ingresó al césped por Vidal, que se marchó lesionado, con menos de una hora por delante, y a los puntos, por todo lo que generó a partir de su dotadísimo pie izquierdo, terminó siendo el futbolista más destacado de todo el encuentro. Suya, nada más entrar, fue la acción que condujo al empate a uno, y la responsabilidad que su equipo, sin ser mucho mejor que el Sevilla F.C. durante la primera mitad, recuperase en el momento indicado el dominio emocional de un partido en el que, seña e identidad de la Copa de Europa, primó la gestión anímica.
Sin James de inicio, el Bayern concentró su juego por izquierda
Jupp Heynckes escogió de inicio a Javi Martínez, Thiago y Vidal para, buscando muy arriba la pelota, aprovecharse de la ausencia de Banega para arrinconar al Sevilla. Con Thiago, que empezó el partido como interior izquierdo, el Bayern consiguió amasar un alto índice de posesión durante los primeros compases; al que trató de sacar rédito a partir de una misma acción que, aun repitiéndola muchas veces, siempre cogió descolocado al Sevilla. Müller, partiendo por derecha para buscar su mejor zona de influencia, liberó todo el carril para las subidas de Kimmich que, con el Sevilla basculando hacia el otro lado, recibió en numerosas ocasiones libre de marca, muy arriba, para controlar el envío diagonal y pisar línea de fondo. Un movimiento sobre el que el Bayern insistió una y otra vez hasta que el Sevilla, consciente de la debilidad, ajustó sobre la marcha las coberturas de Sarabia y Correa sobre Navas y Escudero.
Ben Yedder leyó muy bien las acciones ofensivas del Sevilla
Montella trató de compensar la sanción de Banega dando entrada a Guido Pizarro en el doble pivote junto a N’Zonzi. Y aunque negar que la ausencia del argentino le hizo mucho daño al Sevilla, sobre todo en la segunda mitad, sería faltar a la verdad, lo cierto es que una vez que estos dos tomaron posición –para ello, muy pocas veces en paralelo- en el centro del campo, el equipo experimentó una mejoría muy palpable. En primer lugar porque ambos, otorgando –y manteniendo- altura al bloque, le permitieron al Sevilla presionar muy arriba, y porque después, en relación al detalle anterior, lograron enfangar la circulación alemana; que, hasta la entrada de James Rodríguez, pecó de ser ciertamente estática.
El Sevilla, sin un lanzador claro entre sus once, alternó fases de un mayor control del balón con otras, en cambio, más directas sobre la meta de Ulreich. Y en ese sentido, a falta de Banega, buenas –muy buenas- resultaron las lecturas de Vázquez y Ben Yedder. El exfutbolista del Palermo fue, desde un primer momento, el principal sospechoso de que el Sevilla, cada cierto tiempo, cambiase su manera de enfocar el ataque. Unas veces eran más pacientes, haciendo recular al Bayern, pero en otras, de repente, con muy pocos pases consiguieron dejar a su delantero ante los dos centrales bávaros. Una situación que se dio más de una y dos veces, y que Ben Yedder, denominador común de todas ellas, afrontó siempre con la cabeza –arriba- y el cuerpo orientados para, sin frenar en exceso la ocasión, conceder esos segundos de margen para que Sarabia y Correa, llegando desde atrás, se incorporasen siempre en ventaja sobre Kimmich y Bernat. A lo que se debe apuntar que el español cedió su sitio a Rafinha tras el descanso.
La entrada de James cambió el signo del encuentro
James Rodríguez ya sabe lo que es levantar la Champions hasta en dos ocasiones. Pero desde su llegada a Alemania se ha marcado como objetivo que, en caso de hacerlo una tercera vez, en esta ocasión quiere ser él quien salga en la foto. Su entrada al campo de Nervión, en clara consonancia con lo que viene siendo su temporada, fue toda una declaración de intenciones. Asumió el testigo de su equipo hasta el punto de que, nada más pisar el verde, lo primero que hizo fue correr muchísimos metros hacia su portería para ayudar, más abajo incluso que el propio Javi Martínez, en la salida de balón; a la que tan pocos frutos estaban sacando los suyos. Primero por derecha, como interior, y ya en la segunda mitad por izquierda, sin perder contacto con el medio, James fue de vital importancia para el Bayern. Aunque, a decir verdad, sería injusto encasillar sus últimos cuarenta y cinco minutos en una sola parcela.
Apareció por izquierda, para combinar con Ribéry y Rafinha; por dentro, para hacerlo con Müller, y también por derecha, con Thiago y ante las subidas de Kimmich. James, en resumidas cuentas, hizo y deshizo a su antojo con el balón y su pie izquierdo. Y, más allá de elaborar el tanto del empate, permitió asentar al Bayern sobre el campo rival. De esta forma, el equipo alemán pasó muchísimo tiempo del segundo y último asalto sobre suelo sevillista: presionando bien tras pérdida, recuperando muy arriba y, así, no dejando transitar al cuadro hispalense; hasta que la entrada de Sandro, en la recta final, le concedió algo de alas a los locales. Pero no mucho más. Tan cierto es que el Bayern acabó remontando por insistencia, como que al Sevilla, de cara al Allianz, le harán falta muchas más cosas si quiere apartar de su sueño a uno de esos jugadores que, con lo puesto, ya es patrimonio de esta competición.
Carlos 4 abril, 2018
Que gran fisico tiene James. Que capacidad para abarcar terreno. Creo que por destacara aún mas por otras cosas, esa gran virtud no se le nota mucho.
Ahora bien, sé que voy bastante solo en esta idea, pero¿ Son realmente Lewandowski y Muller atacantes para opositar ganar la Champions? Porque a mi en lo personal ayer es que me vuelven a decepcionar, sobre todo el polaco. No son pocos los partidos los ultimos años en Europa donde la producción ofensiva del Bayern es mas cantidad que calidad. Es ahí donde James este año es un plus