Marcelo Vieira juega para el Real Madrid. Lo lleva haciendo desde que aterrizó en Europa y es un argumento inigualable para ganar. Su talento consiste en imaginar jugadas, y muchas de ellas con un tremendo ánimo de lucro, no sólo porque así paga sus propias deudas, sino por lo que hace pagar a los que se enfrentan a él. El brasileño marcó ante el PSG, lo hizo en Turín y también ayer en Munich, en un momento en el que al encuentro le faltaba más de una tabla de salvación a la que el conjunto blanco necesitaba agarrarse. Esa fue otra vez Marcelo, que igualó el marcador tras 40 minutos en los que a Zidane, que había salido a Munich buscando control, la escena se le estaba escurriendo entre las manos. Su homónimo, Jupp Heynckes, (no) sorprendió con una alineación plagada de jugadores de ataque, aunque la lesión de Robben, nada más arrancar, modificó algunas cosas.
De entrada, también sorprendió el técnico francés. Zidane alineó en Baviera a Isco Alarcón y Lucas Vázquez, situados ambos en los costados del dibujo merengue. Con el primero, Zidane buscaba asegurar un apoyo más en campo contrario. Y no uno cualquiera, sino uno que le garantiza una posesión segura, estable, rigurosa y continua. Con el gallego, el matiz era diferente, y es que la capacidad de Lucas para sumar el mismo ímpetu en ambas mitades pareció innegociable ante el empuje exterior del campeón germano. Como toda decisión, la medida tendría un impacto concreto pero el mensaje no pareció calar en el campeón de Europa, que caminó toda la primera mitad sin encontrar el punto de cocción justo que el choque requirió. Y ahí donde el Bayern nunca duda. Más allá de sus rasgos tácticos y puntuales del presente, su naturaleza volvió a ponerle en ventaja.
Marcelo silenció el arrebato que siempre capitaneó Franck Ribery
Los locales, en base a una idea tan simple como recurrente en su ADN, conectaban su ataque de manera muy directa. James Rodriguez, acompañante de Javi Martínez, se despegaba de él hacia un lado, en diagonal, mientras Robert Lewandowski venía en apoyo desde la posición de ‘9’. En base a esos dos movimientos, el conjunto alemán superaba la medular blanca y abría a una banda para acelerar la jugada y finalizar cada ataque. Para que el colombiano o el polaco recibieran entre líneas, la amenaza de Ribery, situado muy arriba y siempre abierto, unido a la irregular intensidad y posicionamiento del bloque español, fueron fundamentales para entender cada recepción del francés, el principal recurso ofensivo de su equipo. No sorprendió a nadie que el Bayern atacara así, pero al Madrid si pareció sorprenderle lo que estaba pasando.
El asunto tuvo que ver con la operatividad de una idea a la que le faltó algún que otro postulado para ser llevada a la práctica. Y es que el Madrid sabe perfectamente lo que ocurre en el terreno de juego pero en el día de ayer estuvo especialmente espeso para encontrar su solución. Como se ha demostrado en multitud de ocasiones, para que el Madrid tome el mando desde la pelota y desde la posición, es decir, para que sume prontas recuperaciones por defender de cara y arriba, llámese «desde el sistema», su circulación de balón tiene que ser ágil, con réplica desde posiciones avanzadas, con jugadores en banda, con otros de espaldas y con sus mediocampistas sirviendo de apoyo. Y que el balón corra. Pero su intención fue la de templar el ánimo en lugar de dominar por completo. Y en esa duda, se quedó apelmazado. Perdió demasiado pronto el balón y eso desconectó su actividad para defender y recuperar los metros que cedía con cada mal pase o mala decisión.
Ocupado el campo de manera irregular, fue Luka Modric el que entendió que Cristiano estaba muy solo, que a su equipo le venía faltando un apoyo más en cada zona del campo. El croata rompió las jugadas, tomó algún riesgo más y agitó la escena hasta que el Madrid recuperó el mando. Las cadenas de pase se extendieron a lo ancho y si bien se puso de manifiesto que Ronaldo debía multiplicarse, la noche tomó, momentáneamente, otro color. Lo hizo tras el 1-0, al que el Bayern había llegado de forma concreta. Pero esa fase de dominio blanco no duró en exceso. En esa sucesión de dominio alterno llegó el mejor momento de los bávaros. Antes de que Marcelo emitiera una factura de valor golazo, el Allianz acarició el área con muchísimo empuje.
Asensio fue la respuesta de Zidane ante los problemas bávaros
La idea, siempre sencilla, consistió en acercar a Thiago a la mediapunta, con Müller sumándose al área desde el segundo palo. Ribery llegaba a línea de fondo, producía un córner y James, con su portentoso golpeo, lo ponía al corazón del área. Allí, Raphael Varane contuvo cada envío y cada salto. Y en parte, construyó el dique que permitió al Madrid intimidar a la contra. Porque la reacción de Zidane fue sacar a Marco Asensio. El balear, intimidante en cada poro, cambió el registro. El entrenador francés se procuró la opción de atacar espacios desde la individualidad y su decisión fue acertadísima. Si de algo carece el Bayern es de una transición ataque-defensa reconocible y sólida. Su cuerpo como equipo y la formación elegida en la noche de ayer aseguraba espacios en su retaguardia. El error de Rafinha consumó el traspaso en los roles.
Fue especialmente llamativo la media hora que se sucedió después. Pues apenas se vio reacción en los alemanes. Sólo Ribery iba, como un gif, hacia línea de fondo, y todas las ocasiones de su equipo fueron generadas por él. Pero el Madrid, que no estaba especialmente fino en su plan con balón, entendió que había que poner cuantos sacos de arena fueran necesarios para drenar el agua. Lucas de lateral, Varane en su ayuda, y en general todo el contingente, se fueron a por el francés. Propio de un equipo que volvió a salir ileso de una inferioridad, la visita del Real Madrid al Allianz Arena se saldó con victoria.
Foto: CHRISTOF STACHE
Jaime 26 abril, 2018
Hola
Gracias por vuestros artículos, siempre interesantes. Una duda, he leído esta frase por segunda vez hoy:
"El brasileño marcó en París, lo hizo en Turín y también ayer en Munich"
En París marcaron CR y Casemiro, ¿no?
Saludos y seguid así!