Islandia fue en la pasada Eurocopa el cuento de la competición. No sólo por sus particularidades sociales y deportivas sino también por representar un ideal llevado a sus máximos como motor de lo que debe ser una competición de naciones. De ahí emergió todo su valor, su convicción y su fortaleza como equipo. Debutar en una fase final y expresar sus ideas futbolísticas ante media Europa convirtió su concurso en un viaje trascendental. Y fue ante Inglaterra donde todo cobró forma, y donde se pudo comprobar las dificultades de los ingleses para generar algo similar. Inglaterra llegará a Rusia en época de cambios y juventud y le toca a Gareth Southgate crear algún truco que haga despegar a los suyos.
Uno de los principales problemas de los británicos es la ausencia de mensaje en sus proyectos. De entrada, no disponen del mensaje de la victoria ni del pasado triunfal, pues su caminar en la Copa del Mundo es realmente escaso en cuanto a grandes momentos. Tampoco pueden construir ningún alegato en favor de una época concreta donde el juego representara un orgullo en lo que se entiende como fútbol moderno. También les ha sido difícil poner en valor a sus estrellas en un escaparate como el que se avecina, y no siempre han tenido grandes cracks de los que presumir al máximo nivel. A Inglaterra la siguen alumbrando para ver qué sucede y no tiene ninguna idea desde la que contrarrestar el foco de atención. Les queda lo que se ve en el campo. El fútbol. La identidad.
La ausencia de mensaje complica la competitividad inglesa
Ahí habrá mucha tela que cortar. Entre todas sus posibilidades ofensivas, Southgate no dispone de un jugador en el que parar su ataque y templar la escena. Este concepto puede convertirse en algo fundamental dada la relativa poca experiencia de sus jugadores con la camiseta nacional y de lo que supone en sus mentes un día en el que toca seguir o irse a casa. Todas las configuraciones por las que ha optado Southgate han tenido, como principal carencia, un playmaker, y no necesariamente en el centro del campo, sino en cualquier momento anterior o posterior de la jugada. De su actual convocatoria o de la potencial que llegue a Rusia, se desprende que maneja altas dosis de desequilibrio, velocidad y gol pero si aparecen los nervios, se echará en falta la calma.
El reciente protagonismo de Jack Wilshere podría, sobre el papel, asumir dicha misión, pero con las dudas evidentes sobre el peso específico de su fútbol. En contra de lo que supone Kane en el remate, Sterling en el uno contra uno o Rashford en la zancada y la acción individual, encomendar a Wilshere labores de construcción no soluciona el problema identitario. Más que nada porque para Southgate, por lo visto en la fase de clasificación, un Wilshere parece más un recurso que un inicio. En el último año, Inglaterra ha intentado dar cabida a sus individualidades con caminos bastante predefinidos, donde los centrocampistas buscaban más equilibrio.
Harry Kane llevará la responsabilidad de gol
Si bien fue el Tottenham la base táctica de la selección, no ha sido el camino clasificatorio un signo inequívoco de ello. Desde un 4-2-3-1 o un 4-3-3, los ingleses han focalizado su fase ofensiva en hombres rápidos, verticales, de ímpetu o desborde, pero con matices diferentes a lo que representa las ideas de Pochettino. Con Kane coronando la tarta, los más utilizados han sido Sterling, Chamberlain, Rashford y Alli, y opciones como la de Lingard no hacen sino acentuar el tipo de mediapunta, extremo o atacante con el que desembarcará Inglaterra en el Mundial. Quizás ese sea su mensaje esta vez.
Foto: Gareth Copley/Getty Images
Santiago Estrade 21 marzo, 2018
A lo mejor no le queda otra que apostar por un fútbol más premier que nunca. Desde luego, como mensaje, es muy potente. Sería retomar su identidad más pura, de cesped encharcado en los suburbios industriales. Ataque profundo, amplio, rápido. Justo teniendo a jóvenes promesas sin acabar de explotar del todo entre tus mejores atacantes, cuyas principales virtudes son el desborde y la profundidad, reforzaría su motivación (y quizás su rendimiento) erigiéndolos los avatares del proyecto.
Salida por fuera con Delph o juego directo hacia Dier-Alli-Kane/Vardie. Finalización por fuera con centro lateral a Kane/Vardie y Alli cargando el área o diagonal del extremo (Rashford/Sterling) apoyándose por dentro en Lingaard/Wilshere o Kane.
Es muy rudimentario, pero para un torneo corto tipo mundial, puede ser una propuesta que por momentos sería capaz de empotrar al rival contra su área y puede ser la sorpresa. Sería cuestión de ver si es capaz de cerrar las bandas en la transición defensiva y ajustar la altura de Dier-Wilshere y de un central para tener una posible salida por dentro.