Navas, Escudero, Sarabia y Correa invocaron el espíritu de las grandes noches y convirtieron el Ramón Sánchez Pizjuán en aquello que fue en los tiempos épicos de Dani Alves y Frederic Kanouté. Se vivieron 90 minutos intensos, emocionantes, de comunión entre equipo, grada y escudo, y se logró que Jose Mourinho y su Manchester United se viesen inmiscuidos en un tipo de fútbol que no les interesaba. Ese fue el gran éxito del Sevilla y del sevillismo. Pero después del mismo, esperaba un imbatible David De Gea que es, hasta hoy, no sólo el portero, sino también el as más decisivo de esta Champions League.
Jesús Navas y Sergio Escudero, ambos tremendos, fueron los motores del gran ritmo del Sevilla FC.
De inicio, Montella optó por lo de siempre y Mourinho tomó decisiones adaptadas. En concreto, dibujó un 4-3-2-1 en el que sacrificó a Paul Pogba en beneficio del joven centrocampista Scott McTominay, un chico de gran planta y despliegue físico que en calidad de interior izquierdo parecía tener la misión de entorpecer las acciones de Ever Banega. En total, hasta cinco jugadores del United saturaban el carril central, que es donde el Sevilla, desde la sociedad Banega-N´Zonzi, más toca la pelota. Y donde más la tocó (su doble pivote se asoció hasta en 45 ocasiones). Sin embargo, la energía del Sevilla y, en especial, la valentía de sus dos laterales, Jesús Navas y Sergio Escudero, pesó más sobre la velocidad del partido que el atasco interior mascullado por Mourinho. Los dos españoles asumieron responsabilidad, progresaron sobre el campo y metieron ritmo al juego en cada participación. Las sensaciones visuales conectaban más con las pretensiones de Montella que con las de los Red Devils.
El Sevilla atacó muy rápido, pero repitiendo siempre las mismas jugadas y volviéndose muy previsible.
El problema del Sevilla FC se presentaba a la hora de transformar su dominio territorial y rítmico en ocasiones de gol. El hecho de que, pese a la omnipresencia de N´Zonzi y Banega, fuesen Escudero y Navas los motores prácticos del ataque hispalense derivaba en que las recepciones de Correa y Sarabia se produjesen de un modo muy vertical y plano: el juego estaba abierto y seguía abierto, es decir, el sistema defensivo inglés no era removido. Cuando, de la forma más habitual, Correa recibía la pelota desde Escudero y se disponía a encarar a Valencia -sobre quien exhibía una superioridad individual evidente-, se topaba después con un mínimo de dos ayudas escalonadas prestas a abortar sus iniciativas. Quizá, se echó en falta una relación más prolífica entre el Mudo Vázquez y sus extremos de cara a mezclar y sorprender. Así, se podrían haber marcado diferencias de mayor rentabilidad.
Al fin y al cabo, medirse a un fenómeno siempre altera el cauce natural de las cosas. El Manchester United tiene uno bajo palos y, para batirle, se requiere: o de un volumen ofensivo que Mourinho reduce con su acumulación, o de una finura en la definición que el Sevilla no tiene dinero para comprar, o de una claridad en las ocasiones a resolver que, debido a lo expuesto, el conjunto de Montella no propició.
Lukaku hizo poco debido al planteamiento conservador de Mourinho, pero dejó su huella y amenazó.
Lo que, en la práctica, sí hizo muy bien el Sevilla fue controlar la transición ofensiva del Manchester United; el guardameta Sergio Rico pasó por ser el futbolista menos exigido del encuentro. En parte, porque el planteamiento de Jose Mourinho no derrochó precisamente una ambición a destacar. Alexis Sánchez y Juan Mata, los llamados a conectar el triángulo defensivo con el delantero centro Lukaku, desempeñaron más tareas de contención que de enlace con el goleador belga, y la soledad del bueno de Romelu dejó en muy poco el factor que tenía a favor el dueño de Old Trafford gracias a la extrema superioridad física de su «9» sobre los centrales Mercado y Lenglet. No obstante, con la vista puesta en la visita al mítico templo del fútbol, la pareja defensiva de Montella va a necesitar un plus de protección. En lo poquito que atacaron los diablos, se percibió que Lukaku goza de un predominio preocupante. Y se presume que, en su casa, el Manchester United sí va a mostrar un carácter más agresivo. Dará más miedo.
Foto: CRISTINA QUICLER/AFP/Getty Images
JTernero 22 febrero, 2018
Ví un partido un tanto raro, extraño. Por un lado, el Sevilla tipo, con la grandeza contemporánea adquirida en las grandes citas jugadas en el Pizjuán, junto con el esquema, la alineación y la forma de jugar que implantó Montella este año. Que pudiese verse todo ello, me pareció un gran indicativo del buen trabajo desarrollado por parte del equipo local. Como contra, me pareció un equipo muy blando. La calidad de sus atacantes, a priori, no da para unos cuartos de final de Champions, al menos todavía. Aunque apoyados en la grandeza de Banega, Navas, Escudero y el buen hacer de Mudo y N'Zonzi, el equipo compitió en una noche muy importante, sin cometer grandes errores. No hay que olvidar lo que ocurrió el año pasado frente a Leicester.
Por el otro lado, el Manchester United me dejó desconcertado. Mi sensación fue que tuvo plan de defensa, pero no de ataque. Mi sensación, repito. No entendí muy bien ese intento de defender por acumulación pasiva, ni las pocas contras que intentó, ya que teniendo a Mata, Ander y Pogba, por un lado, Lukaku bajando balones y atrayendo centrales y Alexis para atacar el espacio débil, esta parecía una consigna que debía ser meridianamente clara, pero que no se vió en casi ningún momento de la noche. El no-ataque del United me dejó algo descolocado. También pudo influir el buen hacer de un Sevilla que puso mucha atención en la transición ataque-defensa. De cualqueir modo, me recordó mucho al partido del año pasado que jugó el ManU frente al Celta en Balaidos. Y este equipo sí que tiene potencial para llegar y marcar muchos goles. Sus delanteros si son Champions y más ante un Sevilla.
La eliminatoria se decide en Old Trafford. Ahora bien, lo que en principio otorga ventaja al equipo inglés, creo que esconde más de una trampa. La fragilidad defensiva era el aspecto que más preocupaba en esta ida y la portería a cero es una gran noticia para el sevillismo. El equipo hispalense ha competido en su campo, dando una imagen digna y creo que viaja a Manchester con mucha ilusión en el bolsillo. No creo que Mourinho esté en exceso preocupado, pero la ventaja de goles en campo rival y este 0-0 ha dado una vida a la eliminatoria con la que al principio no muchos parecían contar. Lo normal es que ganase el United, pero que el Sevilla tiene opciones muy serias de dar un susto, no lo dudo. Creo que se da una situación que no ha existido en estos años previos en la Champions, el Sevilla en octavos, con piel de cordero, con muy poco que perder, y el partido en casa solventado de forma muy consistente. Veremos, pero la vuelta,cuanto menos, será muy emocionante.