El Villarreal CF venció por primera vez en su historia en el Santiago Bernabéu tras un partido cuyo desenlace habría podido sorprender si el Real Madrid no estuviese inmerso en una dinámica tan negativa. Los de Javi Calleja plantearon un encuentro conservador en el que concedieron a los blancos toda la iniciativa tanto con balón como sin él, reduciendo sus avanzadas ofensivas a contras que, sin Bakambu, apenas intimidaron. En cambio, siquiera fuera a golpe de insistencia, continuidad y aplastamiento, el Madrid hizo méritos suficientes para obtener, incluso, una victoria tranquila. Pero como se apuntó, su dinámica es tal que a nadie chocó que en el último contragolpe de la tarde, Fornals, dotado de toda la finura de la que careció su adversario, ajusticiara a un vigente campeón que podría quedarse a 19 puntos del actual líder justo al término de la primera vuelta. En la rueda de prensa posterior, Zidane fue cuestionado sobre qué necesitaba su equipo para salir del pozo. Contestó que «ganar y cambiar la racha». Y así, confesó sus planes.
¿Por qué Zidane repite incluso los cambios si nunca le funcionan?
Una de las preguntas que más sobrevuelan la actualidad del Real gira en torno a por qué Zidane no cambia nada si lo que está haciendo no le está funcionando. El técnico francés, que el año pasado probó multitud de sistemas y alineaciones, parece recluido en sus 11 jugadores titulares, el rombo en el centro del campo, el discurso futbolístico de los mil centros laterales y los cambios sistemáticos de Lucas Vázquez por Isco y de Marco Asensio por el delantero que acompañe a Cristiano, que provoca una mudanza del esquema hacia el 4-3-3 cuyo fin reside, precisamente, en centrar aún más -aunque el área esté más vacía-. Como se avisaba, no le está saliendo nunca, pero envite tras envite, repite. ¿Qué pretende?
A este respecto, resulta interesante atender a la declaración de Toni Kroos –uno de los hombres más espesos y sobre los que, a su vez, más confianza está depositando Zidane- tras la derrota frente al Villarreal CF:
«Es cierto que son tiempos difíciles para para nosotros y todos los madridistas, pero todo el que dice que hoy jugamos un mal partido no tiene ni idea de fútbol. Tuvimos una buena actuación y hay que seguir. Todavía hay mucho por ganar esta temporada», Toni Kroos.
Uniendo ese sentir con la respuesta de Zidane a qué necesitaba su Madrid para retomar el vuelo, se extrae en qué consiste la apuesta del entrenador y del vestuario. Existen dos formas de afrontar una crisis, la primera se basa en transformarse para prevalecer y la segunda, que es la blanca, en cerrar filas y proteger a capa y espada la fe en un modelo a la espera de que la calidad individual de la plantilla enlace un par de triunfos que genere un punto de inflexión y reconstruya la confianza, porque con confianza, está probado que el sistema del Madrid, sobre todo de cara a las eliminatorias del KO, no sólo funciona, sino que es ultra dominante.
Sobre la teoría, alberga sentido. Lo único que tiene el Real a su favor en este momento es su pasado reciente, y se comprende que a su técnico le dé miedo perder eso también. Sin embargo, surgen dudas legítimas acerca de la viabilidad de su plan. Para empezar, porque su calidad más evidente se localiza en el centro del campo, no en el área propia o en la ajena, y así es mucho más difícil encadenar buenos resultados sin buen juego. Y para acabar, porque La Liga española no perdona a los colectivos que adolecen de no mostrar un fútbol compacto. No hay equipos sin capacidad y rutinas para agarrar la pelota y enlazar posesiones o transiciones de gran categoría técnica que castiguen posicionamientos rotos y, sobre todo, mentes desesperadas. El Villarreal, en uno de los estadios, sobre el papel, más inexpugnables del mundo, no necesitó una gran actuación para coger el botín de los tres puntos. Varios paradones de Sergio Asenjo, un partidazo de Álvaro González en el ámbito de la defensa aérea, el saber estar de Rodrigo Hernández y cuatro detalles de Castillejo y Fornals fueron suficiente. Y sin restar mérito a ello, se trata de algo que está al alcance de bastantes proyectos del actual fútbol español. El Madrid, de esta guisa, va a necesitar suerte.
Foto: Denis Doyle/Getty Images
Javier Barrientos 14 enero, 2018
Con el mismo juego exhibido contra el Barcelona y Villarreal en las primeras partes durante 30 minutos más, el Madrid es imbatible. Están simplemente en un momento de recuperación del pico de forma física.
No hace falta cambiar nada. Es más, ese pico de forma no se alcanzaría si los jugadores no jugasen a tope un determinado número de minutos.
Enero será un clavario, pero en Febreo vendrá la redención.