El Paris Saint-Germain ha completado un inicio de curso realmente positivo en cuanto a resultados se refiere. El poderío de su delantera no tiene ahora mismo parangón en la Champions. La facilidad que muestran para penalizar situaciones desfavorables para el rival es única en registros. Aquel partido ante el Bayern en París fue la mejor muestra de ello. Sin necesitar de fuegos artificiales, el conjunto de Emery castigó con una goleada y un adiós a Ancelotti. Sin embargo, al contrario que el City, el otro gran outsider al título final, en este tiempo el PSG no ha podido desarrollar una estructura colectiva capaz de sostener el aumento de exigencia que supone abril.
La lesión de Motta le ha hecho mucho daño porque ha redundado en todo esto. Unai optó por invertir en el once de más calidad, con Rabiot de mediocentro y Draxler de interior, lo que dejó otra gran serie de resultados en Francia. Pero, ¿hasta qué punto es esto un espejismo? ¿Cuál es el nivel real del PSG? Anoche, ante un Bayern esta vez sí muy serio, las lagunas de su sistema se hicieron visibles.
El Bayern hizo muchísimo daño por banda izquierda.
Heynckes afrontó el partido como si de una ida de cuartos se tratara, adaptándose y matizándose a las virtudes y defectos del PSG. Los laterales bávaros, por ejemplo, no llegaron hasta línea de fondo como suele ser habitual. Pero Jupp siempre quiere atacar por fuera, así que lo que hizo fue pedir a James Rodríguez que escorase mucho su posición, sobre todo hacia el sector izquierdo. Ahí, junto a un Ribery muy ligero, el colombiano hizo mucho daño. Jugaba solo. Nadie le perseguía. Y la peligrosa situación de uno para uno entre el extremo alemán y el lateral francés se convertía en un dos para uno de difícil solución tanto para Dani Alves como para Kurzawa.
Así, el Bayern Munich consiguió destapar las dos grietas defensivas del PSG: los costados y el punto de penalti. Lo último sorprende porque es el mismo problema que lleva teniendo varios años, pero ciertamente el PSG no ha invertido en mejorar esta zona y sigue siendo muy vulnerable. La cuestión es que ahora la situación que vive en las bandas hace todavía más peligroso dicha grieta. El 4-3-3 parisino exige un retorno a los puntas que no existe, pues Mbappé y Neymar se quedan descolgados buscando castigar los espacios. Los interiores, Marco y Draxler, ni pueden llegar ni llegan a ciertas zonas. Y Rabiot, como único pivote, no puede corregir ninguna situación ni a su espalda ni a sus lados, con lo que Dani Alves (extremo el año pasado) y Kurzawa (una debilidad permanente atrás) afrontan a menudo situaciones en desventaja. Incluso numérica.
A un duelo de pegadores, difícilmente nadie podrá ganar a este Paris Saint-Germain. Incluso ayer, sin que nada funcionase, Kylian Mbappé volvió a mostrar por qué ya es -y con cierta diferencia- el jugador más joven en marcar diez goles en la Champions. Pero esto ya se sabía en verano. En los tres meses que quedan para los primeros cruces, la primera y última gran tarea para Unai Emery será construir o consolidar en el día a día de la Ligue 1 las bases de un sistema también preparado para sufrir. ¿Lo conseguirá?
Foto: GUENTER SCHIFFMANN/AFP/Getty Images
morano 6 diciembre, 2017
Creo que va a morir con el once de la calidad técnica.
Parece que ha optado por ello.