Atlético de Madrid y Real Madrid no llegarán precisamente a pleno rendimiento al primer derbi del nuevo Metropolitano. Con cualquiera de los dos a un nivel acorde con la expectativa, resultaría muy fácil destacar un favorito, pero con ambos tan por debajo de lo lógico, no queda otra que dedicar la previa a los problemas fundamentales de cada uno de los conjuntos. Casualmente, podrían estar hilados.
Pese a que las estadísticas retratan un Atlético seguro atrás cuyo gran déficit radica en la puntería arriba, la desconfianza que lastra su juego emana de las dificultades que padece para defender. A la gran traba con la que tuvo que aprender a malvivir el año pasado -la carencia de un pivote puro– ha añadido una sangrante debilidad en la defensa de los centros laterales que le impide conectar con la esencia que encumbró a este proyecto en sus mejores momentos.
Oblak está tremendo bajo palos, pero no en el juego aéreo.
Las dos taras, por supuesto, están conectadas. Fue la primera, la del medio, la que impulsó a Simeone a estrechar su línea de cuatro centrocampistas para proteger a ese doble pivote desprovisto de mediocentro nato, y lo que a su vez derivó en una peor cobertura en los costados que ha aumentado la calidad de los centros al área del rival, donde además, la respuesta de Oblak, Savic y compañía no está siendo demasiado buena.
El Madrid no está equilibrado en ataque y lo fía todo al talento.
De manera paradójica, las complicaciones en el ataque del Real son distintas pero se localizan en los mismos metros. La acumulación de futbolistas por dentro y ausencia de extremos está dejando a Kroos sin puntos de referencia arriba sobre los que asentar la posesión, y ante ese contratiempo, la solución está siendo la magia de Isco, que es digna de elogio pero que redunda aún más en el problema táctico de juntar demasiada gente demasiado atrás y demasiado en el centro.
Isco en banda izquierda sería un gran problema para Simeone.
En el último encuentro de los merengues, frente a la UD Las Palmas, Zidane recuperó el 4-3-3 a pesar de mantener a Isco, su hombre más en forma, en el 11 titular. En movimiento, se producía la típica asimetría de los equipos de Cristiano en virtud de la cual el extremo izquierdo se cierra para ejercer de delantero y el interior -Isco- se abre para ocupar el costado. Y precisamente en ese ajuste, en emparejar a Isco con Juanfran, podría tener el Real una vía directa hacia la creación de ocasiones. Atacaría una debilidad colectiva (banda) e individual (Juanfran) con el más inspirado de sus genios. Pero aunque a Simeone no le haría gracia, tampoco sería un plato agradable para Zidane sentar a uno de sus otros mediocampistas.
Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP/Getty Images
adiazagero 18 noviembre, 2017
Dado el escenario que se plantea en el texto, yo sí lo veo factible aunque Zidane opte por jugar con sus cuatro medios de cabecera. Desde la mediapunta, Isco podría rellenar el hueco de Cristiano en izquierda, siempre y cuando éste arrancase a pocos metros de la banda. Kroos, el interior de ese sector, no acostumbra a ganar tanta altura como para que se pisen, y la presencia de Marcelo (que a ver cómo está) estimularía el fútbol del malagueño por la izquierda, que no deja de ser su parcela predilecta. Además, el movimiento revolvería ese centro del campo rojiblanco y podría abrirle la puerta a Benzema para hacer su fútbol si Zidane no le exige que rellene área con Ronaldo de manera permanente para explotar esa debilidad del Atlético de Madrid.