Croacia derrotó a Grecia de manera abultada y prácticamente se garantizó su presencia en la próxima Copa del Mundo de Rusia 2018. Su plan de juego se basó en los mismos principios que viene utilizando desde que Zlatko Dalić es el seleccionador; todo en virtud de un 4-2-3-1 con Rakitic en el doble pivote y sacando la pelota y Modric de «10» contemporizando entre líneas y buscando jugadas decisivas que dota al equipo de cierta constancia. No hay mucha nitidez, ni desequilibrio ni mucha determinación. Pero sí constancia.
Skibbe no ayudó a sus jugadores a conservar sus virtudes.
Dicho de otro modo, el combinado que están construyendo los croatas es el típico que se estrella contra cualquiera rival organizado que completa la misma con alguna noción de contragolpe. Mas esa definición estuvo lejos de poder ser aplicada a la Grecia de Michael Skibbe.
Grecia fue uno de los conjuntos menos competitivos que se han divisado en esta fase de la competición. En realidad, no se trata de un candidato tan débil -durante la clasificatoria ofreció una cara más seria-, pero sí que está compuesto por un grupo inexperto y por tanto proclive a derretirse en un momento caliente; y Skibbe no ayudó a los suyos convirtiendo esta fecha especial en un instante todavía menos relacionado con su rutina: cambió el esquema habitual e implantó un 5-3-2 que mandó señales conservadoras, quizá, no demasiado necesarias, toda vez que Grecia había exhibido consistencia más que suficiente con su sistema de línea de cuatro.
Así, un equipo que había recibido escasos seis goles en 10 jornadas de fase de grupos, se transformó en un mar de dudas y nervios que concedió errores groseros en su última línea hasta el punto de regalar, no facilitar sino regalar, cuatro tantos a esta Croacia que no parece destinada a derrumbar puertas, sino a tocar una muchas veces a la espera de que se la abran como hicieron los helenos.
Foto: Srdjan Stevanovic/Getty Images
Abel Rojas 10 noviembre, 2017
Lo que más me decepcionó del encuentro es que creo que, en circunstancias normales, y cruzando lo visto durante la clasificación en ambos equipos, este cruce estaba destinado a ser la bomba en cuanto a emoción. Grecia tiene menos calidad individual pero la estructura enseñada en estos meses era sumamente superior a la de los croatas. Qué menos el efecto azucarillo que vimos ayer.