Contaba Andrés Monje en el podcast «Línea de Fondo» que durante el verano previo a la temporada 2016/17 de la NBA, el entrenador de los Memphis Grizzlies habló con Marc Gasol y le pidió que aprendiera a jugar más abierto y a ser más eficaz en el tiro de tres. Al principio, el pívot, un maestro en los postes, creyó que era una broma, pero aceptó el reto y en tan solo un mes de competición ya había anotado más triples que en sus ocho primeras temporadas como profesional juntas. El efecto en los Grizzlies, un incremento del espacio ofensivo que derivó en un extra de fluidez que les llevó a otra dimensión.
Messi y, en menor medida, Benzema han cambiado el juego.
En el fútbol, está pasando algo similar con la posición de delantero centro. En la década pasada, había dos tipos: los rematadores y los rápidos. Casos como los de Kluivert o Kanú -curiosamente ambos nacidos en la misma cantera- eran excepciones muy poco frecuentes. Sin embargo, la explosión del concepto de «falso 9″ de la mano de Messi y Guardiola y la consolidación de Benzema como ariete del Real Madrid generaron argumentos ofensivos tan interesantes, y tan compatibles con la figura del extremo goleador que tanto se estila, que se convirtieron en una inspiración. Porque más que ser copiados, fueron utilizados como fuente formativa para complementar el repertorio de jugadores muy distintos a ellos.
Dzeko no participa mucho, pero sí de muchas formas distintas.
Uno de los reflejos más visibles en el presente se percibe en Edin Dzeko. El «killer» de la Roma ha alcanzado su etapa de madurez y exhibe una regularidad y una determinación que antes no se le habían visto, y una de las actualizaciones que ha experimentado su abanico de recursos se vincula justo a lo planteado antes. Dzeko, en estilo, sigue siendo el de siempre; se trata de un tanque especialista en el remate que en el área es mejor que fuera de ella, pero ha añadido unos desmarques de apoyo y un plus creativo en su juego de cara a portería que a Salah le regaló el contrato que firmó con el Liverpool y a Di Francesco le está permitiendo atacar relativamente bien a pesar de la patente falta de talento que golpea a su plantel.
Morata podría mejorar sus movimientos en ataque estático.
Y a Morata, esto le falta. Por sus condiciones, tiene facilidad y tendencia para caer a la banda y liberar el centro en fases de contragolpe, pero durante los ataques más estáticos o posicionales, le cuesta limpiar la frontal del área para que llegue la segunda línea. Puede que no se sienta cómodo cayendo en los apoyos porque sus pies no son del todo sutiles, pero aportar en espacios más descargados está más relacionado con el poso que con la propia habilidad. Harry Kane, que no es un virtuoso aunque atesore más de lo que aparenta, brilla técnicamente porque baja a recibir. Por supuesto, esto no debe convertirse en máxima o rutina recurrente -no es el caso de Dzeko-, pero en un sistema que prepara las irrupciones en manada de Kanté, Bakayoko, Hazard, Willian o Pedro, que Morata hiciera el movimiento de limpieza cuatro o cinco veces por noche le elevaría como un «9» todavía mejor del que ya es.
Foto: Michael Steele/Getty Images
Soprano_23 31 octubre, 2017
Edin Dzeko es una jugadorazo que no ha tenido la carrera que su nivel merecía, en mi opinión.