La particular historia de Timo Werner en el fútbol alemán comienza, sin que él lo supiera, en abril de 2005 en la ciudad de Salzburgo. Fue cuando Red Bull se hizo con el 100% de las acciones del SV Austria Salzburg y borró de un plumazo todo sello de identidad del club. El morado de su camiseta pasó a ser rojiblanco, y una pequeña cantidad de indignados fans fundó meses después el nuevo SV Austria Salzburg, que en este momento agoniza en la cuarta división del fútbol austriaco. Aquello fue el pistoletazo de salida de le negativa reputación que la famosa marca de bebidas energéticas se ha ganado en el panorama futbolístico mundial, y que ha tenido otros episodios en Estados Unidos y, por supuesto, en Alemania, tras la fundación del RassenBallsport Leipzig, que curiosamente representa el proyecto moralmente “menos criticable” de Red Bull en el mundo del fútbol.
El segundo caso se produjo en New York. En 2006 Red Bull arrasó con New York MetroStars, uno de los clubes fundadores de la Major League Soccer, cambiando su escudo, su equipación, y construyendo un nuevo estadio. A cambio algunos de los socios de los MetroStars recibieron un cheque de cinco dólares como compensación por perder todos sus privilegios y, según sus propias palabras, “robarles la memoria”. El caso de Leipzig fue diferente, aunque la bebida energética intentó sin éxito seguir los dos pasos anteriores. En un principio Dietrich Mateschitz -fundador de Red Bull- tanteó a Sankt Pauli, 1860 München o Fortuna Düsseldorf para repetir el proceso, pero la brutal y agresiva respuesta de sus respectivas hinchadas llevó a optar por una vía que, por otro lado, le resultó más cómoda para saltarse el control de licencias de la Federación Alemana, al arrancar desde la quinta categoría.
Leipzig no lo tuvo fácil a nivel social cuando llego Red Bull
Red Bull compró la plaza del SSV Markranstädt, y trasladó su sede a Leipzig, lugar que llevaba muchos años sin vivir fútbol de primer nivel, donde las fantásticas infraestructuras iban a ser aprovechadas, y donde la masa social local iba a “aceptar” de buena gana la inyección económica. Evitar la animadversión de una afición concreta no salvó al RB Leipzig de concentrar el odio del resto del país. El nuevo club “robó” juveniles de otras canteras sin ningún reparo, y su particular doping financiero provocó la ira de cada afición rival, que se ha encargado de convertir sus visitas en un auténtico infierno. En el camino el RB Leipzig ha ido incorporando jugadores de primer nivel, y Timo Werner es hoy en día la cabeza del proyecto futbolístico más odiado de Alemania, lo que explica el particular contexto que el joven futbolista vive en la Bundesliga.
Guillermo Valverde explicó en Marcadorint la complicada situación que el delantero germano ha tenido que vivir en los últimos años. Las maneras de su club, emblema del fútbol moderno, capitalista y contrario a los valores tradicionales del deporte de una sociedad especialmente comprometida con respetarlos, y un piscinazo frente al Schalke 04, ha provocado que Werner se haya convertido en uno de los jugadores más odiados por las hinchadas visitantes casi en cada estadio que visita en la Bundesliga. Pitos, insultos, cánticos en su contra y una situación que -y esto es lo más grave- se ha trasladado fuera del terreno de juego, está llevando a uno de los grandes talentos del fútbol europeo a vivir una complicada realidad semana tras semana. Pero, ¿es para tanto? La explicación a esta persecución tiene también parte de excusa, y resulta sencilla: Timo Werner es el típico rival al que nunca, nunca, nunca, quieres enfrentarte.
Werner se postula como delantero centro titular de una de las dos o tres grandes candidatas a levantar la Copa del Mundo en Rusia el próximo verano, y más allá de que sus características encajen perfectamente con lo que Joachim Löw puede demandar a su ariete para completar la magna calidad de sus centrocampistas y mediapuntas, su propia categoría individual explica que sin haber tenido continuidad en el fútbol continental y sin haber nunca levantado un título de primera fila, vaya a ser con casi total seguridad el ‘9’ titular de Alemania en la cita mundialista. Los 26 goles que ha marcado en sus últimos 37 partidos de Bundesliga son sin duda un enorme argumento, aunque su producción sobre un terreno de juego va más allá de la figura de un delantero centro que sólo finaliza jugadas.
Timo Werner ya forma parte de los planes de Joachim Löw
Para comprender la evolución de Werner en el primer nivel es inevitable valorar también el proceso que ha tenido el RB Leipzig para haber logrado mantener el pulso con el Bayern de Múnich en los últimos 13 meses. El equipo de Ralf Hasenhütl necesitó una inevitable adaptación a la Bundesliga, y desde la llegada del nuevo técnico hasta hoy ha habido una evolución en la que su delantero centro también ha crecido de la mano del contexto. El RB Leipzig había completado un ascenso vertiginoso hasta llegar al fútbol de primer nivel, y ahora debía añadir un registro a su juego que le permitiera ser más explosivo y dominante en situaciones de transición. En otras palabras, Forsberg debía ceder parte de su protagonismo, y Timo Werner, que acababa de llegar del descendido Stuttgart, recogió el testigo con una determinación impactante.
El primer RB Leipzig que vimos en Bundesliga pretendió indiscutiblemente asentarse sobre una base de 4-4-2, repliegue y contragolpe. No era casualidad que, con el éxito reciente del Leicester City en la Premier League, se recordase el hito de los de Claudio Ranieri y los suyos para hablar de los primeros meses de Hasenhütl en Leipzig. Keita -una de las bases de la evolución del equipo a un sistema más relacionado con el balón- acababa de llegar, y el técnico decidió apostar por un doble pivote más defensivo compuesto por Demme e Ilsanker. En punta, Youssuf Poulsen y Sabitzer garantizaban un buen desarrollo del plan de ataque de buscar espacios abiertos y salidas directas, donde el espigado danés resulta un activo realmente dominante.
Ese fue el escenario en el que Timo Werner comenzó a entrar en los onces del RB Leipzig, y una de sus principales características en lo físico le permitió encajar como un guante: la velocidad. Werner marca la diferencia cada vez que decide atacar el espacio, y lo hace por tres motivos. El primero, porque sus primeros metros son de una explosividad enorme, lo que le permite adelantarse a una marca que ya se encuentra sin capacidad de reacción. La segunda, porque es acero en carrera; le puedes tocar abajo, rozar el hombro o intentar agarrar, que generalmente el que va al suelo es el defensor. La tercera, porque mantiene el ritmo en carreras largas, de modo que es muy difícil evitar que reciba, tanto si la ruptura es de 15 metros como si es de 40. Una velocidad potenciada por una fijación casi enfermiza por desmarcarse le convierte en un auténtico terremoto.
La arrancada de Werner es uno de sus rasgos más característicos
Hasenhütl encontró por tanto en Werner la lanza que demandaba su sistema tras el aterrizaje en la Bundesliga. Youssuf Poulsen abarcaba una gran cantidad de metros para ganar ese juego directo y arrastrar centrales, y el retorcido colmillo de Werner para atacar su espalda hizo profundo el plan de juego. A pesar del inmediato éxito en la primera categoría del RB Leipzig, no hay que olvidar que durante el primer tramo de campeonato cada uno de sus rivales le veía con el poco respeto que generalmente produce un recién ascendido, así que en esos primeros compases de campaña Werner encontraba con mucha frecuencia espacios abiertos para que su intratable cabalgada pudiera brillar.
Sin embargo, a medida que fueron pasando las jornadas el RB Leipzig fue ganando “jerarquía”, y su plan de juego tuvo que evolucionar, añadiendo a ese dominante juego de transiciones -su gran seña de identidad- un registro que está encontrando en este comienzo de curso 2017/2018 su punto más álgido. La llegada de Naby Keita la pasada temporada, la categoría de Forsberg, la evolución de Sabitzer, la aparición de Upamecano -que permite mandar la línea defensiva 30 metros más arriba-, y el fichaje de Kevin-Augustin, han provocado que el equipo patrocinado por la bebida energética esté mutando en algo mucho más versátil, siendo capaz de dominar con cierta suficiencia partidos en el que alcanza el 55, 60 o 65% de posesión. ¿Cómo puede sobrevivir un “caballo” como Werner en un contexto como este?
En primer lugar y lo más importante, por su capacidad de remate. Werner maneja las dos piernas para finalizar, y quede en el ángulo del área que quede, tiene talento para alejar la pelota de la posición del portero. Esto le permite culminar sus rupturas -que pueden ser cortas- en goles. La otra clave de su productividad en los ataques posicionales es su capacidad para rematar centros laterales. Su figura de delantero dinámico y móvil está muy alejada de la de un nueve referencia, pero sabe culminar esperando en el área si la pelota acaba en banda. La explicación está en su determinación y en su elasticidad. Sin ser demasiado alto (1,80) tiene técnica para rematar de cabeza, y su explosividad le permite anticipar a la marca y finalizar. Si el pase es raso, tiene agilidad para poner el tobillo en la posición correcta y angular el remate.
La movilidad de Werner le permite habilitarse en ataque organizado
Evidentemente esa capacidad para finalizar jugadas le permite ser un activo clave si no hay espacio para darle un pase en profundidad, pero no hay que olvidar que esta es una situación puntual de juego y que su impacto quedaría excesivamente reducido si sólo diera el último toque en contextos de posesiones altas. Es ahí donde está el truco: Werner no sólo sobrevive, sino que está realmente presente gracias a su dominio del eje horizontal, lo que probablemente le convierta en una joya capaz de jugar muchos años al máximo nivel en la élite. La realidad es que Werner la toca mucho en contextos de posesión alta sin tener un gran dominio del juego de espaldas a portería -aunque sabe guardar la pelota ante presión y devolverla con acierto-, ni ser excesivamente creativo para imaginar jugadas en espacios reducidos. La explicación está en lo bien que se mueve de un lado a otro del ancho del campo rival.
Werner tiene un soberbio manejo de las recepciones en ambas bandas, tanto esperando en la zona más lejana de la circulación para matar la jugada, como para dar continuidad a una acción que se está desarrollando en el perfil a donde él ha basculado. Puede comportarse como un extremo en el ataque posicional, tanto si tiene que ser el que centre tras desborde, donde tiene cierta finura para mandar ese balón al área, como por supuesto si uno de los dos laterales gana línea de fondo y él está en el lado opuesto como punta escorado para finalizar en el segundo palo. En la línea de cal ofrece soluciones de forma constante, y en ese sentido su complementariedad con Augustin, un jugador que también abarca muchos metros en el frente de ataque pero quizás con un punto más de finura en espacio reducido, está siendo total en este arranque de 17/18.
La realidad del Leipzig está definiendo un jugador que parece perfectamente diseñado para Joachim Löw. Alemania tiene precisamente ese doble registro, con muchos jugadores capaces ejecutar con precisión transiciones muy rápidas, pero también, como ya hemos visto, generar escenarios con índices de posesión muy altos, donde esa evolucionada versión de Timo Werner también suma. Su entereza para mantenerse firme a esa animadversión generalizada hacia su persona, y resolver un particular problema físico que le obligó a ser sustituido frente al Besiktas en la Liga de Campeones, parecen los únicos escollos para poder encontrar un espacio preponderante en un proyecto de élite durante los próximos años.
Foto: ROBERT MICHAEL/AFP/Getty Images
ManuUel 3 octubre, 2017
Tras Mbappe, quien creéis que puede ser el otro gran nueve (en el futuro)? Werner, Dolberg, Rashford, Gabriel Jesús, Fekir (no se si considerarle 9, a mi me parece un dybala francés) u otro? Cuáles os convencen más?