La visita del FC Bayern Múnich al Parque de los Príncipes era una de esas fechas marcadas con rojo en el calendario del fútbol en estos meses de tregua relativa que se da la Champions League hasta que en febrero se viene lo importante. Había ganas de medir al nuevo Paris Saint-Germain para ver qué ha cambiado tras los fichajes de Neymar JR y Kylian Mbappé. Y lo que ocurrió frente a los bávaros generó el máximo optimismo posible dentro de las circunstancias: se demostró que se ha convertido en uno de esos conjuntos que, sin jugar bien, pueden golear a un candidato al título.
Los de Unai Emery forman un colectivo de virtudes inconexas pero sumamente rotundas. Una de estas, la que personifica Neymar JR y podría titularse «desequilibrio único en el fútbol mundial», llevó a que el partido empezase 1-0 como por arte de magia. Así comienzan a veces los que atesoran muchísimo más talento que el resto. A partir de ahí, cabría esgrimir que el Paris Saint-Germain contemporizó y administró su ventaja con madurez, pero no encajaría con el hecho aunque los resultados objetivos encajasen con dicha definición. La verdad más bien pareció que el FC Bayern, con sus limitaciones, volcó el campo hacia la portería de Areola y acribilló de centros el área de Thiago Silva.
Thiago Alcántara como mediocentro no pudo dar fluidez.
Aunque con Lewandowski, Müller y Vidal el centro al área siempre va a significar un recurso poderoso, de sobra es sabido que también se trata de uno de los más comunes y por lo tanto de los que menos reflexión y menos decisiones acertadas exigen a las zagas contrarias. Como poco, mezclarlos con ataques más interiores se antoja recomendable. Y con un James que durante el primer tiempo fue el mejor de los bávaros -aunque abandonó el verde en el minuto 45-, existe la opción, pero a cambio de recibir un primer pase desde atrás que le habilite en esas zonas centradas. En pos de trazarlo con frecuencia, Ancelotti probó a Thiago Alcántara como pivote con Tolisso y Vidal en los interiores, en un dibujo que inequívocamente retrotraía a lo de Pirlo protegido por Gattuso y Seedorf o Ambrosini, pero el hispano-brasileño no pudo completar esta crucial misión.
Los movimientos y las jugadas de Mbappé fueron dominantes.
Lo que sí constituyó Thiago como pivote fue una falta de cintura y reacción en la transición ataque-defensa que Kylian Mbappé aprovechó para sentenciar el encuentro. Cavani se mostró intenso y marcó un golazo, y Neymar desbordaba y generaba ventajas desde su imparable regate, pero fue el más joven del tridente quien edificó las auténticas ventajas contextuales. Lo del francés es una locura. Sus movimientos alteran el mapa táctico y también el emocional, y cuando recibe la pelota, a su manera, parece no ser menos dañino ni que su propio compañero brasileño. Teniendo a Kylian Mbappé, poseer un contragolpe determinante es algo que está servido. Se basta para dibujarlo y para animarlo. El Paris Saint-Germain no transmitió ningún tipo de jerarquía, pero a tenor de lo divisado, no extrañó su goleada. Ante todo un Bayern Múnich. Eso es competir con Neymar JR y ayer, sobre todo, Kylian Mbappé en el frente de un ataque.
Foto: FRANCK FIFE/AFP/Getty Images
theblues 28 septiembre, 2017
Es verdad que en la última década -es decir, desde la aparición de Messi- a ningún jugador de 18 años le habíamos visto hacer lo que le vimos este 2017 a Kylian Mbappe. Le vimos dominar los partidos de máxima exigencia: las rondas del KO en la Champions. Ante City, ante Dortmund, ante Juve, dejó su sello. Pero fue tan poco tiempo -tan solo unos meses- que cierta duda era inevitable. Quizá era solo que estaba en un esquema que lo potenciaba mucho, quizá solo era la efervescencia de la aparición en la élite.
Pero le han bastado un puñado de partidos con la camiseta del PSG para eliminar cualquier duda. Para demostrar que tiene todo para ser la próxima 'big thing'. Si es que no lo es ya. La verdad es que creo que Madrid y Barça deberían estar tirándose de los pelos. Porque Kilian le vendría extraordinariamente bien a los dos equipos en este mismo momento. Y porque el PSG ha juntado a dos genios que, si los mantiene, algo hará mal si no consigue levantar 2 o 3 Champions en la próxima década.