De la misma manera que el desembarco de Ernesto Valverde se interpretó con certeza como una gran noticia para Sergio Busquets, hacer lo propio en relación a Andrés Iniesta exigía un optimismo superior. Para un centrocampista que va camino de los 34 años, un entrenador caracterizado por la intensidad física de sus planteamientos no parecía la mejor de las continuaciones. Sin embargo, recuperar las bases del juego de posición difuminadas durante el trienio anterior podría compensar esa diferencia y rescatar una versión del capitán de los azulgranas que dotase a esa medular de una jerarquía que nunca sobra. Ayer, contra la Juventus FC, se pudieron coleccionar argumentos para defender esta perspectiva.
Resulta evidente que la mayor diferencia existente entre esta campaña y las pasadas reside en la ausencia de Neymar JR. Por supuesto se le echará de menos pero también se ha abierto una puerta al trabajo de un técnico que Ernesto Valverde está aprovechando para compensar ciertas cosas. Dos de los ajustes más identificables consisten en la reconfiguración del tridente (se ocupa la banda derecha y se deja libre la izquierda, centrando a Messi y escorando ligeramente a Suárez) y la recalibración del centro del campo, donde Rakitic ha tomado un papel posado en virtud del cual guarda la posición para participar en la gestación y la gestión de las jugadas. Dichas novedades han desembocado en un contexto que permite a Iniesta una participación superior a cambio de un despliegue físico más acorde a sus posibilidades actuales, lo cual se veía casi imprescindible para extraerle su último fútbol estelar.
Iniesta estuvo colosal en la 2015/16, pero a cambio de correr demasiado; ocupó demasiado terreno.
En el curso 2015/16, Iniesta exhibió uno de sus niveles más impresionantes pese a compartir alineación y formato con la emblemática delantera Messi-Suárez-Neymar. Para ello, se liberó de las cadenas que le habían atado de modo sempiterno -y desde luego placentero- a su zona de interior izquierdo y pasó a viajar a lugares mucho más lejanos tanto en el eje vertical como en el eje horizontal. Verticalmente, bajaba a recoger la pelota en ausencia de ese interior tipo Xavi que la trasladaba hacia arriba mientras él esperaba; horizontalmente, comenzó a pasearse por el sector derecho para acercase a Messi y similar entre ambos, con influencia irregular, contextos de control. Por supuesto, esto representó una carga física y rítmica que acabó cobrándose la factura en forma de lesiones y de un rendimiento general con forma de dientes de sierra -demasiadas bajadas y subidas-. Era claro: a Iniesta había que estabilizarlo.
La máxima de Valverde con respecto a Iniesta debe ser potenciar su fútbol reduciendo sus esfuerzos.
Con el nuevo sistema, se ha producido distintas sinergias favorecen la creación de ese contexto más magnánimo. El hecho de que Rakitic parta desde más abajo y haya exponenciado su relación con el balón -incluso ayer, en su peor partido, se fue a los 76 pases- habilita a Iniesta para esperar más arriba, entre líneas, reconciliándose con su verdadera -y determinante- esencia, del mismo modo que la marcha de Neymar, unida a la naturaleza del nuevo ocupante de la izquierda, que es Suárez y tiende a acudir de modo muy nítido hacia el área del «9», hace que Iniesta vaya a ser el destinatario prioritario de uno de los pases de gestión más repetidos en el juego del FC Barcelona: el que da Jordi Alba hacia atrás tras recibir la pelota después de un cambio de orientación de Rakitic o, fundamentalmente, Messi.
Por supuesto, en relación al proyecto de Ernesto Valverde en el Camp Nou se sigue hablando más en base a lo cualitativo que a lo más cuantitativo, en base a sus formas y no a su nivel. A pesar del 3-0 obtenido contra todo un subcampeón de la Champions League, el rendimiento culé no resulta del todo rotundo más allá de que Leo Messi pone sobre la palestra una pegada a la que ninguna otra plantilla puede aproximarse. Pero las decisiones técnicas y tácticas que se van tomando anuncian un sistema que va a sonreír a Andrés Iniesta más de lo que lo hacía el último. La regla: más fútbol, menos esfuerzo.
Foto: LLUIS GENE/AFP/Getty Images
Modrick95 13 septiembre, 2017
Ahora que parece que tenemos una idea aproximada de lo que pretende Valverde esta parece bastante lógica. A priori se está potenciando a todos los jugadores menos a Luis Suárez, lo cual creo que compensa de sobra. Además, atacando el segundo palo (a lo Mandzu) puede seguir metiendo 25 goles.
En los momentos que Messi baje, supongo que Suarez se vaya al medio y sea Alba quien ocupe la banda izquiera hablitando el pase de Messi.
Cuando el equipo sea capaz de llevar el balón a Messi arriba (mediante pase entre líneas de Rakitic, Busquets o Iniesta, o dejada en la frontal de Dembele-Suarez (para esto si le viene bien estar en la izquierda) el Barcelona será favorito en todos los partidos.
La plantilla es larga pero incompleta, es misión del entrenador potenciarla en lo posible y dar confianza a todos los jugadores, por ahora no puedo estar más contento con lo visto.
pd: Que bien nos vendría que Suárez aceptara ser suplente algunos partidos para que entre Deulo por la izquierda.