En uno de los duelos más prometedores de la jornada, el Barça fue más reconocible que el Betis si se tiene en cuenta lo que sus entrenadores buscan proyectar en el futuro. Entre Messi y las ideas del ‘Txingurri’, los hombres de Quique Setién permanecieron a la sombra de lo que se desprende de su potencial discurso. El Betis fue muy poco balón y cayó presa del poder de atracción de un ’10’ más ’10’ que nunca. El resumen del partido, como en tantísimas otras ocasiones, nació de la posición de Leo, acaparador de los mejores momentos culés, que no necesitaron que el argentino se moviera para lograr ser profundo. Lionel esperó arriba y se dedicó a disparar y asistir, no a construir.
El Barça pareció un equipo de Ernesto Valverde
En gran parte por el ritmo de las jugadas. El libreto de Valverde quiere que sus mediocampistas vuelen con continuidad, que se produzcan muchos desmarques, que los laterales rompan cuando la tracción de dentro genere espacios. Sergi Roberto y Rakitic nunca tuvieron misiones de elaboración. Toques rápidos, rupturas interiores, llegadas a línea de fondo, intercambio posicional. Esa actividad se palpó desde el primer momento, dejando al Betis muy arrugado sobre la frontal. Busquets muy arriba, las paredes con Leo y la llegada de tanta gente por los pasillos más externos, abrieron el partido. Mascherano y Umtiti cerraban e iniciaban en una única línea, vigilando y atendiendo los movimientos de Sergio León.
En esa relación bidireccional entre este ritmo y movimientos concretos y el papel de Messi, el argentino contribuyó con un poder de intimidación tan sobrecogedor como garantista. Cada recepción suya venía sucedida de un temor verdiblanco que ofrecía auténticas autopistas y situaciones de superioridad para los hombres de banda. Messi decidía a dónde mandar la pelota para después rellenar el área, la pequeña o la grande (pase atrás de los extremos y laterales). A su alrededor, las zancadas de Roberto, Deulofeu, Rakitic y Semedo, prestos a activar toda esa atracción.
Setién apenas pudo gozar de fases con balón en campo rival
A dicho temor le sucedió la transición bética, muy difícil durante toda la noche. Los de Setién, que saltaron con la idea de jugar con espacios por delante, con un 4-1-4-1 muy estrecho, dejando espacio en los costados para salir a la espalda de las incorporaciones de Alba y Semedo, quedaron a merced de cada toque del rosarino. Asumiendo esa cesión de protagonismo, la fase del juego que más experimentó fue la de enlazar contragolpes, algo que le costó mucho llevar a cabo. Y eso que su referencia, Sergio León, realizó movimientos de una calidad notabilísima hacia la espalda y entre centrales.
En salida le faltó fluidez a lo pensado por Setién. En pleno proceso de estabilizar automatismos y posicionamientos, faltó hasta precisión en los pases más sencillos. Esa falta de continuidad en el primer tercio redujo considerablemente el impacto de su posible dominio en campo rival: el Betis apenas aposentó ataques posicionales. Se contaron con los dedos de una mano, pues cruzar la medular no fue un momento intermedio, fue realmente un problema para los andaluces. Sólo algunos cambios de orientación de Guardado permitió a su equipo ganar metros, no bien interpretados por el equipo, pues al salir con espacios, surgían las ganas de explotarlos y no esperar. Faltó precisión y tranquilidad para crear peligro.
Foto: LLUIS GENE/AFP/Getty Images
Sergio Valdez 21 agosto, 2017
Me parecio ver a Deulofe en la derecha, es interesante porque sabemos que ese es el lugar de messi. Me impreciono que el betis no disparara ni una sola vez a porteria… veremos si fue por un buen Barsa o el Betis no tiene mordiente.