José María Giménez terminó empatando un encuentro que en sus dos primeros tercios resumió las mejores virtudes de su rival. El Girona de Pablo Machín realizó 60 minutos de los que no suelen verse en el arranque de un campeonato. Fue tan intenso como preciso, tan convencido como reflexivo; mandó y castigó con insistencia y puntualidad, ofreciendo un perfecto compendio de su sistema de juego. Enfrente, un Atlético extrañamente secundario en sus decisiones, tanto ofensivas como defensivas, observador de una noche que tuvo que arreglar mediada la segunda mitad. Hasta ese momento fue ampliamente superado.
El Girona de Machín realizó una primera hora completísima
Hora de exponer lo sucedido, debe mirarse a los locales. Como si por su llegada a la Primera División tuviera el gusto de exponer todo lo que puede ofrecer en la categoría, los rojiblancos fueron mucho más que una salida enérgica. Para describir su dominio, ideas que le garantizaron profundidad y seguridad defensiva. La primera es que mezcló opciones de juego con una claridad muy notable. Fueron simples pero también ambiciosos. Destacó su juego directo hacia Stuani, enfocado por fuera, y la superioridad de sus carrileros en banda, siempre libres y con el chip de mandar muchos centros a un área muy cargada. La debilidad de Juanfran en ambas situaciones facilitó la tarea. La segunda es que ofreció un juego interior muy complementario, especialmente con los movimientos de Portu.
Para definir por completo su dominio, fue clave su seguridad defensiva, lo que permitió al Atlético quedar lejísimos de Iraizoz. Tras cada envío en largo o centro al área de Maffeo o Aday, los medios cargaban el rebote con fiereza. La superiordad era tan clara como argumentada. Lo que producía por fuera era continuado por líneas más retrasadas. Hecho suyo el campo rival con cada recuperación, podía enlazar en tres cuartos y tocar rápido para activar las bandas, la zona del campo que siempre ha caracterizado al Atlético como referencia defensiva. En Montilivi, los del Cholo nunca fueron superiores en número ni en ayudas a su rival. Laterales en soledad, poca unidad defensiva de su línea medular.
Ángel Correa activó el ataque atlético desde la mediapunta
En los primeros veinte minutos, el Atlético respondió con Koke, que fue un segundo mediapunta. Desde la izquierda, el vallecano se movió para recibir y rápidamente tocar hacia Griezmann o buscar a Torres en largo. Fue la opción más buscada por un Atlético sin Filipe y con Carrasco en la derecha, demostrando que su fútbol lleva ya tiempo gestándose en el carril central. Lo que comprometió su competitividad estuvo en cómo interpretó defensivamente el encuentro. Ante la salida de tres de los gerundenses, ningún medio, Saúl y Gabi, rompió la línea para buscar la presión arriba, obligados a replegar ante cada pérdida. Una vez formado su 4-4-2 convencional, la falta de ayudas en los costados y la irregular intensidad protegiendo el espacio les llevó a defender excesivamente abajo.
El Girona, que nunca vio comprometido el resultado en toda la primera hora, no bajaba la guardia. Hasta que entró al campo Ángel Correa. La entrada del argentino, por Carrasco, supuso un cambio de sistema, pasando a tres centrales. Esta decisión confundió a los locales. Sin Torres estirando, la zaga de Machín quedó sin referencia, esperando demasiado y dejando un espacio muy bien activado por el rosarino. Su actuación fue mucho más productiva que lo que pudo provocar su golazo. El Girona dejó de atacar, dejó de defender al unísono y se complicó un encuentro cuyo mayor valor fueron ello mismos. Un sistema con muchas cosas que decir.
Foto: PAU BARRENA/AFP/Getty Images
deris 20 agosto, 2017
En primer lugar hay que alabar el partidazo de ayer del Girona, bailando durante buena parte del mismo a todo un Atletico de Madrid como no se le presupone a un recién ascendido. Gran planteamiento de Machin, que ganó la partida en la pizarra a Simeone y le dió a los suyos una ventaja táctica que estos se encargaron de aprovechar con una intensidad, una confianza, y por momento una precisión en sus acciones que superaba completamente a todo un Atlético. Lástima de no haber metido algún gol más (Oblak tuvo mucho que ver) y que luego el Atleti les empatase en dos acciones francamente complicadas de defender, porque fueron ampliamente merecedores de los 3 puntos.
En cuanto al Atleti…puffff…muy preocupante lo de ayer una vez más. No por sacar conclusiones de un único partido si no porque lo que se vió ayer en cuanto al juego desplegado por los colchoneros sigue con la línea rácana y pobre que vimos toda la segunda vuelta de la temporada pasada. Es realmente frustrante como el Atlético no tiene más plan con balón que lanzar una y otra vez pelotazos hacia delante, sin tener tampoco delanteros adecuados para disputar ese tipo de envíos. Constantemente se quita el balón de encima y deja toda la iniciativa a su rival. Si encima como ayer defiende sin ninguna intensidad, pues ocurre que el equipo contrario se empieza a sentir cómodo, toma el control y cuando se quiere dar cuenta el Atlético está totalmente dominado, por cualquiera, incluso por un novato en Primera División.
Yo soy muy cauto a la hora de criticar a Simeone por lo que ha dado a este equipo y a este club, pero creo que es hora de pedirle un poco más. Con un entrenador que lleva cinco años en el cargo, y la mayoría de jugadores de la plantilla ya tres o cuatro años al menos juntos, creo que no hay excusa para que no jueguen mejor al fútbol o intenten al menos tener una idea de juego con balón que nos sea siempre pelotazo y se acabó. Porque así, lo vamos a pasar realmente mal este año, independientemente de que se ganen más o menos partidos.