Uno puede pensar en Ilkay Gundogan, en Julien Weigl, en Shinji Kagawa, en Mikel Merino, en Nuri Sahin y sabría que a todos les une algo más global: la idea que continúa llevando a cabo y desarrollando Michael Zorc, el director deportivo del Borussia Dortmund, en los últimos años. El perfil del jugador, tanto en posibilidades técnicas como en edad, explica unas intenciones que siguen teniendo continuidad a pesar de que, por el camino, haya abandonado la nave alguien tan convencido de todo ello como era Thomas Tuchel. El Dortmund maneja unos tiempos diferentes al de otros grandes clubes europeos. Sus políticas cuajan de diferente manera, y en ellas siempre se opta, independientemente de la demarcación, por jugadores especialmente sensibles con la pelota en su poder. Uno de los últimos es de los muy especiales.
Mahmoud Dahoud ha sido una de las grandes sensaciones de la pasada Bundesliga en base a un rendimiento que le ha visto destacar en dos alturas -en la base y en la mediapunta- y en tres posiciones -de ’10’, de acompañante del mediocentro y de mediocentro más puro-, estas dos últimas muy mezcladas por su responsabilidad para organizar a su equipo, el Gladbach, sin fijar como último hombre en determinados momentos, principalmente cuando su fútbol le llevaba hacia la improvisación. Su impacto técnico y estético ha revolucionado una liga en la que su nuevo equipo es quien detecta con mayor atención y necesidad el tipo de futbolista que es el mediocampista alemán.
Dahoud saca el balón desde atrás con el pase o el regate
Lo primero que más llama la atención de Dahoud es que, desde el momento en que recibe la pelota, se distingue de todos los demás, todo lo que hace guarda un sentido pausado, muy estético; un balanceo que proyecta tranquilidad y calma. Su lenguaje corporal responde al centrocampista que interviene, busca soluciones, socios y pases. Esa relación íntima con las acciones más creativas podrían explicar un mediapunta de control de balón superior y toques imaginativos, pero su rango de pase lo habilita para decidir e incidir desde mucho más atrás. A su arsenal en el pase, amplísimo, le suma una formidable arrancada, un primer paso elástico y líquido para el dribling, que lo convierte en un potencial elemento valiosísimo para sortear presiones o para desordenar repliegues. Dahoud es técnicamente muy bueno; un futbolista de muchas posibilidades con balón.
Posicionalmente las variantes serán también numerosas para Peter Bosz. Desde ahí, el holandés podrá solucionar uno de los grandes problemas del BVB la temporada pasada: equilibrar su propuesta, extraordinariamente ofensiva, pues su transición ataque-defensa llegó a ser realmente débil. El control de los partidos, a pesar de tener a futbolistas muy dotados con la pelota, no era una opción para un equipo que se lanzaba al ataque con muchísimos jugadores. Para eso, el Dortmund, un conjunto que entiende todos los procesos competitivos a través del balón, sentirá mayor alivio con Dahoud en el equipo, un centrocampista de infinidad de recursos, que se orienta con mucha calidad, agrediendo u ordenando indistintamente, que ofrece tantas posibilidades técnicas, y que ayudará a su entrenador en dicho objetivo.
Foto: Maja Hitij/Bongarts/Getty Images
Pedro Lampert 8 julio, 2017
A mí Dahoud me encanta y es una pieza que el Dortmund no tuvo con la marcha de Gündogan (además lo acusó muchísimo después de perder su jugador más creativo en salida, Hummels). Es que debería encajar de lujo con Weigl. Son muy complementarios con balón y sin él tienen el mismo chip agresivo siendo Dahoud más móvil y Julian más mediocentro. Es que el Dahoud-Xhaka era una maravilla. Weigl no parece tan bueno con balón como el suizo, pero desde luego es mejor que Kramer, que me parece el motivo principal para que Dahoud estuviera tan exigido y sufriera tanto la temporada pasada.