Para explicar la mayoría de éxitos del Villarreal en la última década hay que aludir indudablemente a su gran dirección deportiva, la cual de forma sistemática ha logrado firmar calidad coherente tanto con la línea del club como con los matices tácticos de cada entrenador. Todo parte de su buen ojo. De su clarividencia. Pero en el caso de los centrales, además de este buen trabajo, existe un condicionante táctico que está propiciando un rendimiento mayor del esperado.
Hagamos repaso. Gabriel Paulista llegó en agosto de 2013 por 3’3M desde el modesto EC Vitória brasileño y se marchó, sólo 18 meses después, por 20M al Arsenal de Wenger. Algo muy parecido sucedió con su propio recambio, Eric Bailly, quien firmó en enero de 2015 por 5,7M desde el Espanyol y fue vendido por 38M al Manchester United, otra vez 18 meses más tarde. Además, a estos dos casos hay que sumarle la conocida marcha de Mateo Musacchio por 18M al AC Milan. Es decir, tres centrales han dejado Villarreal en un lapso de apenas tres años para firmar por tres equipos de gran tradición. Y siempre revalorizándose por el camino. No parece, desde luego, simple casualidad. Sobre todo porque el que se ha quedado, Víctor Ruiz, ha vivido también un proceso muy paradigmático, pasando de decepcionar en Nápoles y en Valencia por sus continuos despistes a convertirse en uno de los zagueros más seguros de toda La Liga.
El de Víctor resulta un caso simbólico porque, salvo Musacchio, tanto él como Bailly o Gabriel son centrales que por condiciones parecen tender al error con más facilidad que otros. Centrales algo impetuosos a los que les cuesta medir cuándo salir, a por quién salir y con qué fuerza hacerlo. Centrales con problemas para guardar su espalda, dominar el área o mantener la línea del fuera de juego. Sin embargo, en el Villarreal fueron encontrado un contexto táctico idílico para que nada de esto pareciera fundamental, sino más bien un simple detalle, pues en el análisis sólo constaba su enorme talento físico y técnico. ¿Y lo puramente táctico? El 4-4-2 que había dibujado Marcelino nada más llegar ya se había encargado de ello.
El 4-4-2 del Villarreal protege constantemente a los centrales.
No es que el 4-4-2 signifique nada per se, pero sí que es un sistema que facilita ciertos procesos. Sobre todo a nivel espacial, pues cada futbolista tiene su parcela del campo asignada de forma muy concreta. Al contrario del 4-3-3, donde los costados quedan en manos del interior y del extremo, provocando como mínimo cierta confusión, en el 4-4-2 la función del doble pivote y de los extremos resulta tan evidente como la de los centrales y los laterales. Por eso éste es el dibujo que Marcelino, un técnico de defensa posicional más contragolpe, siempre se lleva allá por donde va. «Es un sistema en el cual se reparte equitativamente el terreno de juego y necesitas menos jugadores específicos», suele decir el técnico asturiano.
Esto, unido al trabajo táctico y a la correcta elección de perfiles, provocó que el Villarreal fuera convirtiéndose en un conjunto propicio para los centrales. A fin de cuentas, con todos ordenados y bien plantados en este 4-4-2, las situaciones que les llegan son mucho más fáciles de resolver. Prácticamente no tienen que pensar. No tienen que decidir. Sólo deben actuar. Están tan bien cobijados, tan bien protegidos, que sus acciones sólo suman. Nunca restan. De ahí que en Villarreal sólo se haya visto el lado bueno de Gabriel Paulista, Eric Bailly, Mateo Musacchio, Víctor Ruiz o incluso de Álvaro González. Y se ve dicho lado porque lo tienen, por supuesto, pero también porque el director de fotografía así lo ha preparado.
Con Escribá se ha mantenido el 4-4-2 y este tipo de apuesta.
Se suele decir que el trabajo del entrenador es «no empeorar a tus futbolistas», y con este 4-4-2 tanto Marcelino como Fran Escribá, quien ha mantenido el sistema porque, además, también le sienta muy bien, han llevado esto hasta el paroxismo con la consiguiente plusvalía deportiva, competitiva y económica para la institución.
Y la rueda sigue. Ahora le toca a Ruben Semedo, un joven (23 años) central portugués por el que la entidad amarilla ha realizado una apuesta fuerte (14M) para lo que es habitual. Y además Semedo todavía está por hacer. Su físico, aún deslavazado, simboliza muy bien su juego. Es alto, es ágil y es fuerte. En definitiva, es un central del futuro. Anticipa muy bien, es bastante agresivo, corrige bien hacia los costados… Pero le cuesta decidir. O, mejor dicho, siempre decide lo mismo. De ahí que el riesgo que suele asumir en la mayoría de acciones le acerque en exceso al acierto o al error definitivo, algo que para un central jamás parece un buen negocio. Sin embargo, ¿cuánto de esto veremos en Villarreal? ¿Cuántas sombras corregirá el 4-4-2 de Escribá? ¿Cómo se revalorizarán sus imponentes condiciones físicas? El «Submarino Amarillo» sabe muy bien lo que hace. Y, por su elección, parece que Semedo también.
Foto: VALERY HACHE/AFP/Getty Images
Sergio Morano 11 junio, 2017
Mucha expectación por verle jugar, la inversión es fuerte.
Alguien me puede hacer una breve descripción de Unal?
También ha sido una inversión fuerte.
El 1-4-4-2 es mi sistema predilecto.