Massimiliano Allegri se ha marcado el farol de su vida jugándose el pase a la final de la Copa de Europa. El técnico livornés, que venía de utilizar a Cuadrado por delante de Alves para frenar al mejor Neymar, decidió que el Mónaco, un equipo con una débil estructura defensiva, que deja muchísimos espacios por fuera, a espaldas de los laterales y a los lados de los pivotes, no suponía una oportunidad para Juan Guillermo ni para cualquier concepto análogo al de la agitación, el desborde individual o el contragolpe fulgurante. La Juventus de Allegri ha demostrado ante el conjunto del Principado que el equilibrio buscado y encontrado no residía en emitir una palabra más alta que otra, que no era la defensa posicional o el contragolpe lo que debía marcar las diferencias, sino el control de lo que pasara en todo momento para debilitar a su oponente, un matiz que ante Jardim ha sido el fundamento del éxito, el secreto del triunfo.
Cuando todos miraron a la parte defensiva para atender a la respuesta elegida, Allegri no sólo no miró allí, sino que derivó la fortaleza hacia la reflexión ofensiva. Por eso, y enlazando con la respuesta calmada ante la voz alzada del Mónaco, Massimiliano hizo valer el poder de observación para atemperar la partida. De la mano de Pjanic, Dybala y Alves, su nuevo pasillo de seguridad, la agenda donde apuntar sus reflexiones, el Mónaco comenzó a desaparecer en su visita al Juventus Stadium. Mediante esos tres jugadores, Allegri controló lo que pasaba, redujo el ímpetu de su rival y salió para jugar y no para contragolpear. Las virtudes de ese trío, todas relacionadas con el criterio, dañando más con la palabra que con el golpe, valen la final de Cardiff. Como muestra, el botón que abrocha la semifinal: el 1-0, el movimiento de apoyo de Dybala cuando Alex Sandro está galopando y Paulo puede romper a espaldas de la zaga. Esa frenada del genio sudamericano desmontó el castillo de naipes de Leonardo Jardim.
El Mónaco varió su sistema. Jardim, obligado a intentar cosas
El portugués, no obstante, tenía que tomar decisiones de calado con tal de generar el tipo de partido que le diera el 0-1 y la posibilidad de seguir moviéndose desde dicho marcador. Para intentarlo, Jardim eligió un 3-4-1-2, en el que los hombres exteriores tendrían menos labores defensivas de las que ya tienen, sustituyendo a Lemar por Moutinho, colocando a Silva en la mediapunta y orquestando una presión muy adelantada que intentara hacer dudar a la Juve en su elección a la hora de salir tras robo. Así, el campeón italiano echó mano de Mandzukic para salir en largo, mientras los monegascos, que nuevamente tuvieron en Mbappé esa descomunal amenaza a pesar de su baja participación en la eliminatoria, se acercaron de nuevo a Buffon, aunque sin concretar en ocasiones ni en goles. Enfocando el peligro en la banda izquierda, entre Mendy y Mbappé generaron profundidad, el primer paso necesario para asaltar el muro.
Como en la ida, ese dominio necesitaba traducción, que no llegó. A la Juventus no le ponen nerviosos los momentos de estrés ni de sometimiento, pues sabe escapar de ellos y solucionarlos porque su experiencia y su talento defensivo en el área es, sin duda, referencial. Entre Buffon y Chiellini redujeron ocasiones que en otro contexto tendrían mayor significado, ayudando puntualmente a su equipo a la hora de completar ese control de cada situación. Con el paso de los minutos, Bakayoko, Glik, Raggi y Jemerson comenzaron a pasarlo muy mal, porque, despistados y superados por la situación, fueron toreados por un cordobés. ‘La joya’, así bautizada desde Argentina, es un cerebro. Y como tal, pensó, junto al maestro Daniel Alves, que el Mónaco sufriría si su ritmo ofensivo perdía frecuencia y continuidad. Si los de Jardim formaban ataques distanciados en el tiempo, y pasaban tiempo sin balón, mostrarían sus carencias con evidencia. Lo de Dybala anoche fue mucho.
Hasta en el ánimo de la figura que se subordina al juego, que celebra el gol de su compañero con más calma, que canaliza el juego sin alardes ni extras, se notó la idea que cambió el encuentro. Dybala estaba sereno, muy tranquilo. Tocaba quieto para acelerar la jugada, nunca agitó por si eso producía ritmo alto y mucha ida y vuelta, decidiendo que la ventaja para su equipo dependía de cambiar la orientación del juego, de escuchar a Alves, de mirar a Pjanic, de buscar a Bakayoko. Sin apariciones ni momentos que regalar en Copa de Europa, Dybala ha aterrizado en la superélite en esta Champions. Desde los cuartos ante el Barça, Dybala ha comenzado a entender la evolución del crack a través de la participación, tan o más importante a nivel de importancia y relevancia futbolística individual en los últimos años que cualquier otro.
Daniel Alves fue la razón de ser de la Juve en esta eliminatoria
Lo mostrado por Dybala en la noche de ayer habla bien de Allegri como lo hace el nivel de Miralem Pjanic, quizás la apuesta más incondicional de Allegri esta temporada a nivel de discurso. El bosnio dio pistas de lo que puede ser su futuro más inmediato como centrocampista completo, certero en la mezcla del pase de seguridad, el toque diferente desde atrás y la tranquilidad en el manejo de los tiempos, tanto en salida como en circulación. El Mónaco nunca tuvo jugadores cerca de sus recepciones una vez se configuró el 1-0, y Pjanic se puso las botas en cuanto a criterio y traslado del balón hacia zonas concretas. No obstante, quedó tiempo, y quedó demostrado siempre, en todo momento, que Dani Alves ha sido la pieza del tablero que ha dejado al Mónaco impotente. Siempre fue el jugador que comprometió toda su competitividad.
Por mucho que ajustara colectivamente, Jardim no estaba preparado para Dani Alves. Quizás nadie esperaba que Alves fuese el brazo ejecutor en goles y asistencias, pero para Allegri y para su Juve, Alves fue el valor añadido de toda la eliminatoria. El autor intelectual de la superioridad mostrada por la ‘Vecchia Signora’ en la antesala de Cardiff no es otro que un lateral que toda su vida fue uno de los mejores centrocampsitas del mundo. Como todos los grandes centrocampistas, los años le restan físico y le suman vida. Allegri ya puede resumir a su Juve con nuevas siglas, las de Pjanic, Dybala y Alves.
Foto: FILIPPO MONTEFORTE/AFP/Getty Images
Potrerito 10 mayo, 2017
Que alegría!! Ya en la nota "LA JUVENTUS CONTRA UN NIÑO" había comentado cuan "embelezado" me encontrada con Dybala, comentando como con técnica y cerebro no sólo suplía su falta de físico sino hasta daba un plus fundamental, después de éste partido de vuelta, dónde se Dani se confirmó como la estrella de la serie seguí igual de loco por Dybala, al punto de empezar a dudar de mi vista y creer que por ser de la misma ciudad estaba perdiendo objetividad… de ahí mi alegría, entrar a ECOS y leer de gente que realmente sabe de lo que habla que efectivamente Dybala ya no parece, sino que es. Como Argentino estoy muy contento porque (Excluyendo a Messi de todo) para nosotros es relativamente normal ver en nuestros equipos, ciudades, selecciones jugadores hábiles, técnicos, rápidos, fuertes, etc. pero madre mía que hace mucho (creo que el último fue Riquelme) que no vemos un poco de cerebro en una cancha, alguien que utilice su técnica para realmente cuidar la pelota y no "pisarla bonito" para la tribuna, alguien que use esa técnica para salir de espacios poblados con la cabeza en alto y pasarla con criterio, para adelante, atrás o al costado pero congruente a lo que el momento y el partido pide, ver a un chico de 23 años que no se vuelve loco tratando de superar rivales, que no desepera por meter goles desde cualquier lado, que no se "encabrona" si no es LA figura, sino que entiende que el fútbol se juega en una cancha muy grande y de "once" contra "once" para mi ha sido una gran alegría, después de ver al Kun diluirse cuando se aleja más de 10 metros del área, o volverme loco con el Fideo corriendo como desesperado para siempre (casi) terminar eligiendo mal el momento y la jugada, de ver como la incostancia de Banega exaspera hasta al más calmo, de sufrir con la lentitud (o falta de técnica) de desición de Masche con la pelota en los pies, de perder las esperanzas en la "flaccidez" mental/física del flaco Pastore… éste chico me ha dado alegría, y más aún cuando ECOS confirma que no es mi puro delirio; claro está que no es Xavi, ni siquiera Riquelme, pero dispone de una técnica exquisita y ¡¡usa la cabeza!!! a los 23 años, que lindo; la pelota se lleva con los pies y los partidos se lucharán con el corazón pero al fútbol se juega con la cabeza. Siempre tiro más por el Aleti que por el Real, pero sinceramente me encatría ver la final Real-Juventus, creo que vamos a disfrutar como locos ese partido.