El Atlético de Madrid había ganado el campeonato nacional de Liga y dos de sus mejores jugadores, Diego Costa y Filipe Luis, marchaban rumbo a Londres. Sabido o no en aquel momento, el proyecto del Cholo comenzaría la búsqueda de un delantero centro que hasta hoy sigue abierta, pues ninguna figura ha cerrado el debate posterior ni lo que ha supuesto, a nivel táctico, la pérdida del de Lagarto. Esa situación pudo haberla vivido de igual forma en el lateral izquierdo, pues una lesión de Azpilicueta y una oportunidad prolongada para Filipe podría haber configurado un contexto muy similar. Hoy, el semifinalista de la Champions no tiene que buscar más pero durante un año se dio cuenta de lo que había perdido, a uno de los mejores jugadores del mundo, que rinde todos los días como tal y que esta temporada ha demostrado ser absolutamente indispensable para los planes de su entrenador.
A nivel futbolístico, la temporada 2016-2017 ha tenido un significado concreto que no tuvieron las anteriores con el Cholo en el banquillo. Basado su proyecto en la subordinación al colectivo de todas las individualidades, en el que ninguna figura condicionaba de manera personal el sistema, donde ningún jugador daba nombre a la idea, la explosión de Griezmann cambió el discurso de su entrenador, dándole la libertad necesaria para expresar el momento por el que atravesaba el galo. Pero esta circunstancia, siendo la más relevante, pues el resto de jugadores jugaban para él, no ha sido la única en ese sentido. Desde bien temprano ha surgido en el tiempo una manera diferente por parte del Cholo de entender el momento del que venía el plantel -final de Milán-, jugando con una profundidad de plantilla mayor y comprendiendo la naturaleza y juventud de muchos de ellos. Así, el mensaje ha cedido algunos metros en favor de la imprevisibilidad de sus hombres de ataque.
Junto a Griezmann, Filipe es el gran argumento asociativo de Diego Simeone
Ese enfoque le ha dado al Atlético algunas pistas sobre la necesidad de darle al balón un enfoque diferente, y como, Griezmann a un lado, ninguno de sus atacantes tiene la calidad suficiente para inventarse un sistema, el hombre que define el ritmo y el trato de balón junto al francés no es otro que Filipe Luis, un tipo que, efectivamente, y sobre todas las cosas, hace sistema. La naturalidad con la que Filipe interviene constantemente, reclamando una enorme cuota de balón y responsabilizándose de tomar decisiones en todos los momentos en los que su equipo tiene que llevar el balón arriba y convertirlo en ocasión de gol, es para Simeone y para sus jugadores una dosis de serenidad y continuidad que incluso se ha reforzado en los dos últimos meses. Cuando el Atleti tiene la pelota, su hombre siempre es Filipe.
Podría hablarse de cualquier momento del juego en el que el Atlético pasa de defender a atacar y Filipe tendría casi siempre la primera palabra. De entrada, sus características, es decir, y tirando de perogrullo, su impresionante calidad con la pelota en el pie, suponen una constante solución que no depende de la táctica, principalmente porque, y volviendo a lo anterior, la táctica la construye su calidad. Así es, en las dos mitades del campo, el sistema que ha ayudado a construir el sobresaliente lateral brasileño.
En salida de balón no hay un futbolista más importante que Filipe para avanzar con criterio. Las decisiones más relacionadas con la creación de una futura ventaja, las que podría crear ter Stegen (portero), Sergio Ramos o David Luiz (central), Toni Kroos, Nasri o Bruno Soriano (mediocampistas), dependen en gran medida del brasileño cuando el balón sale desde Oblak. Independientemente de su creatividad y control de balón, indiscutibles, es su presencia en la primera mitad de la cancha lo que le diferencia de los otros seis compañeros que inician el juego. También por contraste, pues ninguno de sus compañeros destaca por su nivel técnico, Filipe es la razón de que el Atlético salga en raso y no en largo cuando decide hacerlo, y probablemente la única que garantiza un ataque organizado bien estructurado en campo contrario.
En el inicio del juego es el principal motivo de las salidas rasas del Atlético
Porque, y precisamente mezclando la figura de un central y un mediocentro, Filipe atesora dos virtudes especialmente relevantes en salida de balón: su conducción para dividir y decidir sobre la marcha y el pase corto para construir e ir ordenándose en campo rival. Es sobre el brasileño sobre el que el rival ha de decidir qué actitud tomar, pues el Atlético, un equipo muy consciente de sus limitaciones, no duda en salir en largo o de dar un pase siempre de mínimo riesgo cuando es presionado y el poseedor no se llama Filipe Luis, el único que puede tomar riesgos para avanzar y conectar con la parte ofensiva. Una vez allí, Filipe, como miembro básico del lado fuerte del ataque organizado de los suyos, demanda cosas a su alrededor, pues es el gran generador desde el costado.
En campo contrario, la situación es aún más significativa en clave Filipe. Cuando Filipe cruza la divisoria debe imaginarse a una pared móvil que va dando apoyos a todos en una sucesión de combinaciones de las que debe darse por sentado que Filipe seguramente termine sus movimientos por dentro, de ahí que jugadores como Gameiro hagan la diagonal dentro-fuera para ensanchar la jugada o que el extremo, con más asiduidad Yannick Carrasco, abra el campo para ceder el espacio. Si el Atlético puede construir un gol jugando al pie entre varios jugadores es porque, seguramente más que nunca, tiene jugadores para enhebrar la aguja.
En campo contrario, Filipe se mueve por dentro y llegando al área
Las funciones de Filipe en campo contrario son las de gestión y elaboración, casi nunca las de hacer el campo ancho, aparecer por incorporación al espacio y, ni mucho menos, poner el centro al área, una de sus escasísimas carencias técnicas en campo rival. Dicho intervencionismo y seguridad en el espacio corto obliga a que por el lado contrario se fije con un hombre para generar espacio a su sociedad con Griezmann y Koke, como también que los pivotes, dependiendo del riesgo que se tome, deban fijar posición para asegurar su espalda en el balance defensivo. Los medios, al no tener tanta importancia en la circulación, derivada hacia su lateral izquierdo, equilibran las aventuras del zurdo brasileño.
Hay un componente de calidad extra y diferencial cuando un jugador que se asocia con tantos jugadores, que toma decisiones constantemente desde su conducción y que rara vez pierde la pelota nunca queda expuesto en defensa. Porque a su protección de balón le suma una técnica de robo en campo contrario tras su propia pérdida que convierten su concurso en los partidos como algo sumamente excepcional dentro del sistema que él mismo se empeña en dar forma. Filipe Luis es una certeza a cada segundo, en cada decisión que toma sobre el campo para dar sentido y forma a todo un sistema colectivo.
Foto: Maja Hitij/Bongarts/Getty Images
JackBonaventura 2 mayo, 2017
"Griezmann a un lado, ninguno de sus atacantes tiene la calidad suficiente para inventarse un sistema"
Siento curiosidad aquí…¿Cuántos jugadores la tienen?
Puede que el Atleti no tenga futbolistas para inventarse sistemas pero creo que hay muy pocos equipos con una columna de jugadores tan dúctil como para sostener sistemas diversos (Filipe Luis, Koke, Saúl, Griezmann)
[Naturalmente gente como Godin o Gabi son parte fundamental, pero no los veo tan adaptables como los 4 citados]