Dani Alves fue un jugador concebido para dominar el fútbol moderno que encontró su lugar en el verde allá donde Cafú, Zanetti o Thuram antes que él. Su don para sacar el balón desde atrás, su exuberancia a la hora de ocupar una banda entera sin ayuda, su calidad para integrarse en las cadenas de pases y su talento para, siendo defensa, crear ocasiones de manera autónoma le convirtieron en una solución fácil, natural y muy fiable a no pocos de los desafíos más exigentes que ha venido planteando la Champions League desde que Mourinho, Guardiola, Ronaldo y Messi transformasen su ritmo, su forma y su porqué.
A días de cumplir los 34 años, Dani Alves sigue siendo todo eso con un grado de intensidad muy alto. El único -si bien también grave- problema radica en que, de lo presupuesto, de aquello que corresponde por definición a los hombres que habitan el antiguo hogar de Cafú, Zanetti y Thuram, ya no queda nada.
Esto es un problema, pero no una novedad. Su bajo rendimiento en la selección brasileña decía desde hacía ya tiempo que, para que una zaga pudiera competir con Alves en ella, se requería de un plan que ocultase esas carencias que la edad le había ido produciendo. Brasil jamás supo -ni quiso- diseñarlo, pero el FC Barcelona, su equipo, sí se presentó como un contexto ideal que fue dilatando su carrera. En parte, por Messi, con quien tejió una relación histórica de la que ambas partes sacaron rédito. Como prueba de la reciprocidad del beneficio, este curso 2016/17, en el que Luis Enrique, tras la marcha de Daniel, se ha visto forzado incluso a cambiar de sistema para que el «10» de los azulgranas re-descubra el bienestar. Sin su gran socio, Messi -que cada vez puede repetir menos veces su arquetípico eslalon en el que dejaba a medio conjunto contrario detrás- se vio solo, sin un amigo con quien combinar para sacudirse las presiones e ir orientándose a placer, y por eso se fue acercando, primero poco a poco, luego sin vacilar, al otro que sabe hacerle de pared móvil, delicada y atenta: Iniesta. La compensación de ese viaje emprendido por Lionel dio origen a esta (viva) historia táctica del tercer Barça de Lucho y la MSN, cuya primera parada, con el genio pletórico, fue el sistema de D10S, y la actual, con Leo menos fresco, el 3-4-3.
ANÁLISIS DEL PRIMER BARÇA POST-DANI ALVES
ANÁLISIS DEL 3-4-3
Mientras tanto, Dani Alves comenzaba su etapa turinesa. El entrenador Allegri trató de hacerle un hueco afianzando el esquema de tres centrales del que había prescindido con convicción hacía dos campañas y, a veces, a lo largo de la pasada. El motivo de aquello estribó en que el susodicho 5-3-2 adolecía de una limitación muy tozuda de cara a la Champions League de hoy: restar un efectivo en el último tercio dificultaba la presión post-pérdida (o el control de la segunda jugada) y restaba demasiada continuidad al fútbol bianconero. Recuérdese que la Juventus alcanzó la Final de Berlín renunciando a dicho dibujo en favor de un 4-3-1-2 con Vidal de enganche por delante de un triángulo con Pirlo, Marchisio y Pogba.
Dani Alves prometía llevar al 5-3-2 a un nuevo nivel; parecía poder cubrir dos de sus principales defectos.
Pero con Dani, el 5-3-2 parecía prometer una nueva y más ambiciosa dimensión. Por un lado, en efecto, la protección de los tres centrales le dotaba de ese auxilio defensivo que el brasileño demanda en este epílogo de su vida profesional; por el otro, a pesar de que la Juventus no había empezado a tope -quizá relajada en exceso por su consabida superioridad en la Serie A-, su nuevo fichaje estaba consiguiendo aliñarla con aquella virtud que, tras el adiós de Arturo, había perdido y con la gracia que, en este ciclo, nunca tuvo. Es decir, recuperó un filón para presionar en campo contrario y recibió una buena inyección de creatividad con el balón en los pies. Todo esto constaba, además de en lo visual, en las estadísticas.
En este periplo, Alves lideró a la Vecchia Signora en multitud de parámetros. La libertad que le otorgaba Allegri para enfocar el total de su acción defensiva en el campo contrario -o sea, el uso que le asignó de herramienta estrictamente ligada a la presión- le destacó como el bianconero con más tackles hacía por noche. En cuanto a lo ofensivo, y antes de citar las variables en las que llevaba la voz cantante, téngase en cuenta, para ponderar su grandeza con auténtica justicia, que se trataba de un futbolista en evidente declive que había arribado, gratis, a un equipo ganador. Puestos ya en situación, puede apuntarse que comandó a los suyos en toques de balón (más que Pjanic), pases completados (más que Bonucci) y, el dato más fantástico, ocasiones de gol generadas (más que Dybala). ¿Quién dijo tiempo de adaptación?
La influencia de Dani Alves sobre la evolución de Paulo Dybala estaba siendo directa y muy positiva.
Como extra, el mayor volumen de pases que, gracias a él, la Juve estaba sumando en campo contrario estaba permitiendo a Dybala aumentar su participación. Así, quien se había señalado como futbolista de detalles estaba dando pasos por el sendero del crack convirtiéndose en una influencia más constante y de jerarquía superior.
Por desgracia, el 27 de noviembre de 2016, Alves cayó lesionado y le fueron pronosticados, al menos, dos meses de baja. Este contratiempo sirvió información relevante porque inmediatamente después, o sea, justo en el primer partido sin su concurso, Allegri modificó la estructura: renunció al 5-3-2 y estrenó el 4-2-3-1 que, en estos momentos, se postula como su esquema principal. Entre sus consideraciones, cabe anotar que Bonucci y Chiellini conforman la pareja de centrales titular, que Mandzukic actúa como extremo izquierdo y que Dybala tiene libertad absoluta como mediapunta. También que Khedira y Pjanic son los elegidos para componer el doble pivote, lo que indica que ya no queda ningún superviviente de la pétrea medular de cuatro hombres con la que la Vecchia Signora eliminó al Real Madrid de Ancelotti -el entonces vigente campeón de Europa- en la Champions League de la 2014/15. En relación a los perfiles, Pjanic ocupa el derecho y Khedira, en contra de lo que ha sido habitual en su vida, el izquierdo.
Y es justo esa circunstancia, que Pjanic sea el pivote derecho, la que está entorpeciendo el regreso de Dani Alves a la alineación de la Juventus una vez se ha recuperado. Para Allegri, el centrocampista bosnio parece clave aunque su rendimiento no haya tocado todavía el que supo exhibir en Roma, y prioriza en él tanto como para darle su perfil favorito, y ello perjudica al fenómeno brasileño de dos modos diferentes. Para empezar, el más obvio: Pjanic es una pieza defensivamente discreta sin lateralidad para ayudar a Alves ni físico para hacerle la cobertura. Si se une esto a que en el 4-2-3-1 hay dos centrales en lugar de tres, se obtiene un marco en el que nuestro protagonista está sufriendo y mostrando como un claro punto sobre el que percutir. Para colmo, el casi garantizado plus ofensivo que debería implicar tampoco está emergiendo en la magnitud de lo esperable. Alves ya no es el defensa-centrocampista-extremo al que rigieron Caparrós, Juande Ramos o Guardiola, sino un mediocampista encubierto que acaba ocupando, precisamente, la zona típica del pivote derecho. Se pisa con Miralem.
Massimiliano Allegri querrá hacerle hueco a Daniel, pero o se adapta a él, o estará asumiendo un riesgo.
El 4-2-3-1 ha sido una mala noticia para Daniel. La Juventus FC ha pasado a pedir funciones de lateral diestro al futbolista que parte desde esa parcela; justo lo único que al brasileño ya no le resta. Pero se trata de un fenómeno provisto de una experiencia, un carácter y una ambición letalmente ganadoras, por el que cualquier entrenador se siente obligado a apostar en una noche como la que protagonizarán la Vecchia Signora y el FC Barcelona de Leo Messi. En pos de encontrarle un hueco, ya lo probó de extremo -posición habitual de Cuadrado- en la victoria contra el AC Milan, una variante que permitiría a Allegri (intentar) protegerse de Neymar bien con Lichtsteiner, bien incluso con Barzagli. Recuperar el 5-3-2, por supuesto, sería otra alternativa, con los impedimentos ya explicados a lo largo de este texto, pero lo que resulta menos sostenible se antoja encontrar a Alves -que es lo esperado-, en el sistema más probable y en su sitio más común. Massimiliano, el hombre normal, acostumbra a hacer lo que se presupone, pero en esta ocasión, quizá no le queda otra que plantear lo, para la mayoría, imprevisible.
Foto: Marco Luzzani/Getty Images
Jaime Ratazzi 11 abril, 2017
Que preciosa es toda la carrera de Daniel Alves da Silva *_*, seguramente le haya faltado algún momento grande con Brasil, quién sabe, quizá el año que viene…