El Molinón asistió a una de esas actuaciones individuales que colgarían como una foto en un panel de corcho que resumiera en imágenes la carrera de un futbolista. El Real Madrid, el equipo de Isco Alarcón en la tarde de ayer, vio a su número 22 coronar con victoria un partido que dibujaron entre el natural dominio del malagueño y el planteamiento del Sporting de Gijón de Rubí, que basó en su efectividad en ataque y su defensa del área los argumentos para rozar un empate que el propio Isco deshizo en el descuento. Se mire por donde se mire, Isco, observado u observador, estuvo en todas partes, literalmente. El marcador fue suyo porque puso tanto el juego para explicarlo como dos acciones individuales que por separado hubieran sido de igual o mayor valor.
De entrada dos circunstancias marcaron la previa y los primeros minutos del encuentro, formados como el preámbulo de lo que durante todo el choque acontecería. La primera es que el conjunto de Zidane saltó al campo rotando prácticamente todo su ‘XI’ inicial, pues solo Sergio Ramos y Nacho fueron titulares con respecto a Munich. Así, Kovacic de mediocentro, Coentrao en el lateral izquierdo y James como segundo interior abrieron la vía del interés por comprobar el resultado. La segunda es que su rival, el Sporting de Gijón, configuró su dibujo de cinco defensas, una elección que de por sí, salvo maravillosas excepciones, se caracteriza por defender abajo, derivar el juego hacia los costados y garantizar superioridad en área propia.
El Sporting decidió armarse en un 5-3-2 de bloque muy bajo
Dicho ya que los asturianos optaron por un repliegue intensivo, el 4-3-3 blanco, como no podía ser de otra manera, estableció el lado fuerte de su ataque por la izquierda, con Ramos, Isco y Asensio. No fue de una preponderancia absoluta, pues Danilo y Lucas tuvieron protagonismo en la primera media hora, pero en el perfil zurdo, que incluso vio por momentos un Coentrao aseado en la asociación, atrajo todas las ayudas de pivote -Vesga- y central- Babin- de esa zona. En esas lides, el Sporting, deseoso de robar en los espacios más reducidos, equivocó algunas decisiones defensivas metiendo el pie al poseedor, creando algún espacio de más que alargaba las posesiones, momentos que Isco aprovechó para asomarse más arriba y hacer ancho un campo cuya medular local formaba con tres hombres, haciendo su basculación mucho más complicada. Su plan era el de guardar el área y que el Madrid sumara llegadores, que de alguna manera desnudara su mediocampo.
Como si fuese previsto en base a la estadística, el Sporting salió, cruzó hacia campo contrario y un toque inconmensurable de Vesga para Cop siguió dejando en nueve, de 48, los partidos que el Madrid ha dejado esta temporada su puerta imbatida. Acostumbrado también a ello durante esos 48 encuentros, los blancos asumieron dicha probabilidad y siguieron, llegando al área pero sin remate franco ni superioridad en las cercanías de Cuéllar, ni por centro ni por pared. Fue precisamente Alarcón el que dejó la primera acción, sublime, que puso la igualada, en una primera parte que no volvió a ver al Sporting inquietar arriba, sin superioridad numérica en las bandas para robar, pudiendo únicamente repeler en el área jugadas que no tenían más consecuencia que postergar el peligro para volver a ordenarse y defender otra acometida.
Isco decidió el partido, fue juego y marcador
En un saque de esquina nada más reanudarse la tarde, el Sporting se puso con ventaja y desde ahí otros 35 minutos de dominio blanco en campo contrario. En un contexto de paciencia y desgaste, Isco fue la constante. Para explicar su comparecencia, el malagueño dio 89 pases, falló cinco, y lo más importante, fue una vez más consciente de su responsabilidad, una virtud que en el andaluz suma casi un deber moral con el juego que lo lleva a mezclar la continuidad con la ruptura en sus pases, concepto que ante repliegues ya castigados por el paso de los minutos asegura oportunidades de ganar. La última acción, la del triunfo, fue de fabricación propia, la guinda de su totalidad.
Foto:
roumagg 16 abril, 2017
Abro debate. Os leí hace tiempo (creo que a raíz de un artículo sobre España en un parón de selecciones) que Isco había perdido ese punch que tenía en el Málaga y en sus primeros meses en Madrid, ese que le convertía en un foco de peligro en la frontal del área por su capacidad para el disparo de media distancia. Yo defendía que seguía teniendo esa capadad, solo que al jugar en otros contextos (más atrás, en un equipo que no se paraba tanto en ataque posicional, etc.) no la estaba pudiendo sacar. ¿Seguís pensando lo mismo? Por un lado, está teniendo muy buenas cifras esta temporada, y el segundo gol de ayer desde la frontal es tremendo. Por otro lado, es el primero que marca desde fuera del área esta temporada. Yo no he cambiado de opinión.