El Borussia Dortmund de Thomas Tuchel llegó a los cuartos de final de la Champions que anoche finalizaron con problemas futbolísticos de difícil solución. Su salida de balón, su circulación del mismo y su posterior transición defensiva tienen el nivel que tienen sus futbolistas y el trabajo que hasta hoy ha conseguido fructificar su entrenador, que no ha sido lo suficientemente alto para estas instancias de competición. Cuando la bola del Mónaco se cruzó, surgió en ellos cierta esperanza de poder competir por un puesto en semifinales. Pero no lo ha logrado. El BVB no ha podido competir ante Kylian Mbappé, seguramente porque sólo mejorando su método podía hacerlo y esa cuestión no era mejorable en apenas una semana.
El técnico alemán visitó el Louis II con la información de un partido de ida condicionado por el suceso extradeportivo, pero en el que los argumentos futbolísticos monegascos obligaban a Tuchel a actuar; a comenzar a preparar un partido de vuelta que se jugó con el calco del primero. El Borussia Dortmund es un equipo que se ejercita, se forma y se relaciona día tras día en torno al balón. No puede entender la versatilidad desde un repliegue, un 35% de posesión y una fase defensiva de calidad. No puede cambiar de traje o de color, ni jugar al despiste. Repasar la nómina de sus futbolistas niega esta posibilidad, convertida en un tremendo handicap si enfrente chocas con Falcao, Mendy, Lemar o Silva. Pero sobre todo, si chocas con Kylian Mbappé.
Mbappé fue determinante de nuevo, la pesadilla de Tuchel
Con el peso del partido de su lado, llevando toda la iniciativa, el Dortmund repitió conductas y resultados muy similares a lo que sucedió una semana antes. Su posicionamiento desde los primeros pases fue una constante oportunidad para los hombres de Jardim, que aunque sin Fabinho, cerraron la eliminatoria mirando a los carrileros. Durm y Guerreiro se colocaban en posición de tres cuartos de campo, fijando y ensanchando, desde el primer pase de un central a Weigl. Ese riesgo y las pérdidas de los alemanes una vez cruzaban la divisoria marcó la primera, y a la postre gran ventaja de los monegascos, que estuvo en su banda izquierda.
El chip defensivo de Mendy fue el secreto. Antes de llegar ahí, el Mónaco ajustó ante la baja de Fabinho, y dejó de salir a la presión. Bakayoko fijó más su posición y tras unos minutos dubitativos, taponaron el centro para encontrar robos y salidas. Una vez el Dortmund verticalizaba en busca de Reus y Dembélé, el lateral monegasco del lado contrario afilaba el diente. Tras recuperación, Mendy salía en combustión para cargar el espacio a la espalda de Durm, creando una superioridad con aires de sentencia: Mendy llegaba como un tren de mercancías. El Dortmund, que cierra con tres más Weigl, nunca lo vio venir. Nunca pudo detener ese valor táctico, ese chip determinante desde la defensa hacia el ataque. Estaba ocurriendo exactamente lo mismo que en el Signal Iduna Park, solo que en lugar de Raggi, el motor lo ponía un auténtico velocista.
Mbappé fue nuevamente imparable, una pesadilla para Tuchel
Pero debe decirse que el hombre del partido no fue Mendy. El Borussia Dortmund está eliminado de la Copa de Europa porque, y a pesar de que Tuchel volvió a ajustar y Dembélé resurgió en la segunda mitad, ha tenido que sufrir a Kylian Mbappé, en cuya última actuación fue una catarata de movimientos inteligentes y colectivos, con la calma y el sentido rítmico de un futbolista diferente y superior. El asunto tiene miga porque cada movimiento de Mbappé signficaba la activación de un futbolista diferente. En concreto tres.
Si Mbappé marcaba jugada con un apoyo hacia el mediocampo, sacando de sitio a Piszczek, daba via libre a Lemar para encontrar posición de extremo con enorme comodidad. El mediapunta francés cuajó una grandísima primera parte, entendiendo el espacio y la profundidad. Acto seguido, si Mbappé amenazaba, por contra, tirando un desmarque diagonal hacia fuera, daba el interior a Mendy para poder dañar la zona de pivotes -Weigl- y por último, y finalmente el más importante. Al contragolpe, el jovencísimo delantero galo no necesitó romper al espacio continuamente, sino que entendió que la superioridad estaba en Radamel Falcao, que remató uno para uno contra Sokratis no menos de tres veces, gracias al trabajo y la pausa que mostró Mbappé arrastrando marcas y encontrando debilidades. El BVB, sin ayudas, y sin oficio y calidad en área propia, nunca pudo con Kiylan Mbappé, la estrella emergente del fútbol europeo.
Foto: VALERY HACHE/AFP/Getty Images
Labarberia 20 abril, 2017
Siempre que nos aventuramos a opinar sobre un chaval de 19 años nos exponemos a equivocarnos en un alto porcentaje. Con Mbappe me pasa lo que años atrás me sucedió con los inicios de Benzema y Pato, con ambos sentía la sensación de que ambos serían los delanteros de su generación que dominarian Europa. Benzema creo que ha llegado a ese nivel y Pato en mi opinión solo las lesiones le han alejado de ello. Killyan me evoca la misma sensación, más que unas cualidades técnicas o físicas me transmite un aire de grandeza, de ser diferente, sin duda apunta muy alto. Con ganas de ver su progresión y si es posible al la de de su ídolo.