Cada abrazo de Eduardo Berizzo con uno de sus jugadores o miembros del cuerpo técnico tras un gol del Celta de Vigo en Europa explica bien el concepto de aventura que aguarda una competición internacional. Abrazos que no se suceden los fines de semana, que vinculan de alguna manera el significado de ubicar una ciudad en el mapa, acercando a la gente el afecto que les es difícil hacer llegar. El club vigués sigue avanzando rondas en Europa League, un torneo que viene desde hace tiempo priorizando -rotaciones en Liga entre ida y vuelta- y que le está ayudando a crecer y competir aún sin tener la solidez y frescura que no hace mucho tiempo atesoraba, algo que ante el Krasnodar volvió a quedar en segundo plano. El camino es otro.
Con la ventaja de la ida, el Celta fue nuevamente consciente de que tiene más calidad que el rival, una ventaja que puso en práctica en los dos goles, nacidos y definidos a través del espacio y la ausencia de control en mediocampo. El conjunto ruso, que llevó la iniciativa con mucho efectivo en campo contrario, encontró alrededor del minuto 15′ una superioridad táctica que estribaba en cruzar la medular y ser agresivo por delante de la línea que marcaba la pelota. Los rusos se sirvieron con acierto del sistema de marcas individuales celestes para incomodar a la zaga del ‘Toto’.
EL Krasnodar aprovechó las marcas al hombre del Celta
En la fase de mayor dominio ruso, fue ilustrativo ver cómo se comporta la propuesta del Celta cuando defiende en campo propio. Sus marcas individuales, aún asumiendo mayor riesgo, toman sentido cuando defiende a todo campo. El riesgo de que el rectángulo se haga muy largo y se promueva el ida y vuelta es más alto pero también lo es la posibilidad de defender por anticipación en cada movimiento de apoyo y posterior seguimiento, robando más arriba y generando mayor peligro. Cuando la defensa de marcas al hombre se realiza en los primeros 50 metros de césped, el Celta puede sufrir lo que ocurrió desde el 15′ hasta el descanso.
Los mediocampistas de Shalimov, principalmente sus interiores, Pereyra y Gazinskiy, rompían hacia portería junto a los extremos. Ese movimiento, seguido por su consecuente marca rival -Wass y Hernández- vaciaba el centro del campo y configuraba una línea defensiva numerosa y muy aculada, dando como consecuencia la pérdida de la segunda jugada y la ausencia de una contra con potencial. Sisto y Aspas eran intermitentes en las persecuciones, lo que provocaba superioridades locales en los picos del área. El tramo no contrajo goles y el Celta impuso su calidad.
Guidetti fue una pieza fundamental en la victoria
El partido, abierto de por sí, dio premio a la labor, tácticamente fantástica, una vez más, de John Guidetti, un ‘9’ no excesivamente amenazante en el remate y el olfato pero que trabaja toda la última trinchera del rival para que Sisto, Aspas y la llegada de Mallo cobren sentido, tanto táctico como emocional. El de Estocolmo lo peleó todo, zarandeó de dentro a fuera a sus marcadores y ofreció siempre una posibilidad de conectar a los buenos. Como el Celta ha perdido mucha capacidad para administrar posesiones y atacar junto, algo que sí consiguió hacer en la ida, la aparición en carrera del formidable Mallo y otra galopada del extraordinario Aspas finiquitaron un nuevo cruce en favor de Vigo. Sus futbolistas quieren seguir abrazando al Toto.
Foto: STR/AFP/Getty Images
Pedro Lampert 17 marzo, 2017
Sin haber visto el partido… En especial en Italia hay equipos haciendo sus sistemas defensivos a partir de los marcajes individuales. Y últimamente he visto algunos sufrir defendiendo así en campo propio (al final hasta consiguen quitar fluidez a la circulación del rival, pero siempre terminan apareciendo lagunas), algo que veo que pasó al Celta ayer. No deja de sorprender, porque defender en una mitad debería ser más sencillo que hacerlo en todo el campo (quizá la clave de una defensa puramente Bielsista sea la agresividad, que termina escondiendo las puertas que el equipo deja abiertas).