El Leicester City de Claudio Ranieri se escapó vivo del Ramón Sánchez-Pizjuán tras 90 minutos en los que se mostró muy inferior al Sevilla FC pero en los que también contrastó que la Champions League es traicionera y que un equipo como el de Sampaoli nunca debe confiarse por mucha diferencia que perciba entre la calidad de su juego y el del contrario. Europa no permite ni un tris de relajación.
El encuentro se presentó ante nosotros con la noticia de que el Leicester iba a presionar arriba la salida de balón hispalense. Quizá debido al éxito del Eibar el pasado sábado -aunque perdieron, los de Mendilibar no fueron en absoluto peores que el gigante andaluz-, infirió que ahí residía la receta. Lo malo para The Foxes es que la receta se probó como válida -todo lo bueno que hicieron llegó tras acosos en zonas adelantadas- pero que ni aun así se apoderaron ni de la elección del ritmo ni del control del campo porque la iniciación del Sevilla, casi siempre conflictiva, iba sobrada contra la acción de los de Ranieri.
El Sevilla dominó el partido gracias a sus dos bandas.
La solución de Sampaoli consistió en abrir y fijar en las bandas a dos de sus mejores hombres, Vitolo -izquierda- y Sarabia -derecha-, y utilizarlos como elementos de posesión y atracción impulsados por esa pareja de laterales que no conoce el fallo en la lectura ni la toma de decisiones: Mariano Ferreira y Sergio Escudero. Los cuatro jugadores externos del Sevilla FC se saltaron la presión inglesa y otorgaron el dominio absoluto del juego al candidato español, al que sólo restaba la tarea de crear ocasiones con frecuencia suficiente.
Nasri no tuvo su noche creando ventajas en el carril central.
En lo referido a ello, el Sevilla no fue sobrado. Por supuesto generó más peligro que su rival, pero no en consonancia con la distancia entre ambos que el fútbol estaba revelando. Samir Nasri no estuvo a su nivel creando espacios a partir de esas conducciones suyas que imantan defensas hacia él para liberar a sus compañeros, y Jovetic, más inspirado en los toques, no descubría a partir de su privilegiada visión desmarques que rompiesen hacia Kasper Schmeichel con la cadencia que le habría satisfecho. La apuesta por Joaquín Correa como delantero no resultó mal -provocó un penalti y marcó un gol-, pero valorando que era el único atacante hispalense enfocado en la ruptura y la agresividad, no supo cubrir toda la demanda del genio eslavo y sus amigos.
Es por esto que al Sevilla se le ha puesto la eliminatoria, como se diría en el lenguaje coloquial, un poco tonta. El Leicester, con Vardy, exhibió pegada fácil y asustó con ella. Y el resultado es corto. Y no se puede ignorar la sensación de que los de Sampaoli tiene más de cada cosa pero que les cuesta pasar por caja y cobrar la cuenta. Sobre todo, ante el, por otro lado, notable cancerbero Schmeichel.
Foto: Michael Regan/Getty Images
vi23 23 febrero, 2017
Yo diría que Sergio Escudero está para ser titular en la Roja, por delante de Jordi. Funciona en asociativo, es rápido y encima aporta centímetros