El FC Barcelona encarriló la semifinal copera tras un choque partido en dos mitades distintas que arrojaron tantas dudas como certezas acerca de ambos equipos. En la primera, el Atlético contrastó su estado actual, marcado por una falta de fe en un plan sin definición que le induce a acumular errores no forzados que le privan de lo que le caracterizó durante un lustro: la competitividad. El Atlético de hoy, por norma, compite mal. Pero tiene más talento que nunca, y con un 0-2 en el marcador que aclara las ideas de cualquiera -hay que ir al ataque con todo y punto-, se lanzó a la ofensiva total e hizo que nos replanteáramos hasta qué punto la teórica solidez azulgrana era real o un espejismo, pues si bien cuesta parar a un conjunto tan dotado cuando este no tiene nada que perder, presentar menos resistencia que el Barça durante esos 45 minutos también resulta complicado.
El primer tiempo pareció muy controlado por los azulgranas.
Desde el inicio al descanso, el Barça estuvo compuesto por dos triángulos y por dos pasillos que los interconectaban: el triángulo de atrás, con Piqué, Umtiti y un notable Mascherano, mantenía a raya cada intentona local, y el de arriba, la MSN, castigaba los errores del Atleti con precisión casi perfecta (el brasileño sí perdonaba). Cabe señalar que Messi completó su actuación de más ritmo desde el comienzo del año 2017, donde venía resolviendo casi cada partido pero pesando menos en el juego contra presiones de nivel como las txuri-urdin o la bética, ya que estas exigen un extra de movilidad que a él le estaba costando reproducir. En el Calderón, sin embargo, exhibió una frescura renovada que se notó incluso a la hora de regatear, que es el síntoma que separa aún más al argentino de este planeta Tierra al que ya de por sí nunca pareció pertenecer.
Tampoco puede ignorarse el hecho de que el principal déficit táctico del Atlético ahora mismo -la debilidad en zona de pivotes debido a la falta de un especialista y la poca protección que se hace sobre quien intenta disimularlo- para Leo es un regalo de los que él abre y goza sin excepciones.
El Atlético giró el encuentro sólo a base de corazón y grandeza.
La transformación del segundo periodo estuvo comandada por el rojiblanco de siempre aunque siempre sorprenda: Gabi. Asombra que sea el capitán, quizá el menos hábil y a su vez más desgastado futbolista del once titular del Atlético, quien logre liderar las horas más dominantes del equipo de Simeone en los compromisos TOP. Su espectacular ímpetu, aupado por un Fernando Torres que ante el Barcelona suele recordar tiempos, para él, mejores y por la finura de un Griezmann que definitivamente es nivel MSN, fue metiendo a los de Luis Enrique contra su portería a golpe de riñón, a embestidas.
El croquis para el asturiano consiste en que lo que se desvaneció no fue el nivel individual de un futbolista ni nada por el estilo. O sea, el Barça no dejó una grieta por la que el «7» y cía se iban colando, sino que, en general, fue una grieta gigantesca por la que el Atleti se colaba sin oposición hasta llegar hasta el portero Cillessen, sin que ni Masche, ni Piqué ni Umtiti -aunque Samuel fue el que más cosas positivas sumó- dieran sensación de control o seguridad. Eso dio fe a Simeone en clave remontada e información a su homónimo culé sobre el que rendimiento defensivo de su estructura quizá no esté en el punto que había anunciado, por ejemplo, contra la Real en Copa. Porque además, por grandes y excitantes que resulten, Gabi y Torres, dos de los motores del huracán que le arrasó, ninguno es precisamente el colmo ni de la creatividad ni de la técnica. Es decir, representan una gran exigencia, pero ni mucho menos la máxima.
Foto: JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images
Bittor 2 febrero, 2017
Buenos días! Primer comentario por aquí, y me declaro fan absoluto del site… Mucho nivel, tanto en los artículos como en los parroquianos que comentan en ellos…
Del partido de ayer, sólo saco una conclusión clara, vista desde mi butaca de abonado en Tribuna.. El fútbol de este Atlético de Madrid, de este Atletico del ciclo de Simeone, entiende de una cosa sobre todas las demás… Entiende de actitud, de brega, de coraje y corazón… Creo que no se jugó, se embistió al rival, con una presión elevadísima, comandada en primera línea por un GRAN Fernando Torres (y soy un gran crítico del niño), que ya desde el primer balón que baja con el pecho en banda y encara si mal no recuerdo a J.Alba, insufla ganas de cambiar la cara a todos los espectadores, y en segunda línea por un colosal GABI, que como bien decís, desgastado y falto de la calidad del resto, enseñó el camino.. Pena la que tuvo a pase de Torres…
Creo sinceramente, que el ciclo del Cholo está tocando a su fin, pero con la actitud de ayer, y la gente que se tiene arriba, si se juega con más descaro, con mas hambre, aún podemos disfrutar de unas últimas alegrías en clave copa (confío en una remontada), y sobre todo en clave Champions…
Un saludo!