El Manchester United de los últimos 50 días viene dominando la Premier League allá donde pocos de sus rivales ofrecen demasiada resistencia: en el centro del campo. Con Carrick siendo y lanzando, Ander dirigiendo y profundizando y Pogba superando líneas por activa y por pasiva, su delantera juega en ventaja y está empezando a brillar. De esta guisa, el problema que azotaba a Mourinho hace meses -que nadie era lo bastante bueno- ha invertido su naturaleza: ahora, a excepción de Lingard, da pena dejar a alguno sentado en el banquillo.
El ataque del Manchester United necesita desborde en la izquierda.
Lo que sí parece claro es que la combinación que más frutos genera es aquella que junta a Mkhitaryan por un costado con un extremo dotado de desborde en el lado contrario. Lo que supone el armenio en términos de profundidad sin balón -crucial para transitar rápido- y lo que representa el driblador en lo referente a conquistar la línea de fondo con la pelota controlada completan el fútbol finalizador del actual Ibrahimovic para formar un ataque digno de la medular que le alimenta. Anoche, sin embargo, con Lingard en el perfil opuesto a Mkhitaryan, el equipo careció de ese aire y le costó crear ocasiones ante la zaga del West Ham. De ahí el valor de los cambios de Mou.
Rashford tiene instinto para saber qué hay que hacer para ganar.
El hombre clave en la sexta victoria consecutiva del Manchester United en liga fue el joven Marcus Rashford. El principal aval del canterano estrella de Old Trafford radica en su personalidad; se trata de un chico que cada vez que salta al campo está convencido de que va a ayudar a sus compañeros a ganar el partido, de que sabe qué hay que hacer y de que sabe cómo hacerlo. En su repertorio no consta el regate, o no al menos en la misma dimensión que en el de Martial, pero posee velocidad para eliminar a un rival si hay espacio a su espalda y autocontrol para tomar la mejor decisión en la zona de la verdad. El encuentro estaba ahí, y ahí cimentó él, jugada tras jugada, los tres puntos para los Red Devils. Marcus tiene la mirada.
Foto: OLI SCARFF/AFP/Getty Images
Soprano_23 3 enero, 2017
Lingard me parece el típico jugador bastante unidemensional en su juego con, básicamente, una única jugada del que Mourinho sabe sacar bastante juego. Pero creo que perdió su utilidad desde el momento en que Feghouli es expulsado y el WestHam se ve obligado a regalarle la salida al United y, en consecuencia, hace que el propio Lingard se ves incapaz de realizar lo que sabe: recibir en carrera el balón al espacio para medirse en velocidad con el rival y sacar rédito de ahí.
Además, pienso que equivoca su partido. Durante el primer tiempo no fija banda, cosa que hace/debe hacer el extremo izquierdo del United para crear espacio. Y el Manchester no hace bascular al WestHam para buscar el error porque no tiene amplitud. Sea como fuere, está claro que es el eslabón débil. Pero entiendo su inclusión. Igual que imagino que seguirá contando regularmente porque es que ha rendido.
Luego entra Rasfhord y cambia todo, como cuenta Abel.
A mí el inglés sí que me entusiasma, al contrario que el año pasado, por otro lado. Es cierto que no tiene un regate prodigioso pero tampoco creo que lo necesite para desbordar -porque sí que es un jugador con desborde-, pues tiene un control de balón y un timming de la jugada y del movimiento del rival que se lo permite. Sobre todo hay que destacar en zonas lo hace, que es lo mejor que tiene, seguramente.
Personalmente lo veo como un 9 en potencia. Un 9 de un potencial enorme con una cantidad de recursos que le permitirán influir en los tres carriles y en diferentes alturas que, para que negarlo, es algo que me enamorada en un delantero. Además de los recursos casi que más importante es cuándo, dónde y cómo los usa. Sabe elegir bien y tiene la capacidad necesaria para usarlos con acierto.
Entre este, Gabriel Jesús y Embolo tienen que salir, mínimo, dos delanteros cracks, cracks. Si no habremos tenido muy mala suerte.