Iago Aspas ajustició a un Real Madrid incompleto que resaltó la figura de su entrenador más que la de sus futbolistas. Es un caso curioso, pero el fútbol tiene estas cosas. Justo en el mes en el que Zidane está enseñándose como un técnico que promete distinción, en el que su equipo está dominando como los gigantes y él, personalmente, está marcando diferencias en la pizarra, se le están agolpando las derrotas. En parte, se debe a que ninguno de sus atacantes hace lo que el astro de Vigo hizo anoche en el Bernabéu.
Casemiro, Kroos y Modric se exhibieron en el 1er tiempo.
Tanto Celta como Real presentaron sus esquemas más habituales, el 4-2-3-1 y el 4-3-3. A su vez, ambos plantearon sus ideas predilectas: los celestes trataban de presionar lo más arriba posible y los merengues, de asegurar un ritmo controlado de encuentro sin arriesgar el balón y de mostrar esa versión remodelada, por no decir muy mejorada, ofensiva suya en la que sus tres titanes de la medular, Casemiro, Modric y Kroos, intercambian sus alturas sobre la marcha dibujando triángulos variables que dotan a la circulación del cuero de una calma, una fluidez y una agresividad provistas de muchas, muchas de las virtudes que recoge este deporte cuando se practica con acierto. Y por eso, el Madrid superaba al Celta. La única marca que mostraba eficiencia era la de Wass sobre Marcelo; Carlos Henrique, Luka y Toni eran perseguidos pero nunca cautivos.
Danilo no pudo con Bongonda en ninguna situación del juego.
De hecho, el genio croata estaba tan libre que decidió volar como viene volando, cayendo a zona de extremo derecho con constancia y suponiendo el elemento más profundo del ataque del Real. Lucas Vázquez y Asensio, los únicos delanteros visibles del Madrid ante la casi transparente actuación de Cristiano, eran más habilitadores del espacio y elementos de asentamiento arriba -con mucha inspiración en el caso del balear- que armas de las que infligen daño verdadero. Por eso los de Zidane no se adelantaban.
Por eso y porque el Celta dio guerra incluso cuando fue inferior. En ese largo tramo, edificó una ventaja donde Bongonda se cruzaba con Danilo que le permitió salir, respirar y amenazar con una frecuencia que Casemiro, Kroos y Modric, dado su dominio, podían considerar injusta. El joven extremo belga viene creciendo semana a semana, pero tampoco se miente al afirmar que nunca ha sometido a un lateral de maneras más diversas y firmes: le batía en el apoyo y en la ruptura; con el balón al pie y corriendo al espacio. Tremendo.
La lesión de Asensio acrecentó los problemas del Madrid.
El punto de inflexión se fijó al poco de comenzar la segunda parte, cuando Asensio cayó lesionado y le suplió Morata. Los locales se quedaron sin nexo, nadie castigaba con movilidad y precisión la espalda de Radoja y Díaz -los pivotes de Berizzo- y el Celta pudo ajustar las marcas sobre los tres medios del Madrid con una agresividad extra que usualmente habría sido una pizca temeraria pero que contra Lucas, Morata y Cristiano resultaba permisible. Así ganó espacio, consiguió recuperaciones más adelantadas y dio más sentido al buen trabajo del Tucu. Y Aspas, que sí transforma en resultados lo que sus compañeros le ofrecen más atrás, contrastó su categoría y su estado de forma ante un Ramos bastante errático.
La dirección de campo de Berizzo, mejor que la de Zidane.
El epílogo del encuentro constó de dos secuencias; una muy cortita y otra más reposada. La primera tuvo lugar entre el 0-1 de Aspas y el 1-1 de Marcelo. El Celta se encerró demasiado, concedió campo a Casemiro, Kroos y Modric y desaprovechó la ventaja que para ellos suponía la delantera del Real, que pudo ser concebida como máquina exclusivamente rematadora y aspiró a marcar varios goles. Pero una vez se instauró el empate, Berizzo reactivó la energía posicional y técnica de sus pupilos y obtuvo la ventaja más grande de la que, en el juego, había gozado desde el arranque del choque. Las soluciones de Zidane, consistentes en un rombo con Modric de mediapunta para reavivar la frontal del área o un 3-4-3 con tres delanteros en el punto de penalti, más que ayudar a los suyos, les privó de aún más espacios y facilitó a los vencedores la comodidad y las buenas sensaciones con las que se volvieron a casa.
Foto: Denis Doyle/Getty Images
Raulon 19 enero, 2017
Saludos a todos. Un análisis extraordinario.
En mi opinión, creo que el once titular del RM esta muy condicionado desde su enfrentamiento contra el Sevilla.
La presencia de Cristiano, condiciona muchas cosas, tanto para bien como para mal. Para mal, no puedes presionar arriba. Como ya se vio unos partidos atrás, se necesitó de otros jugadores en el equipo titular para realizar esa presión y creo firmemente, que con el trío CKM en el centro del campo, es el tipo de fútbol que mejor le va al RM.
Cristiano no da salida al contragolpe. Ya no puede hacer aceleraciones de 40 metros. No regatea, no se va de nadie.
Ahora mismo es Hugo Sánchez, pero sin ningún movimiento de Hugo. Le vi como cuando sales del asiendo de atrás de un coche pequeño en el cual has estado durante muchas horas. Totalmente envarado y con las piernas dormidas.
Benzema y sobre todo Cristiano, condicionan el balance defensivo. El RM no defiende igual con ellos y eso ZZ lo sabe perfectamente.
La plaga de lesiones del RM es tremebunda. Esa cantidad de bajas y muchas del 11 titular hubiera hundido a cualquier equipo.
Lo que para otros hubiera sido un debe, ZZ lo utilizo como una forma de subir a todos al barco, menos a dos jugadores: Danilo y Coentrao.
Que falta Bale, pongo a Lucas Vázquez. Que falta Benzema, pongo a Morata. Que Falta Modric, Casimiro o Kroos, pongo a Kovacic, Isco, James, Nacho, Asensio, Mariano, etc.
ZZ involucró al equipo, todos se sintieron útiles. La confianza subió por las nubes y el equipo entro en modo crucero. Cada vez más competitivo.
Hasta que se empezaron a lesionar los jugadores que dan descanso al once titular.
Morata, Lucas Vázquez, Isco, James, Kovacic que se unieron a la plaga de lesiones.