La octava victoria liguera consecutiva del Chelsea de Antonio Conte llegó cuando todo parecía perdido. En un encuentro narrado de transición en transición, el Etihad Stadium recibió ese golpe psicológico que hace tan imprevisible el fútbol como espectáculo. Los hombres de Guardiola arrancaron la segunda parte por delante en el marcador y marraron dos ocasiones, en especial una de De Bruyne, que aún hoy, y mañana, pueden necesitar explicación. Inmediatamente después al fallo del belga, difícil de creer, Diego Costa sacudió la escena para dejar al City tambaleando, frustrado por la incomprensión de asistir a una derrota que deja al Chelsea aún más líder.
La gran cita del fin de semana en Inglaterra se caracterizó porque ninguno pudo controlar al contrario, pues aparecieron espacios por doquier y nadie rehusó atacarlos con fiereza. El líder del campeonato saltó al campo con Cesc Fàbregas en lugar de Nemanja Matic y pronto comprobó que su plan de partido tenía algunas debilidades que Kevin de Bruyne y Jesús Navas -carrilero en defensa de cinco hombres- tratarían de aprovechar. Fue un Chelsea extraño, excesivamente abierto y sin la seguridad reciente en su defensa de tres centrales, expuesta hasta el punto de ver como César Azpilicueta, central derecho, acudió a banda izquierda como último hombre para cerrar la ventolera en no pocas ocasiones.
Sin dominio claro, Costa y Hazard pudieron con Otamendi
Sin mediocampo que se impusiera en todo el encuentro, el Chelsea se encomendó a Eden Hazard en la primera mitad. El ’10’ belga dejó cinco acciones de jugador absolutamente condicionante en el juego, siempre lejos de las marcas de Fernandinho y Gundogan, pareja de mediocampistas que utilizó Pep. Se constató que se iba a correr y que sería un partido de espacios, duelos y acciones límite. Sin rutinas claras con balón en ninguna mitad del campo, Navas fue creciendo y fue el hombre que de alguna manera más profundizó, dando buena cuenta de la inferioridad que Marcos Alonso o Gary Cahill tenían cuando junto al sevillano se acercaba el mencionado De Bruyne. Un centro suyo daba la ventaja a los skyblues en el descuento del primer tiempo.
Como el choque se explicó por la velocidad de los jugadores, las conducciones, los contragolpes y los errores individuales en salida o en defensa, la balanza se desnivelaría por pura pegada. Ahí entró en acción Diego Costa, uno de los puntas más en formas del mundo. Tras los citados fallos del City, que bien pudieron dejarle con 2-0 o 3-0 a favor en el minuto 60, Cesc puso un balón sensacional que Costa coló en la red con todo el efecto psicológico que supuso en el partido, en el que Nicolás Otamendi salió especialmente perjudicado en casi todas las acciones que tuvo que acometer. Fue tal el varapalo que el City comenzó a desmontarse con el paso de los minutos, hasta el punto de atacar sin red ni arpón. Conte afiló el colmillo introduciendo a Willian, a la postre pieza fundamental en la contra blue, momento del juego que volvió a exponer sobremanera a un City aún en plena mudanza estilística.
Foto: Clive Brunskill/Getty Images
Arroyo 4 diciembre, 2016
Yo he de decir que no vi el "partido de entrenadores" que lei por Twitter. Para mí fue un encuentro Premier, vibrante, pero muy abierto. Sin calidad en las fases posicionales, mucho espacio entre defensas y medios en ambos equipos y muy buenos jugadores en ambos conjuntos, sobre todo arriba. Pero no percibí un cambio sustancial a nivel competitivo. Para mí no fue el día de ningún entrenador ni vi un cambio evidente en cuanto a los grandes partidos entre candidatos.
¿Cómo lo visteis?