Quique Setién valoró la visita al Calderón como un partido diferente y configuró su alineación y su sistema en virtud de lo que esperaba. Quizá a tenor del poderío ofensivo que el Atlético ha mostrado en su estadio, fijó como mediocentro al consistente Montoro por delante de los centrales Lemos y Bigas, y probablemente por vaticinar una presión adelantada de los del Cholo, posicionó a Roque Mesa entre líneas para que su conducción rajase la medular rojiblanca y llevase a la UD hasta Savic y Godín. Pero el plan sólo le funcionó a medias.
En la primera media hora del encuentro, el Atlético de Madrid finalizó seis ataques por ninguno del conjunto de Setién. El 4-4-2 local era ambicioso en cuanto a altura pero no impetuoso de más, y depositaba la carga creativa sobre un Montoro que, obviamente, carece de los recursos técnicos y la creatividad del pivote habitual de los canarios. Dejaban que tocasen abajo, forzaban pérdidas en zonas prohibidas y castigaban construyendo sus ofensivas desde arriba. Gameiro fue quien más ventajas creó y Griezmann, quien en más ocasiones chutó. Pero el detalle clave radicaba en que la bola estaba casi siempre en la mitad de campo que acaba en Javi Varas.
Roque Mesa de interior izquierdo explicó la pizarra del choque.
El juego comenzó a girar superado el primer tercio de los noventa, y a medida que Jonathan Viera se cerró un poquito, Roque Mesa se abrió un pizca y, así, los dos grandes virtuosos de Setién se juntaron para formar la sociedad clave. El poder de atracción de estos dos futbolistas se vio reflejado incluso en el mapa de calor posicional del Atlético de Madrid, donde se observa cómo tanto Koke -volante derecho- como Saúl -pivote izquierdo- se sintieron imantados hacia Gabi -pivote derecho-, que era la pieza más exigida por el dúo.
Dicho lo cual, la cadencia de creación de ocasiones de la UD Las Palmas seguía siendo muy baja. Esto podría explicarse por el hecho de que los alejados de la pareja (Macedo, El Zhar y Livaja) no lograron aprovechar nunca el espacio surgido por la sobre-atención que demandaban en el otro lado Roque Mesa y Jonathan Viera. Y para finalizar, cabe reseñar el poco daño que causó también el Atlético de Madrid pese a que durante muchos minutos sí hubo de defender en su campo, ya que su rapidísima delantera apenas creó peligro a la contra. El golazo de Saúl, de hecho, llegó en un instante en el que no se advertía cómo podía marcar el equipo de Simeone.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
Andrés 18 diciembre, 2016
Curioso como el Atleti no puede hilvanar contras claras con la velocidad de Carrasco-Gameiro-Griezmann.Luego te hacen carrerones individuales, pero nunca algo que sea trabajado.
Por otra parte, lanzo una pregunta: Sin Jan Oblak,ni el mejor Godín, puede aspirar el Atleti a algo diferente que no sea tener más el balón?