Históricamente, la lucha por la permanencia siempre ha estado muy ligada al esfuerzo colectivo y al acierto puntual de una figura: la del delantero centro. Sin embargo, conforme la crisis económica comenzó a cambiar el paradigma competitivo de La Liga, esto se matizó casi por completo. Ahora ya no es habitual ver a esa lista de delanteros centros que, a pesar de estar en equipos más modestos, llegaban a competir por el Pichichi ante los capos de la competición. Todo lo contrario. El Alavés tiene a Deyverson y Osasuna parece que puede contar con Sergio León, pero en realidad únicamente Rubén Castro recuerda a aquellos 9s salvadores. Y hasta aquí, la parte negativa. Porque en el lado opuesto encontramos equipos más completos, más diferentes y a menudo también más capacitados para emplear diversos registros.
Es decir, se podría asegurar que, en estos momentos, la verdadera diferencia entre los equipos que luchan por evitar el descenso la termina marcando la eficacia de las pizarras de sus técnicos. La capacidad para dotar al equipo de una identidad colectiva, sea cual sea, que haga mejor a todos y cada uno de sus futbolistas. Javi Gracia, evidentemente, ha sido el gran paradigma de esto. José Luis Mendilibar, también. El caso es que a título individual, además de los mediocentros, claves a todas las alturas de La Liga, hay una figura que ha mantenido la importancia, si no es que ha crecido en peso y valor. Porque los porteros siempre han sido decisivos, siempre son la última barrera entre la derrota y la victoria, pero nunca han estado tan desprotegidos como en la actualidad. Nunca han sido el sostén final de equipos que asumen ciertos riesgos para tratar de jugar bien, caso de la salida de balón en corto, la defensa adelantada u onces ofensivos.
El acierto de los porteros está marcando diferencias.
Este no es el caso exacto de Fernando Pacheco o Nauzet Pérez, dos porteros que culminan el repliegue bajo de sus equipos, el cual a menudo ocupa el 70% del tiempo de los partidos. Sin embargo, hay diferencias. Tanto colectivas como individuales. Mientras el Alavés cierra muy bien su carril central y ocupa de forma muy ordenada el punto de penalti, la defensa de Osasuna resulta más impulsiva y descontrolada. Esto, además, hace hincapié en cómo Pacheco está dominando el área por cielo y tierra, y en cómo a Nauzet le está costando dar puntos y, lo que es aún más importante, seguridad a sus compañeros. Porque los porteros, a fin de cuentas, son como los frenos de un coche. Si cuentas con ellos, puedes acelerar sin temor. Si estos te fallan, sabes que cualquier error puede ser definitivo.
Sea como fuere, muchos equipos asumen la serie de riesgos anteriormente comentada, pues su modelo de juego así lo exige. , ya en la jornada 10 se están marcando diferencias. Tanto en el aspecto positivo, con Antonio Adán y Diego López siendo fundamentales en el devenir de sus conjuntos, como en el que no lo es tanto, caso de Memo Ochoa o del «Pichu» Cuellar. Ambos son paradores de línea de gol, pero sus técnicos le han pedido un esfuerzo extra que, de momento, no están sabiendo llevar a cabo -y que no compensan con sus paradas, que son menos de las esperadas-. Por último, en un caso intermedio se sitúa Jon Ander Serantes, que cuajó un gran inicio de Liga. El portero del Leganés es agresivo, valiente y ágil, pero le cuesta hacerse grande ante el delantero, sobre todo en situaciones de uno para uno, que son las que más viene enfrentando habitualmente.
En definitiva, todos los porteros tienen el mismo objetivo, pero cada uno afronta un reto diferente. De su ejecución no sólo dependerá el resultado, sino también la confianza para seguir confiando en el mismo modelo de juego. En el descenso, los porteros son los nuevos nueves.
Foto: MIGUEL RIOPA/AFP/Getty Images
hola1 4 noviembre, 2016
Y el mejor de estos, hasta el momento, me parece que es Pacheco. No me esperaba un rendimiento tan espectacular del madridista.