De la mano de Pep Guardiola, Joshua Kimmich se nos presentó la pasada temporada como un futbolista de mil caras. Mediocentro, interior de posesión, lateral o central de emergencia, su polifuncionalidad y capacidad en la mayor parte de los encargos lo destacaron como una de esas piezas útiles y de estimable valor de las que todo técnico ansía tener alguna en su plantilla. La cara mil uno, no obstante, en este arranque de curso ha destapado una contribución del alemán hasta la fecha escondida: su capacidad realizadora. Siete goles en catorce encuentros repartidos entre Bundesliga y Champions League, son el bagaje de este centrocampista que en materia anotadora la pasada temporada se quedó en blanco y que dos atrás, en segunda división con el Leipzig, solamente firmó dos.
Kimmich pasa mucho más tiempo en el área rival esta temporada.
Todos sus goles los ha anotado desde la posición de interior, algo que, seguramente, resulte la consideración más relevante de este sorprendente estallido realizador del jugador. No por el hecho de ocupar una demarcación más adelantada que las habituales el curso anterior de lateral o central, sino sobre todo por cómo cobija el nuevo Bayern Munich de Carlo Ancelotti a quienes ocupan las plazas a lado y lado del mediocentro.
Habiendo pasado a mejor vida buena parte del juego de posición del anterior proyecto, el actual, más largo y con la correa más floja, destina para sus interiores un papel de enorme recorrido, principalmente en el plano vertical, que los lleva desde el refuerzo defensivo junto al pivote hasta la portería rival. Llegadas entrando desde la segunda línea, presencia rematadora en el área para los -muchos- centros que llegan desde los costados, y una indisimulable mayor estima de los bávaros por el contragolpe, definen la particular «mise en place» a partir de la cual Kimmich ha celebrado sus goles. No en vano, todos los ha convertido desde el interior del área, algo que, a su vez, cabe relacionar con lo libre que se mueve ahora Lewandowski por el frente de ataque muniqués y a los espacios para las internadas de jugadores como Joshua que esto genera.
Su primer gol al Rostov es un buen resumen: definió desde el interior del área pequeña con Arturo Vidal justo al lado.
Pero no todo es debido a la mutación del Bayern de Múnich. No puede serlo cuando en la misma posición que Joshua han jugado futbolistas de tanto recorrido o más que el alemán como Arturo Vidal o Renato Sanches, y entre ambos suman únicamente una diana en las dos competiciones principales que disputan. Rebañando la explicación colectiva, un factor que influye es la productividad de la banda izquierda del Bayern, que primero con Ribery y ahora con Coman o Douglas Costa, es constante a la hora de surtir el área de centros y pases de la muerte. Kimmich, más habitualmente interior derecho, se ha valido de ello para ajusticiar entrando al segundo palo, aprovechando los vacíos que abren los movimientos del delantero hacia el primero.
En sus botas, sin embargo, también hay parte de la respuesta, pues cuando alcanza los últimos metros después de atravesar medio campo a la carrera, su capacidad física le permite mantener la suficiente compostura como para que su claridad técnica y templanza a la hora de tomar la mejor decisión orienten su final y definitivo gesto. Kimmich cruza la meta más fresco que la mayoría, y su pie llega lo suficientemente limpio como para resolver con la naturalidad con que resuelve en cualquier otra zona del campo.
Foto: Lars Baron/Bongarts/Getty Images
Abel Rojas 1 noviembre, 2016
Albert, vienes del de Marcos Llorente que es otra dimensión, pero creo que este es mi artículo corto favorito que has escrito o, como poco, el que más interesante me ha resultado. Entre otras cosas, porque yo no hubiera sabido contestar a la pregunta que formula el título.
Nunca me fascinó Kimmich, nunca me creí "al Xavi alemán", pero esta navaja suiza me está entusiasmando.