Si durante la época en la que coincidieron dos de los puntas más prolíficos del fútbol español, David Villa y Fernando Torres, la figura del delantero ya parecía ser la menos potenciada de la Selección, una vez ambos se apagaron la cosa no ha hecho sino empeorar.
La cuestión se ha afrontado desde múltiples puntos de vista, pero podríamos resumirlo en que España es una selección que no tiene espacio, goleadores ni un gran caudal de ocasiones, y por ende al delantero centro le pide estas tres cosas a la vez sin poder darle demasiado a cambio. Porque aunque la Selección tiene mucho el balón, el nueve de España ni toca muchos más balones que el de Francia, Alemania o Bélgica, por citar tres ejemplos muy dispares, ni tampoco es que se vea nada potenciado de otra forma diferente.
Es decir, se le pide mucho y se le da poco. Nada nuevo. El caso es que, aunque no ha habido ningún fijo en esta posición, siempre se ha recurrido a un futbolista que conociese dicho oficio en toda su plenitud. Fernando Llorente, Diego Costa, Álvaro Morata, Paco Alcácer, Roberto Soldado, Aritz Aduriz, Álvaro Negredo… Todos son delanteros centros. Muy nueves. Lo cual tiene mucho sentido por las carencias colectivas que tiene la Selección en determinados aspectos. Sin embargo, en la era de los falsos nueves, concepto que ya puso en práctica Del Bosque de forma provechosa con Cesc, no deja de sorprender que todos los elegidos para enfrentar este complejo reto siempre hayan pertenecido a la misma especie.
Aspas está en un excelente estado de forma.
Hasta la llamada a Iago Aspas. El de Moaña ha llegado a la Selección por la lesión de Diego Costa, pero su momento de gracia, el cual dura ya muchos meses, acreditaba que tal oportunidad había podido llegar en cualquier momento. Jugando como único punta, como segundo delantero o incluso partiendo desde la banda derecha, Iago ha recuperado en Vigo las constantes de su mejor fútbol. Controles orientados, juego entre líneas, pases afilados, definiciones de genio… Siempre apareciendo mucho, siempre aportando soluciones diferentes al ataque y siempre haciendo mejores a sus compañeros, el suyo es un caso extraño. Aunque su mejor nivel lo ha mostrado en todo momento como hombre más adelantado del ataque, esto sólo ha sido posible a partir de la movilidad que define su fútbol. Porque Aspas parte en la misma posición que Costa, Alcácer, Morata o Aduriz, pero él es otra cosa.
Es un segundo punta. ¿Encajará mejor esta figura con el ataque de España? ¿Podría mezclar con un juego que, hasta el momento, fija bastante la posición de su delantero en la frontal del área? ¿Quién podría compensar los movimientos que hacen de Iago Aspas un jugador con el que deleitarse cada fin de semana? Las respuestas a estas preguntas no permiten ser demasiado optimistas. Además, la capacidad técnica de Iago es muy particular. Al mismo tiempo que es capaz de dejar toques, pases o definiciones de absoluta élite, él es un futbolista muy desordenado. Y necesita espacio. Bastante espacio. Que es lo que le da el Celta a título colectivo y sus controles orientados conjugado con su movilidad a título individual. Y en España nunca lo va a tener salvo cambio drástico en el guión, lo cual abriría aún más la puerta a la explosión de Costa y Morata.
¿Se replanteará España la forma de asumir el 9?
Sea como fuere, Iago Aspas es diferente a todo lo que hemos visto en la Selección en los últimos años. Y como tal no sólo despierta un interés especial, sino que puede terminar formando parte de la solución. Igual no de forma totalmente directa con su nombre propio encabezando el ataque de toda una selección española, pero sí mostrando que, a lo mejor, el camino al gol no es el del nueve.
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Foto: JORGE GUERRERO/AFP/Getty Images
Abel Rojas 15 noviembre, 2016
A mí de Aspas lo que más miedo me da es lo que he visto de Nolito en el City y la Selección. Tras ver a Nolito en el Celta pensaba que podría ser un gran, gran recurso para el primer nivel, y de momento la experiencia invita a pensar que se queda corto. Yo veo jugar a Aspas en el Celta y me parece un filón, de hecho, me parece un filón más extrapolable que Nolito porque hace muchas más cosas y lo considero más talentoso y por lo tanto "buscavidas", pero… reconozco que el caso Nolito me hace dejar los pies en la tierra.