Siempre que parece existir una leve incoherencia estilística entre una plantilla y su técnico, Alejandro Arroyo suele hacer mucho hincapié en la importancia del proceso educativo que todo entrenador desarrolla una vez llega a un vestuario. No es una simple cuestión de tiempo o de adaptación, sino de puro aprendizaje. Evidentemente cada jugador tiene sus virtudes, sus defectos y sus limitaciones, pero todavía no ha nacido el futbolista incapaz de aprender algo nuevo. O de aprenderlo mejor. El Liverpool de Jürgen Klopp el año pasado o el nuevo Milan de Montella son ejemplos perfectos de todo esto. Porque a priori, si uno repasa(ba) nombre a nombre dichas plantillas, se encontraba con poco jugador afín al sello futbolístico de sus respectivos entrenadores. Pero una vez asumieron el cargo se inicio una evolución, lenta pero muy firme y evidente, que acortó la distancia entre ambos. No es que se adaptaran o que incluso cambiaran, es que mejoraron. Crecieron.
Aunque obviamente este proceso no se limita a este tipo de escenario. Quizás impresiona más ver cómo Lahm comienza a tocar el balón con Pep Guardiola, cómo Dimitri Payet enfoca su juego hacia lo colectivo con Marcelo Bielsa o cómo N’Zonzi se convierte en un directo de la mano de Jorge Sampaoli, pero esta evolución también está presente y es destacable cuando la incoherencia no es tal. En España, de hecho, tenemos un caso paradigmático: la UD Las Palmas de Quique Setién. Entrenador y futbolistas hablan un mismo idioma, entienden el juego de una forma similar e interpretan la posesión de balón de manera idéntica. Es evidente. Pero la cuestión no ha sido simplemente sumar a dos iguales. Ha habido un trabajo, una predisposición y un camino que han permitido que jugadores y equipo hayan crecido de la mano.
El Espanyol es un equipo claramente al alza… En defensa.
Y esto es exactamente lo que está sucediendo en el RCD Espanyol con Quique Sánchez Flores. Porque aunque no contamos con el trabajo en los entrenamientos a nuestra disposición, hecho que enriquecería cualquier reflexión, resulta muy evidente ver cómo el conjunto perico está mejorando en la cuestión que mejor define a su técnico. Y es que implemente hay que acudir a los fríos números: mientras en las cinco primeras jornadas encajó ¡13! goles y nunca pudo dejar su portería a cero, en las siguientes siete sólo le han marcado ¡3! goles y ha permanecido imbatido hasta en ¡seis partidos!
Lo curioso es que para ello no ha variado el esquema prácticamente nunca (4-4-2), no ha cambiado el centro del campo (Fuego-Roca), no ha prescindido de uno de sus dos puntas (Gerard-Leo) ni ha realizado ninguna revolución (Víctor Sánchez sigue como lateral). Es cierto que en este camino ha encontrado, por fin, pareja de centrales con David López y Diego Reyes, y que la aparición de Aaron es una gran noticia en todos los sentidos, pero la mejora ha sido colectiva y progresiva. Comenzando por Diego López en el área y acabando por los dos puntas en la presión. Ahora el Espanyol ya no regala metros de más. Ahora al Espanyol no se le pilla a espaldas de mediocentros. Ahora el Espanyol no comete errores de bulto en el área. Ahora el Espanyol no sangra si le pinchas. Ahora el RCD Espanyol, tras varios meses de aprendizaje, ya sí parece un equipo de Quique Sánchez Flores.
Foto: OLLY GREENWOOD/AFP/Getty Images
danielgi610 26 noviembre, 2016
Que tal la labor de Diego Reyes en el Espanyol? Se ve tan expuesto como en la selección mexicana? Esta demostrando su buen trato y excelente salida de balón? La verdad no he podido seguir al Espanyol y me gustaría mucho saber que opinan