La figura del mediocentro acostumbra a ser una de las que más debates soporta. Por un lado, verlo situado en el mismo corazón del juego puede llevar a opinar que detenta una responsabilidad superior, y podría ser que sí porque de su posicionamiento depende que el del resto esté bien referenciado; pero en segunda instancia, también reside la cuestión de que ni es el que despeja el peligro cerca de su arco ni el que marca los goles en el del rival. Es decir, su concurso siempre depende del resto. Tanto para lo grande, como para lo pequeño.
Así pues, ¿qué pesa más? ¿Qué adquiere mayor relevancia? ¿Se debe otorgar más potencia al hecho de que, al ser el que más compañeros aglomera a su alrededor, es quien tiene mejor perspectiva para elevar sus rendimientos? ¿O al de que, precisamente por lo mismo, es el más vulnerable hacia los malos días de quienes le acompañan? No es fácil responder a estas preguntas, pero no sobra reconocer que la Liga española, de modo inconsciente, transmite información. Puede que no del todo fidedigna, pero es información. Y resultará interesante cotejarla.
Busquets no está siendo capaz de ofrecer nada a su Barcelona.
A tenor de lo recopilado en las últimas semanas acerca de figuras como Busquets, Casemiro y Roque Mesa, cabría elucubrar sobre que, de cara a ayudar a un equipo en apuros, no pondera tanto el nivel global del mediocentro como el que atesore mostrando su virtud más brutal. Por ejemplo, Busquets es un pivote de continuación cuyo don supremo requiere de un trabajo colectivo previo de mucha calidad -se trata de la presión en campo contrario y, si el Barça no está arriba y bien colocado con la pelota, no hay situación para que la ejecute-, pero si se trata de originar ventajas, no es magnífico, y de ahí que, a pesar de su jerarquía, no esté sirviendo de demasiada ayuda a Luis Enrique para solventar los serios problemas que está sufriendo su conjunto tanto en salida de balón, como en la construcción de jugadas de ataque como, en especial, en labores defensivas.
Casemiro y Roque Mesa sí transforman el presente de sus equipos.
Todo lo contrario que lo sucedido con Casemiro -por omisión- y Roque Mesa -por presencia-. La baja de Casemiro, un mediocentro de entre 8 y 12 acciones defensivas decisivas por partido y todas ellas de índole diferente, improvisada y, sobre todo, extraordinaria, ha causado tal efecto sobre el sistema protector de su Madrid que está forzando a su entrenador a utilizar un esquema que lastra horrores el funcionamiento creativo de sus piezas. Sin el plus anormal que supone el ancla de la nueva Brasil, el Real se desinfla por debajo.
Y lo mismo podría señalizarse sobre lo que aporta Roque Mesa con el balón en los pies. La mejor prueba se divisó contra el RC Celta de Vigo hace dos fines de semana, después de que Iago Aspas y sus compañeros hicieran subir al marcador un contundente 0-3. El mediocentro de la UD Las Palmas no es un continuador, sino un generador que piensa, imagina y crea, con pases, conducciones o movimientos ciegos pero intencionados, y en el segundo periodo de aquella remontada, se activó como una turbina y dinamizó una oleada de juego con valor de tres goles.
La muestra es escasa y aplicada apenas a un puñado de jugadores que se desempeñan, además, en la misma competición, pero renstrigiéndonos a esta, queda la sensación de que son los picos, y no la media, los que hacen que un mediocentro tenga verdadera capacidad para resolver por sí mismo los conflictos que asolan a su sistema cuando no todo va rodado.
Foto: CHRISTOPHE SIMON/AFP/Getty Images
Redrum 8 noviembre, 2016
Viendo las caras nuevas que están pasando por la selección, no estaría mal ver en un futuro inmediato la de Roque Mesa para meter algo más de competencia en el mediocentro.