Competitivamente, el debut del Manchester City en la fase previa de la Liga de Campeones no sirvió para calibrar. Ninguna vara fue mínimamente válida o precisa en su rival, el Steaua de Bucarest -puede que sólo su velocidad exterior al contragolpe-, de cara a tener que mostrar parte de la solidez que ganará con el tiempo el conjunto inglés. Los datos arrojaron 24 tiros a puerta, cinco goles, dos penaltis fallados y la sensación general de que entre ambos equipos había distancias irreconciliables. A nivel descriptivo, como siempre, Guardiola dispuso sus ideas y recogió información entre tantas facilidades. En plena fase de enseñanza y convencimiento, lo más rescatable fue la predisposición de sus jugadores.
En ese proceso de reconocimiento y asimilación, el City, de muchísima mayor calidad individual, tuvo claro que podía sentenciar y no reparó en ser muy ofensivo, correr siempre que pudo, El Steaua fue muy inferioracelerar muchísimas jugadas y por consiguiente correr hacia atrás cuando la pelota era de los rumanos. Guardiola alineó a Zabaleta y Kolarov «en los laterales», con el argentino como mediocentro junto a Fernandinho, y a Silva y De Bruyne muy arriba y a la misma altura, lo que permitió al Steaua correr por los flancos tras la recuperación. Los de Reghecampf no ajustaron nunca su presión adelantada y los de Pep ganaron recepciones entre líneas con pasmosa facilidad.
Los laterales de Pep volvieron a jugar muy por dentro
En esa facilidad apareció Raheem Sterling para disfrutar de situaciones de uno contra uno, diagonales vertiginosas y productividad neta en el ataque citizen. Tan sencillo era encontrar espacios y acelerar, que el partido se abrió, y Popa por derecha y Stanciu y Hamroun por centro e izquierda atacaron en sprint. Cuando el City reiniciaba el juego y salía desde atrás, más cosas de Pep. El catalán pareció dar a entender que quería muchos hombres ofensivos manteniendo altura en campo a espaldas de presión -Sterling, De Bruyne, Silva, Nolito, Kun-, y salió con tres y Zabaleta como centrocampista, siempre por dentro en cada elaboración, repitiendo la fórmula que Sagna interpretó ante el Sunderland.
Con tanto a favor, el City pudo lucir técnica individual y brío ofensivo, en un continuo de acto por reforzar las virtudes de sus atacantes: Silva orientaba los ataques cuando recibía sin parar libre, Sterling por lo ya comentado, Agüero finalizando tras errar los penales y Nolito desequilibrando con su cadera. Por último estuvo De Bruyne, al que Guardiola, por el momento, está encomendando labores que le son más ajenas a lo que ha sido últimamente. Está en ello y es muy pronto pero tiene pinta de que su entrenador cree en él en su nuevo rol de interior derecho.
Foto: DANIEL MIHAILESCU/AFP/Getty Images
Alejandro 17 agosto, 2016
Significa esto que De Bruyne es su nuevo Xavi(?)