El Celta del “Toto” Berizzo apareció por el Bernabéu para provocar un partido de altura. Presentó sus credenciales, condicionó el juego con los mismos y obligó al Real Madrid a descifrarlos y deshacerlos. El conjunto de Zidane, como prácticamente siempre, lo consiguió, y como consecuencia, se llevó tres puntos complicados, otra vez, desde la superioridad individual y colectiva con respecto a su rival.
El planteamiento del Celta tuvo dos consignas muy pronunciadas. Por un lado, con el balón en los pies trató de bajarle el ritmo al encuentroLa iniciación del Celta, errática de una manera muy evidente, quizá con la intención de prolongar el 0-0, quitarle continuidad ofensiva al Madrid y buscar que la ansiedad hiciera presa de este. Como idea era válida, pero su ejecución no fue positiva. Una parte clave de esta era elaborar una salida desde atrás de garantía firme, pero la iniciación gallega era todo lo contrario. La presión de los Zidane, que esta vez no soltó sólo a Kroos sino a los dos interiores indistintamente (cuando iba el uno se quedaba el otro) daba frutos bien fuese de modo directo (robo) o indirecto (precipitación de la posesión del Celta que acababan recogiendo Ramos, Varane o Casemiro). Varias ocasiones clarísimas se originaron por esta vía. Incluyendo la del 1-0.
La presión de Berizzo condicionó el juego, pero no se lo dio.
El otro punto distintivo de la estrategia de Berizzo radicaba en su propia presión en campo contrario, con las habituales persecuciones hombre a hombre que protagonizan los suyos desde el inicio de una jugada hasta que esta se termina. Para el Real fue incomodísimo, le restó constancia y brillantez, lo cual debe ir a la hoja de méritos del Celta, pero aun así, en cómo encararon los merengues este problema hay gran parte de la explicación de los maravillosos resultados que vienen cosechando desde el mes de marzo: hay muy pocos retos que les dejen sin respuesta; con independencia de la ejecución, los afrontan con máxima convicción y no por arte de magia, sino porque saben cómo se solventan. Por cierto, la solución que suelen adoptar acostumbra a ser la más simple.
Lo primero que hay que apuntar es que, con lo visual e influyente que resultó la presión del Celta, el Madrid ni tendió al pelotazo ni concedió pérdidasEl Celta nunca robó arriba en primera línea; una concatenación de hechos que, como mínimo, debería dar para la reflexión. Dos futbolistas cruciales en el proceder fueron Ramos y Varane, que no estuvieron bien, sino magníficos en la salida de balón. Pacientes, alternando alturas entre sí para ofrecer permanentes opciones de pase, saliendo en conducción cuando podían dividir y con una altísima precisión en los envíos (97 y 86% de acierto). Ellos fueron la base que dotó al Real de estabilidad: el partido era hostil, pero ni mucho menos estaba resultando letal. Estaban sabiendo convivir con la dificultad.
Ni Bale ni Asensio participaron en la medida que se les pidió.
En el paso posterior sí acusaron mayor irregularidad. La agresividad del Celta en la presión contra espalda exigía dos tipos de acciones en pos de anularlas: unos contra uno o paredes rápidas que aflojasen los marcajes. En los primeros minutos del choque, quizá los más fluidos de los de Zidane en el primer tiempo, Asensio mostró movilidad y presencia y permitió al Madrid alcanzar la mitad de Cabral y Roncaglia, pero una vez compareció el “Tucu” para dividir la posesión, tanto Asensio como Bale exteriorizaron más posiciones y el Real se quedó sin demasiados apoyos entre líneas. Apenas el de Morata, que no anduvo ni fino ni fluido. Ello desembocó en que sólo Modric lograba batir líneas y lanzar ataques claros. Cuando acontecían, eran de gol, pero les faltaba frecuencia.
Tras eso se alcanzó el descanso y, en el retorno, el Celta incorporó a Orellana, que había sido titular pero se había desenvuelto con una espesuraCuando el Celta llegó arriba, Kiko no lideró muy rara en el periodo de apertura. Con el genio de Chile dando la réplica arriba a lo que el “Tucu” comenzaba abajo, surgió en el juego un factor que hasta entonces no se había divisado: la inseguridad de Kiko Casilla administrando el tráfico aéreo. Con la única amenaza en el remate de Guidetti, cada centro al área local representaba un peligro que no derivó en gol porque Ramos, Varane y Casemiro no negociaron ni concentración ni intensidad.
Casemiro cortó cada salida del Celta en la última media hora.
El párrafo anterior correspondió a un capítulo del choque de cierto calado pero que, no obstante, tuvo una duración de cinco minutos. En el 50, el Madrid recogió el timonel y de ahí hasta el 90 el reparto de disparos fue de 16-2, una estadística potentísima que también merecería atención. Buena parte de su contundencia se debió a lo sucedido entre el 1-1 de Orellana y el 2-1 de Toni Kroos, cuando la necesidad forzó al Real a imprimir ritmo y crear ocasiones y eso fue lo que ocurrió. Dos de los tres cambios, Lucas Vázquez y James Rodríguez, acapararon responsabilidad. El gallego ensanchó el campo, creó espacios y martirizó a Jonny en el uno contra uno, mientras que el colombiano, sin su precisión habitual en el toque, exhibió una vinculante hiperactividad que favoreció la sensación de “zafarrancho en el rancho”. Y con ellos sumó Zidane su décimo cuarta victoria seguida en Liga, una de las más difíciles y diferentes, pero con el denominador común de casi todas: a la manera en la que él quiso, en el cómputo global, jugó mejor que su adversario. No sólo por acertar más, sino, en el caso de ayer, en especial, por fallar menos.
third 28 agosto, 2016
A mi el partido del Madrid ayer me dejo muy frio. Tengo la sensacion de que Casemiro en determinados contextos jugando como local, de inicio, tapona un poco el juego del equipo y resta fluidez al juego. Es verdad que ganas en contención y recuperación pero se vio muy poca fluidez en ataque. Me llamo mucho la atencion de hecho en este sentido como en varias jugadas Kroos y Modric se retrasaban y Casemiro ocupaba la posicion de mediapunta limitando mucho el juego interior. Creo que es algo a corregir por Zidane cuando de partida apuesta por ese centro del campo.
Llama la atencion tambien el estado de forma de Marcelo, que en pretemporada estaba como una mota, y tanto en la Supercopa como ante la Real como ayer estuvo muy muy flojo. Excelente Varane (que bien ha empezado la Liga), fenomenal Modric (sus conducciones y roturas rompiendo la defensa del Celta fue de largo lo mejor de la primera parte) muy buen Kroos (iniciando la presión y llegando bien al area rival) y buen Morata tambien, algo impreciso pero peleon y descargando bien el juego, a ver si el gol le da confianza y juega mas liberado y tranquilo.