Tiempo. Todos los seleccionadores siempre se quejan de la falta de tiempo a la hora de afrontar una Eurocopa. No obstante, tienen toda la razón para hacerlo: apenas cuentan con veinte días distribuidos a lo largo de la temporada, un par de semanas previas de preparación y un mes de alta competición en el que, valga la redundancia, sólo queda tiempo para tratar de competir… Y ganar. No hay margen para construir grandes estructuras ni perfeccionar automatismos.
Sin embargo, esto no implica que los técnicos dejen de hacer cosas que sí harían en sus clubes; simplemente las tienen que hacer de forma más apresurada. Con mucho menos margen. De ahí que la confianza en un jugador se pueda reducir a un partido concreto o que, a menudo, la solución a un problema sea la «más simple». No hay tiempo para más, pues si esperas sueles perder. La mejor prueba de ello es, sin lugar a dudas, la Portugal de Fernando Santos. El conjunto luso estaba jugando bien, tenía ritmo de pelota, generaba ocasiones y convencía más que nunca, pero no ganaba. Esto en un club no hubiera significado tampoco mucho, se hubiera interpretado como una mala racha sin más, pero para la selección de Fernando Santos resultó justo lo contrario: lo significó todo.
Ante Croacia, Portugal cambió por completo de idea.
El repliegue de Portugal es de nuevo su planHay que entenderlo: a las eliminatorias Portugal llegaba sin gol, sin victorias y sin descanso, y encima su primer rival era la ilusionante Croacia de Modric y Rakitic. Así que Santos decidió que Portugal fuera lo de los últimos años, es decir, un equipo al que le cuesta ganar pero al que todavía es más difícil vencer. Y le funcionó. Primero Croacia, después Polonia y más tarde Gales se fueron estrellando contra el repliegue portugués, que además comenzó a encontrar en Pepe a esa individualidad que gana campeonatos.
El qué, el cómo, el cuándo y el cuánto son de sobra conocidos, pues además de reciente ha sido todo muy evidente, pero en este proceso el quién ha pasado desapercibido. Se ha hablado mucho del cambio de Fernando Santos, del impacto de Renato Sanches, de las prestaciones de Cristiano o del liderazgo del propio Pepe, pero no tanto de la pieza que conecta a todos ellos: Adrien Silva. El jugador del Sporting entró para cubrir casi al hombre a Luka Modric, y se ha quedado por simbolizar y potenciar lo que Santos quiere que sea su Portugal: un equipo de ritmo bajo, que no necesita el balón pero que tampoco le quema, que busca que sucedan pocas cosas y que se permite cero concesiones. Obviamente, esta fórmula no casaba demasiado con Moutinho, el interior titular, ni tampoco con la idea de que William Carvalho estuviera solo en la base de la jugada, pues sin balón es toda una garantía de llegar siempre tarde y mal a los sitios, así que Adrien Silva cayó de pie en el once titular.
Adrien Silva ha facilitado tanto el cambio como el nuevo plan.
Aunque evidentemente está lejos de ser el jugador más importante de la convocatoria, su presencia le ha permitido a Portugal ser el equipo que mañana disputará una final de la Eurocopa. Sin él quizás hubiera llegado al mismo destino, pero el de Fernando Santos sería un equipo diferente. Y pese a que esto, a priori, también tuviese su lectura positiva, hay que entender que la ausencia de tiempo marca todas y cada de las decisiones de un seleccionador. Y Adrien Silva, a su particular manera, ha sido el atajo perfecto para esta Portugal.
Foto: Stu Forster/Getty Images
roumagg 9 julio, 2016
Contra Gales estuvo más suelto con balón. No sé si por el contexto, pero hubo una mejora ahí.