Por su historia, la entidad de sus futbolistas y el nivel mostrado en esta Eurocopa, podríamos convenir en que los cuatro favoritos para disputar las semifinales de esta igualada Eurocopa son Alemania, Portugal, Francia y Bélgica. A partir de esta premisa, que no quiere decir nada más, el equipo de #EsAhora ha querido reflexionar sobre qué deben mejorar para seguir avanzando. Así que, en base a esto, David León ha hablado de Alemania, Alejandro Arroyo de Portugal, Albert Morén de Francia y, finalmente, Miguel Quintana de Bélgica.
La Alemania de Joachim Löw
Despachada la selección española, ya nadie duda que Alemania es el conjunto de mayor poder individual de la Eurocopa. Los nombres de Manuel Neuer, Hummels, Kroos o Mesut Ozil ya no encontrarán réplica en el duelo de alineaciones. Siempre serán favoritos. La pelota siempre estará en los pies de un alemán. Y mucho más ante Italia. Hasta la fecha, los germanos, que continúan con la puerta a cero, no han afrontado una exigencia coral y sobre todo defensiva como la italiana. La superioridad técnica y táctica ha permitido al cuadro de Joachim Low actitudes ultraofensivas como colocar a los laterales casi como extremos. De este modo, Alemania lograba generar un volumen de ataque enorme sin pagar el peaje del contragolpe de un adversario que no tenía los recursos para tapar y salir. Italia será otra cosa. La zaga de la Juventus es roca pura y la contra transalpina, con Pelle, Eder y Giaccherini, está más fina que nunca. ¿Qué debe hacer Alemania? Lo primordial, ser paciente. El gol costará. Los campeones del mundo no deben permitir salidas exteriores a su rival. Si Alemania maneja bien la pelota, entonces recordaremos que en Italia no juega ningún fenómeno ofensivo.
La Francia de Didier Deschamps
La Francia de Deschamps llegó a su Eurocopa castigada por una serie de ausencias que afectaban directamente no ya al nivel del equipo sino a lo que éste era. A cómo se veía frente al espejo. Con Rami, Kanté y Giroud donde Varane, Lass y Benzema forzosamente sería de otra forma, pero todavía no parece haber dado con ella.
El francés es, de momento, un equipo deslavazado con respuestas colectivas difusas en buena parte de las fases del juego. Tiene dificultades para dominar los partidos y para organizar las alturas y posiciones de sus futbolistas de manera armónica a poco que el rival le plantea preguntas, le cuesta encontrar espacios en ataque si no es abriendo el campo con dos extremos, y pese a contar en la medular con tres fuerzas de la naturaleza como no junta ningún otro de los aspirantes, la disonancia táctica provoca que su transición defensiva, por lo general, se muestre mucho más expuesta de lo que debería. Es una cuestión de conjunto. Por el camino, eso sí, ha enganchado a Griezmann y a Pogba, los dos grandes argumentos individuales con los que cuenta. Con ellos dos y Payet puede venir el resto. O el tiempo en forma de victoria hasta dar con la tecla.
La Portugal de Fernando Santos
Por más que Polonia tenga muy definida su identidad de juego, Fernando Santos tiene en el cruce de octavos un espejo en el que mirarlo… todo. Tanto o más que mirar al contrario para preparar el encuentro, esta Portugal está a 180 minutos -prórrogas a un lado- de una final europea y, si bien ha rejuvenecido el plantel y ha dado síntomas de relacionarse con el pase y una mayor libertad de movimientos, su mayor fuerza competitiva está en el control de los tiempos y en el ritmo largo; mantener la portería a cero y encontrar el detalle en un desarrollo de encuentro en el que no pasen demasiadas cosas. No tendrá fácil desbordar a la Polonia de Krychowiak, Pazdan y Glik, pero ése no será el listón para medir a los portugueses, ni seguramente anden preocupados por ello. Ajustarse a eso y ser conscientes de que el 1-0 sería medio pase a semifinales llenaría de coherencia competitiva a la Portugal de los cruces. Otra narrativa alejada de ello sería algo más sorprendente.
La Bélgica de Marc Wilmots
Da la sensación de que Bélgica ya ha roto a jugar. De que estamos, ahora sí, ante el verdadero nacimiento de un equipo que por talento y calidad puede derrotar a cualquier otra selección sin que ya pueda sorprender a nadie. Su debut vs Italia resumió todos sus problemas, retrató la involución colectiva y la carencia de determinados perfiles, pero Marc Wilmots ha ido encontrando respuesta para todo. Ganó un atacante al retirar a Fellaini del once, mejoró bastante la calidad de la posesión con Dembele y, además, encontró por fin a un lateral con quien ensanchar y alargar el campo, caso de Thomas Meunier.
Como consecuencia de todo esto, Bélgica ha mejorado a todos los niveles y, por eso, se ha ido adelantando a todos sus rivales. El parcial de 8-0 ante Irlanda, Suecia y Hungría refleja dos factores que van parejos: al no estar nunca en desventaja, sino todo lo contrario, Bélgica ha podido exhibir su pegada al contragolpe. ¿Qué pasará cuando suceda al revés, si es que sucede? Esa es la gran cuestión. El tema es que, seguramente, a Marc Wilmots le compense más esforzarse en no tener que plantarse ante esta pregunta que tratar de buscar una respuesta. De ahí que su gran reto sea propiciar que el escenario de partido que más les favorece sea el único posible del mismo. Porque si Bélgica repliega y ataca los espacios que le dejen los contrarios, no hay un equipo tan peligroso en Europa.
Foto: KENZO TRIBOUILLARD/AFP/Getty Images
Abel Rojas 29 junio, 2016
¿Confiáis en que el nivel de Bélgica sea el exhibido contra Hungría?
¿Es posible esa Bélgica sin esa versión messiánica de Hazard?
Está en buena forma, pero… ¿se puede mantener el nivel de inspiración que mostró Eden contra los húngaros?