En enero de 2014 el corazón se detuvo para muchos con la maltrecha rodilla de Falcao. Hubo quien perdió la fe, dejó de sonreír y se tiró al suelo. Luego, James Rodríguez los levantó. El mundial de Colombia, sin ser brillante, sí fue histórico. Había una cita pactada desde hacía más de un año y el aunque el equipo de Pekerman perdió su traje de gala, no por eso dejó de acudir. Del encuentro entre ellos y el destino surgió una nueva estrella en la galaxia futbolística. El camino para Rusia comenzó a verse con pasión y ensueño. Una nueva generación de futbolistas entusiasmaba porque eran el complemento ideal de la que ya había hecho lo inimaginable. Dos años después, sin embargo, la marcha de Colombia es forzada, las piezas no terminan de encajar y el puzzle es más complicado de lo que parecía tras la Copa del Mundo. Hoy Colombia duda incluso de James Rodríguez: la exigencia se ha elevado.
Radamel Falcao ya no está contando para Pekerman.
Tras el desastre que fue la Copa América de 2015 y un turbio inicio de las eliminatorias, Pekerman parece que por fin ha puesto a rodar el recambio generacional que comenzó a pedir a gritos el equipo aun antes del mundial. Cierto es que sólo Falcao y Aldo Leao estuvieron ausentes, pero ya Zúñiga, Macnelly, los centrales, Aguilar o Armero tenían heridas de guerra muy evidentes. Fue una transición difícil de digerir. ¿Cómo dejar atrás el éxito cuando todavía está así de fresco? Costó. Hoy los cambios ya están hechos. Para poner un ejemplo, de la cacareada batería de delanteros con la que Colombia iba a viajar a Brasil sólo está hoy en la convocatoria Carlos Bacca. El resto, incluso el joven Muriel que no termina de arrancar, vive momentos de desasosiego y no convencieron al adiestrador argentino de que su presencia fuese necesaria. Por suerte, «las mariposas amarillas» que debían sumarse al viaje a 2018 ya han comenzado a anotar su nombre no sólo en las listas de “Don José” sino en las alineaciones.
Colombia ahora juega 4-3-3A la nueva Colombia se le sigue exigiendo igual. Pekerman acostumbró a probar las mieles de la victoria y convenció al país de que no hay rival al que no se le pueda ganar. Y así es el equipo para el que ganar la Copa Centenario, bien lo ha dejado claro su estrella, es un objetivo con carácter de cuasi obligatoriedad: del XI titular que jugó habitualmente en Brasil, es posible que en el partido inaugural ante Estados Unidos sólo repitan tres. A eso hay que añadirle el cambio de esquema. Sin el poderío de nombres que tenía antes en la delantera, Pekerman ha cambiado a jugar con un solo delantero. Colombia hoy juega con un 4-3-3 en el que Bacca juega solo arriba y James tiene libertad de hacer lo que él quiera en zona de mediapuntas.
Al del Real Madrid lo escoltan Cuadrado como extremo derecho y Cardona por la izquierda en un rol ambiguo que le hace visitar zonas interiores y exteriores según James se lo pida. Edwin es una de las grandes novedades. Compartía el rótulo de estrella juvenil con Rodríguez cuando los dos eran unos niños, pero se había quedado estancado. En 2014 comenzó a revivir y hoy es uno de los futbolista más determinantes del fútbol latinoamericano. Aun así, en la selección se pone el overol y trabaja para que James no se desgaste en defensa y para que no esté solo ni para crear ni para asistir y golear. Es su escudero. En la base de la jugada ha aparecido Daniel Torres, un mediocentro de escuela que hoy cuenta con la madurez futbolística para sostener a un equipo el que el talento defensivo no sobra. A su lado diestro ha venido jugando Sebastián Pérez, un pivote de formación que ha encontrado su lugar en el fútbol jugando como interior derecho de ida y vuelta. Para James ha sido otra bendición: Pérez corre muchísimo tanto para atacar y para defender y el ’10’ se apoya en él para todo.
Marlos Moreno, Roger Martínez y Andrés Roa, nuevos talentos.
En la zaga no hay titularesLa defensa ha cambiado en su totalidad. Los centrales de Brasil 2014 eran veteranos de guerra de los que sólo sobrevive Zapata y su titularidad no está garantizada. Jeison Murillo cuajó una buena Copa América en Chile y es el referente. Hay más. Stefan Medina ha regresado del ostracismo, aunque ocupa nominalmente la plaza de lateral derecho. Su creatividad es balsámica para la marchita salida desde atrás de Colombia ahora que Zúñiga no está. Óscar Murillo, un clon de Zapata con más calma y en zurdo, y Felipe Aguilar, de tan sólo veintiún años, completan la lista de centrales y, si bien es cierto que hoy día ninguno es indiscutible, la pareja Murillo-Murillo parece haberle gustado al seleccionador. En los laterales, otrora sello de estilo, hay más dudas. Al mencionado Medina se suman por derecha Arias, que es excelente jugador de equipo, pero que se ha quedado corto en sus intervenciones como titular, y por izquierda Fabra, un lateral ofensivo con buen físico y golpeo al que lo lastran sus lagunas tácticas, y Farid Díaz, mucho más cumplidor y obediente. Sin la calidad de antaño, y ahora con extremos por delante, Pekerman ha limitado la importancia de su rol en el equipo, y su implicación es meramente de apoyo en transiciones.
La portería sigue siendo de David Ospina y no se avisora ningún contendor real en el panorama como sí pasa en los puestos más ofensivos. Ahí Colombia trae nuevos nombres que despiertan interés. En Estados Unidos estarán Marlos Moreno, figura del fulgurante Atlético Nacional que ha dominado la Copa Libertadores este año, Roger Martínez, un potente delantero que destacado en Argentina, y Andrés Roa, un enganche técnico y virtuoso con muchas gotas de calidad. La media de edad del equipo ha bajado considerablemente y son muchos los futbolistas que son una incógnita en la élite y en competiciones internacionales. Otros, los que sí son estrellas consagradas, no pasan por el mejor momento de sus carreras. Para la mayoría del grupo, la Copa Centenario puede ser consagratoria o redentora… y quieren ganarla.
@DavidLeonRon 3 junio, 2016
Aunque mi opinión no alcanza la profundidad del excelente artículo de Kun, para mí esta Colombia puede ser "la mejor" de los últimos torneos, más allá de que la emotividad del Mundial fue especial. ¿Por qué? Por Carlos Bacca. Al no tener a Falcao en 2014, Colombia se quedó sin esa pieza extra arriba que diese miedo. Ni Teo ni Jackson llegan a lo que puede dar un Bacca de 20 goles en la Serie A y 30 millones de traspaso. Bacca es casi una figura.
Luego está el tema de la experiencia, fundamental, claro. Colombia huele a competitividad, incluso jugando mal fue a penaltis con Argentina en la Copa América 2015.
Para mí, que Colombia pueda ganar de sobra el torneo depende de cómo responda James, tema complejo. Pero un equipo con James, Cuadrado (enorme en la Juve, fatal en 2015), Bacca, Murillo (tremenda CA 2015), etc y con hambre, es candidata.