Cuando un entrenador firma a falta de sólo seis jornadas para la conclusión del curso se enfrenta a dos realidades contrapuestas que resultan muy evidentes: la situación deportiva es muy grave y, además, para solucionarla no queda margen. Así que en este caso tan particular la cantidad de variantes o matices que manejan los técnicos se reducen a un folio. Y cuanto más simple y concreto sea éste, mejor. No hay fechas para más. Hay que recoger toda la leña, ponerla en un mismo fuego y esperar que éste sea el que prenda.
Con esta premisa muy clara, Juan Eduardo Esnáider aterrizó en un Getafe desarticulado, estéril y perdido. Una vez se lesionó Álvaro Medrán y se marchó Ángel Lafita, el equipo de Fran Escribá detuvo su evolución por completo hasta convertirse en uno de los más débiles de la competición. Sus líneas carecían de conexión, atrás no era ninguna roca y, para colmo, arriba mostraban ser el equipo con menos gol de la Liga. En base a esto, el técnico argentino quemó todas sus naves en una hoguera muy poco frecuentada a estas alturas: su Getafe debía convertirse en un equipo muy enérgico y muy activo que propiciase que pasasen muchísimas cosas en los partidos y que se moviese muy bien en el desorden, pues para ello iba a asumir unos riesgos impropios de un equipo en descenso.
Juan Eduardo Esnáider, J.35: «No había más tiempo ni más margen para estar escondidos. Tenían que aparecer, tenían que salir y entregar todo lo que tienen… Porque fútbol tienen. Técnica para jugar al fútbol tienen, capacidad para desbordar tienen, capacidad de hacer goles tienen… Faltaba ponerlo en práctica y animarse”.
Su Getafe es un conjunto muy largo y activoDesde entonces, con el partido ante el Real Madrid como primera declaración de intenciones, el equipo azulón es un equipo de transiciones. Se ordena en un 4-2-3-1 que separa mucho a sus líneas, que lanza a los atacantes a la presión y que nunca se queda parado, pues o le atacan o ataca él. No hay otra opción. De esta manera los partidos se convierten en una sucesión de contragolpes que deberían beneficiar al equipo con más pegada, el cual jamás es el Getafe. Sin embargo, no ha sido así, pues los azulones se están moviendo mejor que sus rivales en este acelerado desorden.
P. Sarabia en la izquierda sí ha sido un aciertoY en esto tiente también mucho que ver el par de variantes técnicas que ha introducido Esnáider. El colocar a Moi Gómez por dentro, a Pedro León por derecha y, sobre todo, a Pablo Sarabia por izquierda, cuando venía haciéndolo verdaderamente bien a pie natural, tiene una única explicación: aumentar su determinación. Ahora los atacantes del Getafe no sólo no tienen que desordenar a la defensa rival, pues ya lo está por el tipo de partido que disputa, sino que además tiene a sus jugadores de más talento enfocados al gesto final. Hasta Pedro León, que es el que menos debería estarlo, ahora recibe menos pegado a la línea de cal, lo que le permite trazar una diagonal como la del 0-1 al -fundido- Deportivo de la Coruña.
Juan Eduardo Esnáider, J.36: «La voluntad era esa, era tratar de encontrar futbolistas que no estaban apareciendo. No sé cómo habrán visto a Pedro León o a muchos de ellos, pero sólo hay que ver cómo ha corrido, cómo ha sido tan eficiente y cómo ha hecho el gol. Mi labor era esa. Después los resultados se pueden dar o no, pero mi trabajo era recuperar o mejorar a estos futbolistas».
Con este plan tan agresivo que ha propiciado dos victorias en Anoeta y Riazor, que bien podían haber sido dos derrotas, pues sus rivales tuvieron las mismas ocasiones para sumar los tres puntos, Esnáider ha devuelto el pulso al Getafe. Ahora los azulones tienen nervio. A cambio de asumir riesgos, por supuesto, pero quizás ésta era la única opción para un equipo que no tenía juego ni gol. Que no tenía ninguna línea a la que agarrarse. Que ni siquiera contaba ya con Lafita, un experto en resolver estas urgencias. Desde luego, si observamos jugar al Getafe un partido vemos más defectos que virtudes. Pero es que ahora no se trata de jugar bien. No es cuestión de ser ortodoxos. Simplemente se trata de manejar el miedo, propio y ajeno, de la mejor forma posible. Basta con ver al resto de equipos en la lucha por no bajar para explicar cómo las últimas jornadas de la Liga son un deporte muy diferente. Y en éste, el Getafe riesgoso, enérgico y atrevido de Esnáider tiene tantas opciones de salvarse como cualquiera. Lo cual, si echamos la vista atrás, ya es un éxito.
theblues 2 mayo, 2016
Cuatro equipos en un punto a falta de dos jornadas… y el Dépor como un cordero suplicando clemencia. La lucha por el descenso está apasionante. Es difícil apostar.
Una pena que la lucha por el descenso se 'pervierta' en las últimas fechas. Ya empieza a haber rivales que no se juegan nada o pensando en otros objetivos, y ese suele ser un factor clave a la hora de determinar qué equipos van a jugar en Segunda División la siguiente temporada. Pero así es el juego, y la suerte -en todas las facetas- es fundamental…