No hubo nadie en el Sánchez-Pizjuán que cuando un mal control de Malyshev dejó el esférico en los pies de Kevin Gameiro, dudara de que aquel balón iría a dar, irremediablemente, con el fondo de la red. La determinación con la que emprendió la carrera, el disimulo con el que fijó las coordenadas y el aplomo con el que insufló el último impulso a su disparo, vistieron la jugada del francés de un halo de infalibilidad tan imponente como el que, a las puertas de una final de Europa League, demuestra un equipo que conoce los códigos de la competición como si los hubiera fijado él mismo a fuerza de vencer en ella las dos últimas temporadas.
Tras el primer gol los de Lucescu ganaron metros.
La pronta ventaja sevillista, pese a tener su origen directo en un error grueso del adversario, obedecía a lo que había sido el tramo inicialUnai dibujó una eficaz escalera para así salir del encuentro, marcado por las presiones a las que ambos conjuntos se sometieron y al éxito dispar que tuvieron a la hora de superarlas. Así, mientras el Shakhtar tenía dificultades para conectar su primer pase con Stepanenko y Malyshev, y a su vez a estos con la línea de tres mediapuntas, los locales dieron con la fórmula para escapar del acoso adelantado ucraniano con muchos menos apuros. En primer lugar, los de Unai no escatimaban ni pases ni efectivos en su propia mitad del campo para que la pérdida no se sobreviniera, lo cual permitía la aparición regular de opciones para la conservación sin que ello implicara renunciar al ordenamiento escalonado de sus piezas. N’Zonzi o Krychowiak -a veces ambos- bajaban un escalón para asegurar los primeros envíos, Banega dibujaba el apoyo y hasta Vitolo, muy presente y generoso, centraba su posición incluso en campo propio con tal de repartirse las alturas con el argentino. De los dos, unas veces era el mediapunta el más adelantado y otras el extremo, de modo que la salida hispalense finalmente siempre encontrara una escalera que le permitiera subir hasta la espalda del doble pivote rival.
El Shakhtar se lanzó sin temorPorque además, como sucediera en el encuentro de ida, tras encajar primero el Shakhtar se abalanzó sobre el área sevillista con ímpetu de desespero. Tanto Srna como Ismaily ganaron mucha altura desde los laterales, siendo los encargados de fijar la amplitud del ataque y liberando a Taison y Marlos para redoblar una amenaza entre líneas que bien hiciera vencerse a la línea de medios o sacara de sitio a un central para que Eduardo se cobrase el desajuste. Marlos especialmente fue quien abanderó el ataque de los de Lucescu en esta fase de insistencia, con una presencia interior que lograba la conexión de los tres carriles del ataque de su equipo y que contaba con el envío largo cruzado de Srna como alternativa para unir el lado fuerte del croata con el débil de Ismaily. No obstante el Sevilla, gracias a la solidez de su doble pivote mantenía relativamente bajo custodia el acceso al área, al tiempo que en la dirección opuesta seguía teniendo abierta la puerta ante un rival que situaba a uno de los mediocentros casi en área rival cuando perdía el cuero y al otro como único apoyo a la pareja de centrales.
La amenaza a la contra era latente y potencialmente más peligrosa que la avalancha del cuadro de Donetsk, pero justamente fueron estos quienes se valieron de una transición rápida para encontrar a los locales desprotegidos y anotar merced a una nueva acción de mérito de Marlos y a la calidad que todavía atesoran las botas de Eduardo da Silva.
La pareja N’Zonzi-Krychowiak mandó sobre el partido.
Pero la escalera que en vertical dibujaban las posiciones de Banega, Vitolo y Gameiro seguía activa, por lo que Krychowiak pudo subirla poco después de iniciarse la segunda mitad para servir un balón que, siendo para Gameiro, era un balón de gol. Tras esta nueva ventaja, el propio mediocentro polaco y N’Zonzi no permitieron que el Sevilla perdiese altura como había sucedido en el primer tiempo, y tanto por la posición a la que fijaron la primera defensa hispalense como por la continuidad que lograron junto a Banega una vez recuperado el cuero, tiñeron el tiempo restante hasta el pitido final de más celebración que azoramiento. El pase del equipo de Emery tuvo la parte de apasionada intensidad que a ambos le es propia, pero también la tranquilidad competitiva de quien lo sabe de antemano. La que cada aficionado sevillista tuvo cuando en el minuto 9 el balón llegó a Gameiro y éste enfiló el camino al área.
ManuelXeneixe 6 mayo, 2016
Grande el sevilla, parece tener el secreto de la Europa league impresionante en esta competicion que poco q poco va agarrando personalidad y ha dejado partidos exelentes
PD: que les ha parecido Marlos ? …el brasileño lucio en la eliminatoria