El Manchester United despidió la temporada de fútbol inglés con un título que debió hacer suyo con mucha más antelación y mucho menor sufrimiento de lo que pudo verse en la final de FA Cup que ayer le enfrentó al Crystal Palace de Alan Pardew. Desarrollado el choque bajo una fase concreta del juego, prolongada sin cambio hasta su desenlace, los de van Gaal levantaron la copa por primera vez desde 2004 gracias a un gol de Jesse Lingard cuando los red devils ya figuraban con un jugador menos y en mitad de una prórroga que, como decimos, pudo haberse ahorrado en no pocas ocasiones. La calidad de su rival y la posición de Wayne Rooney, claves para explicar un encuentro de claro dominio del ManU.
Quizás como gráfico resumen de su temporada -muchos problemas para producir goles; equipo menos goleado-, el United celebró un nuevo título en el 110′ habiendo sido clarísimamente superior a un rival que le cedió la pelota sin garantía de nada, contragolpe o seguridad defensiva.Fellaini siempre fue una opción Con problemas para sujetar los movimientos interiores de Fellaini y Mata cuando Rushford vaciaba su teórico espacio de ‘9’, el United encontró profundidad desde el mismo arranque y fue construyendo potenciales ocasiones desde diferentes puntos del campo: los saques de esquina de Blind hacia Marouane -en constante y ganada batalla con Jedinak-, las apariciones de Mata y Martial desde las bandas, los centros de Valencia o los movimientos del propio Rashford desubicando a los centrales. El Palace, observador sin juicio de lo que ocurría, con estampa de equipo en inferioridad numérica, retrasaba su defensa, esperando hacer héroe a Hennessey.
Wayne Rooney fue centrocampista para dominar al Palace
La posición de Rooney, más centrocampista que todocampista o falso delantero, otorgó mando a un United que nunca fue comprometido en salida. Wayne bajaba como pivote, relevado posicionalmente por Carrick, y conducía sin marca, para abrir en corto o cambiar de frente en largo. No había atención especial ni espacios cerrados por las líneas de Pardew. Los pasillos intermedios carecían de ayudas, y la concentración de casi todas sus piezas, en especial por el lado de Bolasie y Souare, favorecía tanto movimientos profundos como presión tras pérdida cómoda de los hombres de van Gaal. En los tramos de más ida y vuelta, con el United jugando con sus diez jugadores de campo por delante de la divisoria, Smalling y Blind, como era de prever, no salieron intactos.
En la segunda mitad el guión y su puesta en escena repitieron patrón. Los cambios que fueron produciéndose no tuvieron efecto desde lo táctico, si bien un buen gol de Puncheon pareció dinamitar una final firmada por el baile de Pardew, sabedor que la diferencia de calidad en las áreas y su inferioridad en cuanto a calidad global obligaría a su Palace a jugar con la suerte, mantenerse vivo hacia el final y rentabilizar las que tuviese. No por mucho tiempo, el United se vio por debajo. Gracias a la carta Fellaini, un jugador que permite tener siempre activado ese tipo de ataque descontextualizado que voltea partidos, igualó el choque con su presencia en el área y un gol de Mata. Con Wembley vociferando, una expulsión de Smalling y los penaltis a punto, Lingard certificó una victoria con 20′ de retraso.
theblues 22 mayo, 2016
Temporada curiosa en Inglaterra. Los cinco grandes rindieron a nivel global bastante por debajo de lo esperado, pero cuatro de ellos han conseguido salvar mínimamente la temporada. El Arsenal, con el subcampeonato; el City, con su primera presencia en semis de Champions; el Liverpool, con la final de la Europa League; y el United, con este título de la FA Cup. Excepto el Chelsea, cuyo año no admite ni un matiz mínimamente positivo, los otros cuatro han conseguido maquillar la temporada con algo que recordarán con el tiempo.
Pero, en cualquier caso, supongo que ya están todos mirando al futuro con ilusión. El Liverpool de Klopp, el Chelsea de Conte, el United de Mourinho y el City de Guardiola… La verdad es que parece que el Arsenal de Wenger afronta un reto mayor.