De entre todas las disputas clasificatorias que definen un cambio, es decir, las nueve plazas que otorgan a los equipos que las ocupan una condición diferente a la que tenían a inicio de campeonato, las de competiciones europeas no han respondido a ese factor de incertidumbre y emoción que suele traer consigo la última fecha. Quizás por la fiabilidad de los tres equipos en cuestión, Villarreal clasificando para la próxima Champions, y Athletic Club de Bilbao y Celta de Vigo para la Europa League, la jornada 38 no tuvo que requisar ningún billete en favor de otro. Graduando a los tres por estilo, la 4ª, 5ª y 6ª plaza del campeonato español han dejado una foto muy particular, en la que aparece en primer lugar un estilo basado en el orden defensivo, un proyecto algo más mixto y versátil con vocación ofensiva en su siguiente escalón y una idea extraordinariamente vertical y protagonista para cerrar los puestos de honor.
Tanto a los castellonenses como a bilbaínos y vigueses les une que su proyecto está actualmente basado en la continuidad. Ernesto Valverde y Marcelino García Toral sumaban su tercera temporada en San Mamés y El Madrigal, mientras Berizzo pasaba su segundo año en Balaídos. Asentadas sus formas de trabajar debido al éxito con el que venías precedidos, los cambios sufridos en cada plantilla, así como las bajas sensibles que afrontaron, tuvieron una respuesta contundente desde la colectividad. Musacchio, Asenjo y Muniain por lesión, y Krohn-Delhi, Augusto, Vietto o Cherysev como bajas en los mercados de fichajes no significaron que los equipos acusaran tras ellas un bajón competitivo definitivo. En el mejor de los casos sirvió para que otras piezas saliesen a flote, lo que dejó algunas actuaciones más que sorprendentes que otorgaron todo el crédito a sus preparadores y a su trabajo, prolongado en el tiempo. El de Marcelino, sin ir más lejos, tuvo varios ejemplos de esto último.
UN ‘SUBMARCELINO’ AMARILLO DE CHAMPIONS
Marcelino diseño un Villarreal replegado. Fue un auténtico muroLa temporada 2015-2016 del Villarreal se confirmó definitivamente como aquella en la que más distancia tomó su fútbol con el que había definido cada proyecto de Primera en El Madrigal. Marcelino ganó la partida al legado de aquellos equipos más protagonistas con balón que definieron al Submarino, terminando por construir un equipo impenetrable y amurallado, con una defensa organizada modelo, basculada como un solo movimiento y que fue cargando fama merecida cuando complementó su gran camino liguero con enorme solidez en eliminatorias. Fue tal su nivel de consistencia y credibilidad que en los días importantes en su estadio una victoria era el signo más probable. Ganó al Athletic, al Real Madrid, al Atlético de Madrid, al Sevilla, y empató ante el Barcelona. Únicamente cayó ante el Celta de entre los siete primeros clasificados. Su idea estaba asimiladísima y «sólo» tuvo que conjugar y hacer líquido su ataque, conformado por todo figuras nuevas, tanto en banda como en punta.
De sus hombres más adelantados destacó primero un Roberto muy soldado -10 asistencias-, convertido en excelso pasador y generoso en los pases de salida para que su primer y principal socio, Cedric Bakambú, una de las revelaciones del campeonato, hiciese buena, con su velocidad, la defensa baja del 4-4-2. Cada gol del francés, o de quien fuese, tenía siempre un valor extra pues la producción de ocasiones no era excesiva y abrir el marcador aseguraba puntuar dado el nivel defensivo de su repliegue intensivo. Ante la ausencia de creatividad, las actuaciones individuales destacadas se valoraron desde la madurez, casos de Víctor Ruiz o Denis Suárez. Tímidos y contraídos, ambos echaron cuerpo, contagiados por la mentalidad contundente del bloque. El central ganó jerarquía y fiabilidad, mientras el gallego se ganaba el sitio desde la sencillez de la misión encomendada, apareciendo en penúltimos y últimos pases de cada jornada del último tercio de campeonato. Junto a todos, siempre, Bruno Soriano.
ARITZ ADURIZ, Y MUCHOS MÁS LEONES
Aduriz, Williams y Raúl marcaron el estilo del Athletic de BilbaoPor su parte, el tercer año de Ernesto Valverde en el equipo bilbaíno iba a estar marcado por la incorporación de Raúl García y el crecimiento de Iñaki Williams. El Athletic pensó siempre antes en presionar y centrar al área para después hacer cosas con la pelota; en ese orden. La mera presencia del navarro impregna a sus equipos de una intensidad sostenida y de un estilo concreto. El Athletic aceptó ser un equipo de delanteros, potenciar sus virtudes aéreas y físicas, y armar el colectivo en consecuencia. Valverde no se tuvo que preocupar del área contraria, contemplando la temporada histórica de Aritz Aduriz, el extra de competitividad y mentalidad ganadora de un finalista de la Champions y de un proyecto de jugador asentado en la categoría que dotó de velocidad y diagonales al ataque vizcaíno.
Para sustituir a Ibai y Muniain, dos fijos de la temporada anterior, Ernesto fue mezclando apariciones de perfiles interesantes y distintos, como Sabin, Eraso o Lekue, para complementar a Susaeta o De Marcos, finalmente elegido como lateral derecho. Más directo en su juego, llevado a las bandas y áreas, sólo Beñat tuvo una importancia importante como eje de la circulación. San José como mediocentro y Balenziaga como lateral sumaron casi siempre en pos de interpretar un equipo característico en el pressing, por momentos también reactivo y encaramado hacia las capacidades de su trío ofensivo. Fue el Athletic más mixto de esta segunda etapa del ‘Txingurri’. No hubo nada excesivamente predominante: la salida fue tanto en largo como en corto, y aunque hubo mucho juego frontal y exterior, una vez más fue un Athletic reconocible, si bien menos delicado con el esférico.
BERIZZO SE ENCOMENDÓ A IAGO ASPAS
Los inicios de Orellana y la determinación de Aspas, claves del CeltaSin Augusto desde diciembre y sin Krohn-Delhi, el Celta de Vigo cosechó cuatro victorias más, nueve puntos más y una clasificación para la próxima Europa League. Entendiendo que sus sustitutos no lograron mejorar semejantes rendimientos, en Balaídos han de explicar el cambio en la figura de Iago Aspas y la ascendencia de Fabián Orellana. El ex del Liverpool, un delantero completísimo, desniveló partidos parejos y hubiera elevado de inmediato las posibilidades ofensivas de cualquier conjunto que oscile entre la zona tranquila y los puestos de privilegio fuera de los tres grandes. El chileno, por su parte, fue el lápiz del ‘Toto’, alcanzado un nivel medio en la primera vuelta realmente portentoso. Los vigueses no perdieron hasta la jornada 9 y fueron líderes de Primera durante una semana. El ritmo de crucero del arranque tuvo en el de Pontevedra la diferencia. Su verticalidad en los espacios, unida a la del propio Wass, el pivote suelto del 4-2-3-1, hizo al Celta producir más.
En un equipo de tanto volumen ofensivo, el mediocentro tomó una importancia sustancial. Por eso la salida de Augusto debía ser contrastada en las jornadas posteriores como signo de madurez de un equipo que tuvo en Marcelo Díaz un reemplazo de garantías, no sin antes destacar la labor de tres hombres como Pablo Hernández, Hugo Mallo y Gustavo Cabral, más enteros en el sistema de marcas individuales de su míster; regulares durante todo la temporada. Su sistema defensivo mostró franca mejoría con respecto a la temporada anterior, cuyas cifras deben entenderse por dos goleadas puntuales ante Barça y Real. Personalísimo en su identidad, quizás con menos picos brillantes en el global, para el recuerdo del campeonato quedará el 4-1 que endosó al campeón, en una noche mágica para el celtismo.
@DavidLeonRon 17 mayo, 2016
Hubo un momento en el que ver jugar al Celta era de verdad un espectáculo. En ese sentido, agradezco a Berizzo haberme llevado de vuelta a los años de juventud, con el gran Celta de Mostovoi, Karpin y compañía. Mención especial para Iago Aspas, que para mí se confirma como un talentazo especial de esos que deben vivir cerca de su casa para dar lo mejor de sí. Puede que Aspas no sea Aspas en Liverpool, pero en Vigo lo es y ahí da gusto verle.
En cuanto al Athletic, qué decir. Para mí es una maravilla cómo afronta el club cada competición, cada temporada. Mientras dure Aduriz habrá un Athletic que sienta que puede ganar Copas, y eso es magnífico, En ese caso, solo los que nacieran en los 70 pueden recordar un Athletic tan, tan ambicioso cada año.
PD. Sobre el Villarreal, basta decir que dudo si no son el equipo que más y mejor rédito ha sacado a la defensa en España en los últimos años, casi por encima del Atlético… Habría que medir quién tiene más talento ofensivo para compensar.